William Booth
The Washington Post
Ciudad de Gaza. Más de 560 palestinos han muerto en la batalla de 15 días con Israel. Enterrar los cuerpos se vuelve más difícil y peligroso con cada día que pasa.
El movimiento puede ser riesgoso, no sólo para las ambulancias sino también para las furgonetas destartaladas que transportan a los muertos a los cementerios. La morgue central de Gaza se está desbordando, sus refrigeradores están perdiendo la lucha contra el olor. Los cementerios se llenan y los familiares están cavando sus propias tumbas.
Durante los primeros días de la actual ofensiva israelí contra Hamas, movimiento militante que controla la Franja de Gaza, la gente llevaba los cuerpos a la mezquita y se reunía después en tiendas de luto. No más. Ahora los funerales son apresurados, los familiares están ansiosos por el sonido de la artillería y de los aviones israelíes.
Los dos hermanos Hamdeiah fueron excavados de las ruinas de su casa en Shijaiyah, al este de Gaza, poco después de que un ataque aéreo israelí los asesinó. Moataz, de 18, y Ahed, de 23 años, fueron encontrados junto a los cuerpos de un primo, Yussef, de 22 años, y de tres vecinos que pasaban por el lugar.
Los hermanos llegaron al hospital Shifa sin vida, sus ropas enmarañadas y oscurecidas por hollín y polvo de cemento. Sus familiares se reunieron, mientras los cuerpos estaban todavía en las camillas de metal, los envolvieron en tela de muselina y los pusieron en bolsas blancas. Todavía no sabían dónde iban a enterrarlos.
A la entrada de la morgue, Mohammed Jindeya, un maestro, montaba guardia ante el cadáver de su tía que estaba en el suelo. Ella era uno de los vecinos que murieron en el ataque israelí.
Cuando se le preguntó cuánto tiempo pensaba que las hostilidades iban a durar, Jindeya se encogió de hombros.
“¿Días? ¿Semanas? No creo que los israelíes terminen aunque nos maten a nosotros”, dijo. Él tampoco estaba seguro de dónde enterraría a su tía.
Shijaiyah es el escenario de la ofensiva más intensa de Israel.
Los seis cuerpos salieron de la morgue para ser apilados en una furgoneta Volkswagen, un taxi y un camión pequeño.
Como es tradicional en Gaza entre las familias religiosas, las mujeres no asisten a los entierros, así que sólo se acercaron a la camioneta para dar una última mirada. Temblaban de dolor. Algunos estuvieron cerca del desmayo.
