Bien dicen que en los momentos de crisis, emergencias o tragedias, siempre sale a relucir lo mejor… y lo peor del ser humano. Desde luego la oligarquía criminal, en su despiadada lógica materialista, eternamente aportará ejemplos por montones del segundo caso.
Al margen de las muchas explicaciones que puedan plantearse sobre la situación actual por la propagación del nuevo coronavirus en todo el orbe, lo cierto es que asistimos a un punto de inflexión histórico cuyo panorama en el largo plazo no es nada halagüeño. Cientos de miles, tal vez millones -desconocemos las cifras exactas y probablemente nunca las conoceremos-, caerán víctimas mortales del cisma que hoy se llama COVID-19, mientras que otros tantos pasarán a engrosar las filas de la pobreza. Se avecinan tiempos muy difíciles que debemos enfrentar desde la conciencia, empatía, solidaridad y humanidad.
Pero no serán, como siempre, los delincuentes en las altas esferas del poder quienes harán algo por aminorar la desgracia -causantes de ella en casi todos los casos- y menos padecerán sus efectos. Al contrario, seguirán viendo la «oportunidad» en lugar de la crisis y sacarán ventaja sin importar las consecuencias, porque justamente serán ellos los responsables de la miseria que enfrentarán millones de sobrevivientes cuando pase la «purga». El ejemplo más obvio lo tenemos en los bancos a nivel mundial, que no paran de lucrar con la tragedia a través del encarecimiento de divisas a su antojo -por mencionar sólo una de sus estrategias- y uno de esos banqueros en México se llama Ricardo Salinas Pliego, el magnate consentido del actual régimen que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
La mayoría de los mexicanos ubica a Salinas Pliego como el dueño de Televisión Azteca. Si acaso, sabrán también que es propietario de la cadena de tiendas Elektra y, por añadidura, de Banco Azteca. Pero muchos desconocen que las ventosas de esa gigantesca sanguijuela se extienden más allá del sector comercial o de las telecomunicaciones, sangrando también al país con participaciones millonarias -saqueo- en los sectores financiero, energético y minero.
Del salinismo a la fecha, pasó de ser un empresario medianamente próspero a apoderarse de la televisora estatal Imevisión -hoy TV Azteca- y de ahí a convertirse en dueño de minas, plataformas petroleras que renta a Pemex, parques eólicos y un sinfín de otros negocios dentro y fuera del ámbito público. Como un auténtico barril sin fondo, Salinas Pliego se cuenta ya entre los oligarcas más ricos de México y el mundo, pero además se ha asegurado de prolongar su hegemonía durante la «cuarta transformación» que, se supone, pondría fin a la irrefrenable voracidad de criminales como él, controlando eficazmente al nuevo régimen del tabasqueño mediante un grupo de operadores infiltrados en el gobierno federal.
Pues bien, frente a la emergencia mundial que nos ocupa, Salinas Pliego ha vuelto a mostrar su verdadero rostro desalmado, ruin e insensible a la fragilidad de la vida humana, particularmente las miles de vidas humanas que le procuran la riqueza con el trabajo que él no hará jamás, favorecido por el mortífero -como él mismo- sistema neoliberal.
En fechas recientes, Salinas Pliego se ha dedicado a desafiar abiertamente las disposiciones de su gobierno federal en materia sanitaria, negándose a permitir que los trabajadores de su monstruoso emporio suspendan labores, ya no digamos con goce de sueldo, o que trabajen desde sus casas para evitar posibles contagios de COVID-19. Apuntalando las voces detractoras que, desde diversos sectores, cuestionan la ineficiente respuesta del régimen de López Obrador a la pandemia, el sujeto no para de criticar a voz en cuello las medidas preventivas de distanciamiento social y, más aún, el cese de actividades laborales «no esenciales».
Pero el colmo de su inmoralidad llega con el llamado encubierto que ha hecho a la «desobediencia civil» contra su propio gobierno, a través de la repugnante y nefasta Televisión Azteca:
Como todas las noches, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell encabezó la conferencia sobre el #Covid_19 en México. Pero sus cifras y sus conferencias ya se volvieron irrelevantes. Es más, se lo decimos con todas sus palabras, ya no le haga caso a Hugo López-Gatell. pic.twitter.com/09Zjcyw4Gu
— Azteca Noticias (@AztecaNoticias) April 18, 2020
«Ya no le haga caso a la [autoridad sanitaria]», es el mensaje literal que manda Salinas Pliego en plena pandemia: «desobedezcan, ahora sí, al gobierno que yo les impuse… para que me sigan enriqueciendo». Un llamado inaudito a la desobediencia civil desde los medios de comunicación, con tal de no perder ni un centavo de la incontable riqueza que acapara a costillas del pueblo hambreado y enfermo desde hace mucho tiempo, no de ahora.
Ahí tienen, exhibida en toda su abominable inmoralidad, la catadura ruin del criminal Ricardo Salinas Pliego. Una vez más se demuestra que la existencia de monstruos neoliberales como ése, son el verdadero virus que está acabando con el planeta y la razón más importante para rebelarse mediante la desobediencia civil absoluta, empezando por el boicot enérgico, definitivo y permanente a todas las empresas de Ricardo Salinas Pliego y el resto de los brutales oligarcas que llevan siglos esclavizando a la humanidad.
¿Ya vas a despertar, mexicano?