México, 15 de junio 2015 (NOTIGODÍNEZ).- El despeñadero sigue arrojando números rojos en todos los rubros de la vida productiva nacional. Es como experimentar la crónica de una muerte anunciada desde 2012, cuando el asesino de Atenco se robó el poder y el pueblo no hizo nada por impedirlo. Todo lo que sabíamos que ocurriría se dejábamos que esa imposición se consumara, está sucediendo a peor escala de lo pronosticado.
Tocó el turno al rubro del empleo, factor clave en el combate a la pobreza. De acuerdo con El Economista, en mayo se registró la peor caída de empleos formales de los últimos seis años, derivada de una pérdida escandalosa de empleos no permanentes, según cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
En el reporte citado por El Economista, el IMSS informó que se perdieron un total de 45 mil 423 empleos eventuales, lo que en combinación a los empleos permanentes que también se perdieron –cifra mañosamente no fue especificada– da un total de puestos laborales formales destruidos de 7 MIL 455, es decir, posiciones que ya no serán ocupadas lo que, de forma indirecta, implica más desempleo.
Gráfico: El Economista
Estas cifras apenas son superadas por la pérdida de puestos laborales registrada en 2009, cuando desaparecieron 59 mil 620 empleos eventuales.
Aunque este tipo de empleo se considera de baja calidad por su naturaleza no permanente, la desaparición de este tipo de plazas impacta negativamente en las cifras de ocupación formal, y por lo tanto en la economía.
A lo largo de los últimos cinco años, la reducción de puestos eventuales sin reemplazo –cuando desaparecen más plazas laborales de las que se crean– ha sido sistemática. En 2010, la pérdida de eventuales fue de 23,286; en el 2011, se redujo en 8,492; para el 2012 la cifra reportada fue de 29,760; en el 2013, el número menor fue de 29,547, y en el 2014, la reducción fue de 19,189.
El IMSS intentó explicar que este comportamiento “obedece a disminuciones estacionales que habían ocurrido entre abril y julio en la afiliación de este sector y que este año comenzaron durante mayo. En el bimestre abril-mayo del 2015 se observa una disminución de 44,413 puestos, mientras que en abril-mayo del año anterior se registró una caída de 44,884 plazas”.
Tanto el IMSS como otros «analistas» citados por El Economista, señalan que esta destrucción de puestos de trabajo es «estacional» y que se espera la creación de nuevos empleos hacia el cierre de 2015 –con cuentas alegres de más de 750 mil plazas– cuando empiecen a «cuajar las reformas». La misma promesa de siempre que, vista en el contexto global, ha sido otra de las tomadas de pelo usadas para justificar el vandalismo constitucional que dio manga ancha a la invasión de trasnacionales.
Apenas el pasado 13 de junio, se dio a conocer un estudio del Banco Mundial que exhibía la inoperancia del régimen para crear empleo de calidad como elemento de combate a la pobreza y para integrar a más personas al sector productivo, ayudando a con ello a la reactivación de la economía.
La explicación de esa inoperancia es muy simple: no interesa crear empleo. La meta es esclavizar cada vez más a los mexicanos, disfrazando la explotación de «trabajo independiente», «emprendedurismo» y otras pretenciosas paparruchas neoliberalescas para embaucar a la gente, haciéndole creer que es empresaria cuando en realidad está siendo explotada a cambio de migajas o NADA.
Los esclavos del llamado outsourcing son el ejemplo más antiguo de ese nuevo modelo de esclavización: se les da trato de «proveedores independientes» en las empresas para las que laboran como cualquier otro trabajador de planta, en horarios de oficina y atendiendo las dinámicas internas como los demás empleados, pero sin tener sueldo fijo, seguro social ni las demás prestaciones de «ley».
Hacia allá va el «empleo» del modelo implantado con las contrarreformas. Más explotación disfrazada de «emprendedurismo» pero sin prestaciones ni salarios dignos, con el engaño de «ganar en base a objetivos», mientras la empresa acapara la riqueza explotando a los imbéciles que se tragan el cuento de que son «empresarios» o «independientes».
Con información de El Economista. Foto: Proceso