El tortuoso camino para el “bien morir” en México: las «deficiencias» del Sistema de Salud por «funcionarios» RATEROS

Mathieu Tourliere
Proceso

MÉXICO, D.F. (apro).- Una cadena de deficiencias en el sistema de salud mexicano impide a gran parte de las 300 mil personas que fallecen cada año por enfermedades crónicas –como cáncer, VIH, diabetes o cardiopatías– el tener acceso a cuidados paliativos que alivien dolores físicos y psicológicos al final de su vida.

Debido a que “muchos miles de personas no tienen acceso a ningún tipo de cuidados paliativos ya que el servicio aún no está disponible en la mayor parte del país”, estos pacientes agonizan de manera insoportable e indigna durante la fase terminal de su enfermedad, dio a conocer hoy la organización Human Rights Watch (HRW) en su reporte “Cuidar Cuando No Es Posible Curar”.

La instauración de cuidados paliativos no sólo alivia el dolor en el paciente, sino también reduce los costos del sistema de salud, ya que previene un gran número de hospitalizaciones de emergencia de pacientes, asegura el informe.

Una enmienda a la Ley Federal de Salud aprobada en 2009, obliga a las instancias de salud a ofrecer servicios de cuidados paliativos a las personas con un pronóstico vital de menos de seis meses.

Las modificaciones consagran el derecho de los pacientes a recibir servicios de salud integrales así como atención paliativa en su hogar –que incluye la administración de medicinas para calmar el dolor– y apoyo espiritual para abordar la muerte en condiciones dignas.

Sin embargo, HRW deplora que “la integración real de los cuidados paliativos en la estructura del sistema de salud en todos los niveles de atención aún no ha tenido lugar”, ya que la ley resulta poco clara y la Secretaría de Salud aún no adopta sus normas de aplicación.

Las enfermedades crónicas conllevan varios tipos de sufrimientos, desde los patológicos –como el agudo dolor que provoca la ingestión de comida en el caso de un cáncer del páncreas o del colon–; hasta el padecimiento que provocan los efectos secundarios de los tratamientos, pasando por la angustia y la depresión que genera el miedo a la muerte.

Viajes insoportables

El mayor problema por la falta cuidados paliativos en México reside en el muy escaso número de hospitales que cuentan con una unidad especializada y en el hecho que casi todos se encuentran en las capitales o en las zonas metropolitanas, subraya el informe de HRW.

Peor aún, siete estados todavía no cuentan con un hospital que preste servicios de cuidados paliativos, mientras que 17 más disponen de dichos servicios únicamente en sus capitales.

Según la organización internacional, sólo cinco entidades –Guanajuato, Estado de México, Nuevo León, Tamaulipas y Veracruz– cuentan con este tipo de servicios o bien, clínicas del dolor en más de una ciudad.

La falta de acceso a los cuidados en comunidades cercanas al hogar obliga a las personas gravemente enfermas y lejanas de las mayores urbes a desplazarse largas distancias para acudir a los centros de salud especializados. En varias ocasiones el viaje les exige un esfuerzo inhumano y en condiciones de extrema debilidad.

Según una investigación que realizó HRW en el Instituto Nacional de Cancerología (InCan) de la Ciudad de México, 30% de los pacientes recibidos acudió al servicio una sola vez.

A pesar de que las autoridades les dieron a todos una cita de seguimiento, “una proporción significativa no pudo regresar porque estaban demasiado enfermos para viajar o carecían de los recursos financieros para hacerlo”.

La investigación arrojó que sólo seis hospitales en México disponen de equipos de cuidados paliativos enfocados a los menores, a pesar de que estos “son muy importantes para los niños con enfermedades terminales”, debido a su mayor sensibilidad a los traumas y al sufrimiento que provocan.

La organización tomó el ejemplo del Hospital de Especialidades Pediátricas de Tuxtla Gutiérrez, en Chiapas. Ahí constató que “no cuenta con una unidad de cuidados paliativos, nadie del personal tiene formación en este tipo de atención y ningún médico tiene licencia para prescribir (morfina) para el dolor crónico”.

Trabas a la morfina

HRW se alarmó ante el “círculo vicioso” que existe en el sistema de salud mexicano que impide el suministro eficiente de morfina, el principal analgésico que permite a los pacientes aguantar el dolor que provocan las enfermedades y sus respectivos tratamientos.

“Esta medicina es la mejor: Buena, bonita, barata y no caduca”, aseveró durante la presentación del informe Alejandro Mohar Betancour, exdirector del InCan y actual miembro de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes.

Recordó que una plaqueta de morfina sólo cuesta tres pesos, contra más de 30 pesos para un opioide menos eficaz aunque menos restringido.

El especialista precisó que cada año se venden 500 toneladas de morfina en el mundo y que existen más de 300 toneladas de reservas del potente analgésico.

Sin embargo, las estrictas regulaciones que impone el gobierno mexicano respecto a la distribución de este medicamento desincentivan a los propios médicos para prescribirla a sus pacientes. Antes de tener la habilidad de recetar morfina, los doctores deben registrarse ante las instancias de salud estatales o en la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y esperar varios días de recibir la licencia.

Y no es la única traba. Si bien el trámite debería ser gratuito, varios estados cobran una tasa de solicitud –que va de 63 pesos en Tamaulipas a más de mil 200 pesos en Guerrero–, lamenta HRW.

Además, un médico solo puede prescribir morfina mediante una etiqueta especial en la cual aparece un código de barras. De nuevo, el especialista debe acudir en persona ante la Secretaría de Salud estatal para solicitar un paquete de etiquetas –limitado a un máximo de 50 por galeno–, que recogerá un tiempo después y, en algunos estados, a cambio de un pago.

Y en lo que pareciera el colmo, en el Distrito Federal –cuenta HRW–, la única máquina que imprimía las etiquetas con código de barra se rompió en 2012, por lo que durante cinco meses los médicos no pudieron obtenerlas y, en consecuencia, no recetaron morfina.

Las farmacias también necesitan tener licencia para vender este medicamento que consiguen tras un largo papeleo y un mayor número de controles de las autoridades sanitarias.

De acuerdo con el reporte de HRW, varios dueños de farmacias argumentaron que no solicitaban la licencia pues no existe demanda. “Teniendo en cuenta el pequeño número de médicos que recetan estos medicamentos, especialmente fuera de las grandes ciudades, esto no es sorprendente”, analiza la organización. Añade que los médicos también restringen sus recetas de morfina ya que saben que muy pocas farmacias suministran el analgésico.

Además, algunas farmacias se niegan en surtirlo en el caso de que aparezca cualquier error en la receta –como una escritura poco clara o un error en el deletreo del nombre del paciente–, por temor a las sanciones. Lo anterior obliga el enfermo a volver a su médico para que le otorgue una nueva prescripción.

Las normas actuales prohíben a los médicos llevar morfina consigo durante las visitas a domicilio, señala HRW. De hecho, sólo pueden recetar la medicina a los familiares.

Formación insuficiente

Según el estudio de HRW, en México existe un grave problema en la formación de los estudiantes en medicina hacia los cuidados paliativos.

“Hasta la fecha, los cuidados paliativos aún no han sido integrados en los planes y programas de formación continua para los trabajadores sanitarios”, apunta.

Agrega que sólo seis facultades de medicina –de las 102 que existen en México–, cuatro de enfermería, tres de psicología y dos de trabajo social los incluyen en sus planes de estudio.

Además, en el Seguro Popular hasta este año el catálogo de servicios de salud no incluía los cuidados paliativos, razón por la que los hospitales debían cobrar su aplicación a los pacientes.

El panorama no es positivo: Tres hospitales del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y cinco del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) tienen áreas dedicadas a este servicio.

Más: Sólo 18 de los 33 centros de cáncer que integran el InCan cuentan con unidades de cuidados paliativos y en los organigramas de los hospitales de México no aparecen los servicios de cuidados paliativos ni las clínicas del dolor.

Según el informe de HRW, “alrededor de 80% de los pacientes con cáncer y SIDA y un 67% de los afectados por enfermedades cardiovasculares o neuropatía obstructiva crónica sufrirán dolores entre moderados y fuertes al final de la vida”.

Diederik Lohman, director asociado de la División de Salud y Derechos Humanos de HRW, precisó que la población de México está envejeciendo debido a que la esperanza de vida se alarga. Por lo tanto, las enfermedades crónicas tomarán una importancia cada vez mayor en la mortalidad de los mexicanos en el futuro.

Afirmó que, “a pesar de las críticas duras” el gobierno mexicano se mostró “abierto” y se comprometió a poner en marcha pronto las medidas necesarias para agilizar el sistema mexicano de salud y permitir la mejor implementación de los cuidados paliativos.

Fuente

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