El 14 de mayo pasado, este medio alternativo cumplió su tercer año de vida. NOTIGODÍNEZ surgió como relevo a otros medios, hoy extintos, creados por la ciudadanía para enfrentar al corrupto sistema mediático convencional, poder fáctico clave en la imposición del asesino de Atenco, Enrique Peña Nieto, en la Presidencia de la República.
Siguiendo la pauta marcada por aquellos sitios ciudadanos, NOTIGODÍNEZ pretende ir más allá de copiar o parafrasear mecánicamente notas redactadas por otros medios. La intención es razonar y entender lo que sucede; proveer un espacio de reflexión para la gente que, en cifras cada vez más altas, se acerca a Internet y las redes sociales buscando medios alternos de información; ofrecer nuestro punto de vista para crear conciencia sobre la urgente necesidad de reaccionar, rescatar y reconstruir la casa de todos que es México.
A lo largo de estos tres años, NOTIGODÍNEZ ha intentado realizar dicha labor de manera consistente y comprometida. Si bien hemos tropezado varias veces en el camino y la falta de recursos ha limitado nuestra cobertura, el trabajo había estado fluyendo prácticamente de forma ininterrumpida. No obstante, en fechas recientes atravesamos nuestra primera gran crisis de inactividad debido a una sucesión de adversidades en perjuicio de quien esto escribe, Juan Carlos Godínez Zapata, creador de NOTIGODÍNEZ.
Respondo, entonces, a quienes preguntan si la pausa informativa, que se ha prolongado por más de un mes, deriva de amenazas u otros actos represivos del actual régimen usurpador, al que habíamos combatido sin descanso desde nuestra trinchera. No. Simplemente carezco de apoyo para que NOTIGODÍNEZ siga adelante mientras atravieso momentos difíciles en mi propia vida. Debo confesar que el desgaste anímico también ha influido considerablemente en el receso forzado. Aunque no lo parezca, esta labor demanda un enorme sacrificio personal cuya recompensa no es posible obtener de manera tangible, debido a que no sabemos hasta qué punto estamos logrando nuestros objetivos. Invariablemente, el cansancio de avanzar a contracorriente persiguiendo una meta que parece no alcanzarse, termina pasando factura.
Al respecto, una persona cercana a NOTIGODÍNEZ me recordó las razones que le llevaron a retirarse del activismo en las redes sociales: esta labor informativa no tiene sentido porque ya está dicho todo. En realidad no está ocurriendo nada nuevo. Se trata de las mismas «noticias», las mismas denuncias repetidas una y otra vez. La única diferencia sustancial consiste en que el número e intensidad de los delitos se incrementa con el tiempo. Otros medios ya lo informaron, denunciaron y exhibieron, literalmente, hasta el hartazgo. Redundar sobre lo mismo es absurdo.
Tiene razón en buena medida, pero no del todo. Ciertamente bastaron unos cuantos minutos para confirmar que no me he perdido de nada nuevo en este periodo de inactividad. Las noticias del momento giran en torno a la misma problemática de hace un mes… o un año, una década, un siglo: violencia, corrupción, abusos, impunidad, miseria y muerte. Asistimos a una repetición perpetua de la historia, en ciclos demenciales de seis años que inician con el fraude electoral para imponer al usurpador en turno. México se ahoga en un lodazal de putrefacción política, social y económica; la única noticia real es que el pueblo se debilita más y más en su grotesca lucha por mantenerse a flote, en lugar de hacer algo por salir del pantano.
¿Por qué los mexicanos están repitiendo su historia? Hay un número de factores para explicarlo. No dispongo del tiempo ni la capacidad para analizarlos todos. Solamente diré que la desmemoria histórica es uno de los más importantes. Pareciera que la desmemoria es un mal endémico del mexicano y los medios tienen una enorme responsabilidad en ello. No estoy hablando sólo de Televisa y demás grupos criminales plenamente asociados con la desinformación. Me refiero también a los medios que la ciudadanía identifica como independientes, libres y contestatarios: La Jornada, Proceso, los espacios cada vez más reducidos de Carmen Aristegui y los portales informativos relativamente jóvenes en Internet como Sinembargo, sólo por mencionar a los más eminentes. Digo esto con absoluta seriedad, respeto y sin afán de culparlos por la situación, ya que todos tenemos una parte de responsabilidad.
El trabajo periodístico de esos medios ha sido fundamental en el despertar de conciencia de muchos mexicanos. No obstante, han fallado en su tarea de escribir la historia de modo que sus lectores la recuerden auténticamente. Los medios referidos confirman en sus noticias que vivimos en un Estado fallido, que no hay República ni división de poderes y que el país se hunde, como ya dije, en un lodazal de corrupción. Sin embargo, parecen empeñados en sumarse a quienes buscan simular lo contrario cuando hablan de «Gobierno», «Estado de Derecho» y demás jerga institucional en medio de asesinatos, masacres, fraudes, corruptelas, narcotráfico y saqueo a la nación. Al proceder de ese modo absurdo, inoculan la idea de que así es la normalidad institucional de México -cuando NO debe serlo-, facilitando que situaciones graves como la desaparición de 43 normalistas, por ejemplo, a manos de las fuerzas del Estado, sean consideradas «normales» y se olviden rápidamente al perderse en el vendaval cotidiano de noticias en la «normalidad» nacional.
Otro ejemplo muy claro de esa perniciosa simulación mediática lo tenemos en la imposición del propio Peña Nieto. Proceso y el periodista Jenaro Villamil fueron los primeros en detectar y denunciar la agenda para imponer en la Presidencia al asesino de Atenco desde la televisión. Todo fue ocurriendo tal como ellos lo denunciaron. Se exhibió la complicidad de Televisa, el desvío de recursos públicos a la campaña del sujeto, la compra millonaria de votos, el reparto masivo de tarjetas Monex y Soriana, la colusión descarada de las «autoridades» electorales y, finalmente, la imposición golpista el 1 de diciembre de 2012 con cientos de heridos, detenciones arbitrarias y el asesinato del artista Juan Francisco Kuykendall Leal. Ya nadie se acuerda de todo eso. ¿Por qué? Porque a días de la «elección» fraudulenta, medios como el mismo Proceso proclamaban a Peña como «presidente electo«, sumándose a la ofensiva ideológica brutal del sistema mediático aliado del usurpador para lavarle el cerebro a la población, forzarla a olvidar el fraude y someterla a la imposición.
Hoy los periodistas se rasgan las vestiduras por la violencia en su contra, el acoso y el espionaje desde el régimen usurpador. Ellos, como la mayoría de los mexicanos, olvidaron que Peña Nieto es un delincuente, que hubo un fraude electoral descomunal para imponerlo en Los Pinos y que muchas calamidades que hoy padece nuestro país, son consecuencia de ese agravio mayúsculo solapado por los propios medios en su aberrante consigna de legitimarlo. Desde el 2 de diciembre de 2012 a la fecha, le «dieron vuelta a la página» de sus delitos y no paran de repetir, como un mantra diabólico, la palabra «presidente» al mencionar a Peña Nieto. Siguiendo esa lógica incoherente, la ciudadanía que se informa con esos medios ha olvidado el fraude, ha mantenido por casi cinco años al régimen usurpador, ha financiado en silencio todos sus crímenes contra la patria -incluyendo los asesinatos de periodistas- y se precipita a repetir esa abominable historia a partir del próximo año, con peores consecuencias.
Los medios argumentarán que tienen la obligación de apegarse a derecho -aún cuando en los hechos tal cosa no exista-, ser profesionales, imparciales e institucionales. Señalarán que compete a la ciudadanía reflexionar sobre las noticias y tomar las decisiones que a su juicio correspondan. No estoy de acuerdo. Mi opinión es que ningún precepto profesional debe anteponerse a la obligación moral de decir la verdad. En tal sentido, tampoco creo en la imparcialidad absoluta. De hecho, todos los medios toman trinchera. La enorme diferencia es que unos la eligen con base en principios éticos, mientras que otros lo hacen… por dinero. Se alían y sirven al mejor postor, en este caso, los criminales que secuestran las instituciones y disponen a su antojo de la riqueza del pueblo.
Empero, concedamos que para mantenerse con vida, los medios contestatarios también deben simular imparcialidad e institucionalidad. Aún participando en dicha simulación, los periodistas están siendo acosados, silenciados y asesinados en nuestro país. Es, por tanto, necesaria la intervención de la ciudadanía a través de medios alternativos que desnuden por completo la verdad. Aunque parezca absurdo seguir informando «lo mismo de siempre», hay que recordarle a las nuevas generaciones que todo esto ya se vivió y que urge impulsar un cambio genuino, sin la repetición de estrategias torpes, fallidas y simuladoras, para corregir el rumbo. Mientras los mexicanos no recuperemos el control de las instituciones y los medios de comunicación, debemos abrir espacios alternos de libre expresión que promuevan el necesario empoderamiento ciudadano.
El propio sistema político-delincuencial ya comprendió esa necesidad de los mexicanos. Por ello, en su afán de resistirse rabiosamente a la inevitable caída, ha infestado las redes con sitios virulentos de noticias falsas para generar desprestigio contra los verdaderos medios alternativos, justificar la censura, desalentar la participación ciudadana en el uso de las redes sociales para difundir información y obligarla a regresar al corrupto sistema de medios convencionales.
Por desgracia, las empresas propietarias de las plataformas de redes sociales más importantes como Facebook, colaboran en esa estrategia criminal al apoyar las operaciones de los sitios de noticias apócrifas y censurar a los medios alternativos reales. Decenas de páginas en Facebook que en algún momento suplantaron la identidad de Carmen Aristegui o Víctor Trujillo alias «Brozo», por ejemplo, siguen hoy activas gozando de millones de seguidores que difunden notas falsas de blogs como «Argumento Político», «DenunciaLeaks», «Denunciasmx» y los que se hacen pasar por integrantes de Anonymous. Pareciera que operan incluso bajo la protección de la propia plataforma de Facebook, pues aunque ésta presume el endurecimiento de sus políticas para combatir la difusión de fake news, en realidad no hace nada por impedir la viralización de los contenidos de esos sitios en sus espacios. Mientras tanto, quien esto escribe ha sido reconvenido y hasta «castigado» varias veces por Facebook tras compartir en grupos las notas de NOTIGODÍNEZ. Anonymous Hispano, auténtico grupo de hacktivistas con más de cinco años de trayectoria, enfrenta igualmente la censura y el acoso permanente de la red social.
En estas condiciones, la peor decisión sería rendirse. Es evidente que el régimen no quiere otro 5antuario en las redes visibilizando sus delitos, sobre todo en vísperas del fraude electoral de 2018. Frente a ello, la respuesta es aún más evidente: hay que redoblar esfuerzos de manera enérgica para seguirlos exhibiendo y avanzar hacia la reacción popular que logre derrocarlos.
Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, vive hoy más que nunca encarnado en los delincuentes que monopolizan los medios de comunicación en México y el mundo, a través de aquella falacia que ideó para embaucar al pueblo alemán: «una mentira repetida mil veces, se convierte en verdad». En pleno siglo XXI, Televisa y compañía siguen aplicándola con éxito en nuestro país. Internet y las redes sociales, con todo y la creciente censura, han probado ser un frente capaz de neutralizar esa estrategia, pero los ciudadanos deben superar en intensidad a los medios falsarios que no descansan nunca, alzando la voz con la verdad.
«Lo mismo que no se clava un clavo con un solo martillazo, hace falta mucha repetición y muchas voces que año tras año martillen contra la dura pared de los intereses creados y contra la rutina que oxida el espíritu de los hombres», escribió el ilustre sacerdote jesuita Salvador Freixedo, en una elocuente crítica a su propia religión, el cristianismo. Tiene toda la razón. La misión de informarse, informar y despertar conciencias no es labor de un día. Es una obligación permanente de cualquier ciudadano comprometido con su país. Por ello seguiremos adelante, no obstante cuán absurdo e inútil parezca recordarle a los mexicanos que están repitiendo su historia. El cambio habrá de llegar le pese a quien le pese, y ahí estaremos contribuyendo con nuestro humilde esfuerzo para materializarlo.