México, 2 de septiembre 2015 (NOTIGODÍNEZ).- El «secretario del Trabajo» del actual régimen usurpador, Alfonso Navarrete Prida, aseguró en junio pasado que al menos 2.5 millones de niños dejaron sus estudios o nunca estudiaron para integrarse a la «vida laboral» del país, lo que traducido a la realidad en México significa que se integraron al «trabajo» en condiciones infrahumanas y de brutal explotación. La cifra además debe estar maquillada y por lo tanto no es confiable.
Entre los casos más recientes se encuentra el de la empresa Prokarne, con sede en Coahuila, que mantenía esclavizados a niños y adolescentes en el ejido El Higo, ubicado en el municipio de Ramos Arizpe. Según el citado medio, un grupo de 78 niños y adolescentes de entre ocho y diecisiete años eran explotados en la cosecha de calabazas y cebollines, bajo temperaturas superiores a los 38 grados, en jornadas de entre diez y quince horas diarias.
«La semana laboral era de lunes a domingo, aunque en este último día trabajaban hasta el mediodía. Empezaban sus actividades a las cinco de la mañana. Desayunaban café con un pan. Luego les daban de beber agua con sal para atenuar —que no evitar— la deshidratación», señala el reportaje de Newsweek.
La criminal empresa Prokarne es propiedad de un sujeto llamado Óscar Lozano Chávez. Un padre de familia denunció a la empresa porque ésta se negó a entregarle a su hija «hasta que no concluyera su contrato». Fue así como se revelaron los abusos contra el grupo de menores de edad.
La mayoría de los niños salen de sus comunidades con sus familias en busca de mejores condiciones de vida, terminando en los campos agrícolas del norte del país, donde son brutalmente explotados. El caso emblemático es el de los jornaleros de Valle de San Quintín, Baja California.
Los niños que se ven obligados a abandonar sus estudios para trabajar, apenas alcanzaron el primer o segundo grado de primaria. Asimismo, casi la mitad de los jornaleros agrícolas menores de edad padecen algún tipo de desnutrición.
La explotación laboral contra menores de edad en ranchos agrícolas se caracteriza por imponer jornadas extensas, pagos miserables, amenazas y el maltrato de los capataces, verdaderos verdugos en pleno siglo XXI.
Luego de las revelaciones sobre la esclavitud en que viven decenas de trabajadores, niños incluidos, en los campos de Baja California, otros casos salieron a la luz «por accidente», como el de 49 esclavos mixtecos en la zona de Colima o los 42 jornaleros de San Luis Potosí, originarios de Guerrero, que cosechaban chile serrano a mano limpia a 20 pesos la cubeta de 20 litros.
De acuerdo con el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, de 2007 a principios de 2015 al menos cuarenta niños jornaleros agrícolas o hijos de jornaleros han muerto en diversas circunstancias, todas derivadas de la explotación laboral que padecían.
¿Dirá algo de esto el asesino de Atenco en su «informe»? No, pero presumirá que «México está logrando prosperidad y desarrollo», en referencia a la riqueza malhabida que siguen acumulando los criminales oligarcas que lo impusieron donde está justamente para eso: perpetuar y acrecentar sus privilegios, liquidar derechos con las contrarreformas y facilitar el saqueo.
Con información de Newsweek en Español