Recibió la raquetbolista la presea Plan de San Luis.
Redacción La Jornada
Luego de que se anunciara con gran pompa la entrega de la presea Plan de San Luis a la raquetbolista Paola Longoria, lo que muchos pensaron sería un acto protocolario clásico para que los políticos se tomaran la foto con la estrella internacional, se convirtió en un duro reclamo de la deportista, en años anteriores ignorada por el gobierno, para cambiar las políticas de fomento al deporte.
“¿Cómo hubiera sido si mi gobierno hubiera apoyado?”, preguntó, mientras durante su discurso recordaba los viajes, las carencias y las ocasiones en que estuvo a punto de renunciar a su sueño deportivo.
Recordó también que, por ejemplo, los principales campeonatos que ganó al inicio de su carrera no fueron representando a su estado, San Luis Potosí, pues aquí nunca se le quiso dar el apoyo durante el sexenio de Marcelo de los Santos. En el actual, ya no lo necesitaba, gracias a los triunfos que ya tenía en su haber.
Mientras que los políticos que la homenajeaban le cambiaban los apellidos, y resaltaban las virtudes de la hoy multicampeona, ella sin empacho alguno criticó la actitud de algunas autoridades potosinas que incluso “parecían desear” su fracaso, pues en ocasiones en los clubes de la capital no se le permitía entrenar, le retiraban patrocinios por presión externa, dificultándole su economía y su carrera como profesional.
Agradeció, por otro lado, a sus instructores y al ex alcalde de Tijuana, Jorge Ramos, quien sí apoyó su carrera al principio, por lo que durante mucho tiempo estuvo representando a Baja California en las competencias nacionales.
Pidió, además, que las políticas deportivas del estado mejoren, pues a su parecer, el deporte “no tiene la importancia que debería en la agenda legislativa local y nacional”.
Admitió que el espíritu y las ganas de triunfar no se pueden conseguir con dinero, pero el «gobierno» sí puede dar unas condiciones más óptimas para que todos los deportistas desarrollen al máximo su potencial y pidió a las autoridades “no estar pensando en tonterías” que no mejoren las condiciones sociales de la población.
