Este medio alternativo no existía cuando el narcotraficante Édgar Valdez Villarreal, alias “La Barbie”, capo del cártel de los Beltrán Leyva preso y condenado en Estados Unidos, escribió una carta para denunciar públicamente al genocida Felipe Calderón por su colusión directa con los grupos del crimen organizado a los que presumía combatir. Y lo sigue haciendo a voz en cuello. Recientemente, Calderón llegó al extremo de publicar un libraco de autopromoción política, “Decisiones Difíciles” –título copiado del Hard Choices de Hillary Clinton–, donde insiste en justificar en tono heroico su falsa “guerra contra el narcotráfico”.
En su momento, la carta de Valdez Villarreal fue hecha llegar a la brillante investigadora Anabel Hernández García, autoridad periodística en temas de narcotráfico en México, a través de la abogada del propio capo, Eréndira Joselyn Guerra. Posteriormente, fue publicada por el diario Reforma el 27 de noviembre de 2012, días antes de que concluyera el sangriento espuriato calderonista. La Barbie se encontraba ya en Estados Unidos tras haber sido detenido por la Policía Federal en 2010 y posteriormente extraditado al vecino país del norte.
Valdez lanza nombres y apellidos a bocajarro, tanto de los “funcionarios” calderonistas como de los capos del narcotráfico que sostuvieron reuniones con ellos. Desde luego, la nutrida lista recopilada por La Barbie está encabezada, nada menos, por Felipe Calderón Hinojosa, a quien el narcotraficante señala de “realizar personalmente varias juntas para tener pláticas con grupos de delincuencia organizada”.
Con Valdez preso y enfrentando cadena perpetua en la Unión Americana, era difícil tomar demasiado en serio aquello señalamientos por más que se alinearan perfectamente a las denuncias de Anabel Hernández y otros periodistas, quienes por años habían documentado los nexos del régimen usurpador calderonista con el narco.
A casi ocho años de publicada, las repercusiones de esa carta han dado un contundente giro de 180 grados a la luz de la información más reciente sobre Valdez Villarreal: fue informante secreto de la DEA y el FBI durante dos años, de 2008 a 2010, hasta que el propio régimen calderonista lo atrapó. Mejor aún, el Departamento de Justicia de Estados Unidos considera VERAZ toda la información proporcionada por el capo en ese periodo de tiempo, incluyendo, seguramente, la denuncia sobre las reuniones oscuras de Calderón con líderes de grupos delincuenciales que luego, secundado por los corruptos “medios de comunicación” que a la fecha lo respaldan, se jactaba públicamente de combatir como nadie lo había hecho.
“I accept from the government that his information was truthful, but I’m not convinced that is has been entirely complete, but I’m going to assume that it was more complete that incomplete”, se lee en un fragmento del documento judicial citado en el reportaje demoledor –otro más– publicado hoy por la enorme y brillantísima Anabel Hernández. “Se acepta desde el gobierno [de EE.UU.] que su información [la proporcionada por Valdez Villarrreal] fue veraz, aunque no hay la seguridad de que sea del todo completa, pero se asume que fue más completa que incompleta”, es la traducción del citado texto.
A continuación, la carta íntegra con el testimonio veraz que podría y debería hundir, de una vez y para siempre, al narco-genocida Felipe Calderón:
Quiero manifestar, en primer lugar, que no me acogí al programa de testigos protegidos. Así mismo niego categóricamente los señalamientos y manifestaciones que refieren los elementos aprehensores respecto a la forma de cómo fue mi detención; y que la verdad de los hechos es la siguiente:
Mi detención fue el resultado de una persecución política por parte del C. Felipe Calderón Hinojosa, quien instauró un acosamiento en contra de mi persona, por la razón de que el suscrito se negó a formar parte del acuerdo que el señor Calderón Hinojosa deseaba tener con todos los grupos de la delincuencia organizada, para lo cual él personalmente realizó varias juntas para tener pláticas con grupos de delincuencia organizada.
Posteriormente se realizaron diversas juntas a través del general Mario Arturo Acosta Chaparro, quien se reunió por órdenes del Presidente y Juan Camilo Mouriño, con dos de los jefes de la familia michoacana. Posteriormente, el general se entrevistó en Matamoros con Heriberto Lazcano y Miguel Ángel Treviño el Z-40. Tiempo después, Acosta Chaparro y Mouriño se entrevistaron con Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, y también se entrevistó con El Chapo Guzmán, líder del cártel de Sinaloa. Calderón quería el acuerdo con todos los cárteles: cártel de Los Zetas, cártel del Golfo, conmigo, cártel de Juárez, con Vicente, Mayo y Chapo (Cártel de Sinaloa), situación por la cual, al no haber respuesta de mi parte y no querer tener nexos con ninguna de las organizaciones criminales, se instauró en mi contra una persecución aguda, al grado de haberme cateado varios domicilios sin una orden legal para ello y de los cuales me robaron dinero, alhajas, automóviles, así como diversas pertenencias.
Genaro García Luna, titular de la Secretaría de Seguridad Pública federal (SSP), quien cuando menos desde el año 2002, primero en la AFI y luego en la PFP, me consta que ha recibido dinero de mí, del narcotráfico y la delincuencia organizada, al igual que un grupo selecto integrado por Armando Espinosa de Benito, quien trabajaba con la DEA y me pasaba información; Luis Cárdenas Palomino, Edgar Eusebio Millán Gómez, Francisco Javier Garza Palacios (PF Colombia), Igor Labastida Calderón, Facundo Rosas Rosas, Ramón Eduardo Pequeño García y Gerardo Garay Cadena, quienes también forman parte y reciben dinero de la delincuencia organizada y de mí. Entre otros ellos tuvieron la encomienda de “detenerme en algún operativo”, cuando en realidad tenían la instrucción de matarme, tan es así que al momento de mi detención la cual se realizó la en el domicilio que salió en los medios de comunicación, y lugar en el que me encontraba solo. Dicen que ese día no se reportaron balazos pero la verdad sí hubo. Un policía federal que fue el mismo que me trasladó a este lugar, en el que actualmente me encuentro, me instaba a que corriera para poderme disparar, y así poder decir que al repeler el ataque me habrían matado al igual que hicieron con Arón Arturo Gines Becerril, a quien mataron en las inmediaciones del Centro Comercial Perisur, a quien los impactos de bala le fueron proporcionados todos por la espalda el mismo día de mi detención. Todo fue tapado por la PF.
Es de hacer mención que pese a los antecedentes de Genaro García Luna, los cuales se encuentran en diversas causas penales y de los que el gobierno americano ya tiene conocimiento, incluso formaron parte de los temas tocados en la Iniciativa Mérida, y a los cuales yo ya he tenido acceso el más reciente el testimonio del testigo colaborador Mateo (Sergio Villarreal); el presidente Felipe Calderón lo sostiene en su cargo sin que se ejerza acción penal en su contra.
Como dato alterno habrá de hacerse notar que en cuantas detenciones realiza la Policía Federal, no se decomisa nada, todo se pierde (dinero, relojes, vehículos, droga, etc). Sin embargo es menester señalar que tanto el Ejército Mexicano como la Secretaría de Marina son más honestos, detienen a quien es, y lo ponen a disposición con lo que detienen.
Yo pude haber hecho lo que haya hecho pero ellos, los funcionarios públicos que menciono, también son parte de la estructura criminal de este país.
[Firma al calce]
EDGAR VALDEZ VILLARRREAL— Fuente
Calderón sabía, pues, de los nexos de García Luna con los cárteles de la droga. No sólo sabía… él ordenaba TODO. Procede entonces, 1) que el régimen de Andrés Manuel López Obrador, a través de la Fiscalía General de la República, inicie el proceso para integrar el expediente judicial y solicitar la orden de aprehensión contra Felipe Calderón Hinojosa –traición a la patria sería uno de los delitos; y 2) que Estados Unidos emita una orden de extradición para enjuiciarlo por conspiración en los delitos contra la salud que también pesan sobre su esbirro directo, Genaro García Luna. Puede darse primero una o la otra, pero sería más digno que López Obrador decida, al fin, cumplir su promesa de JUSTICIA, NO VENGANZA, y dé el primer paso para poner tras rejas de una vez y para siempre a ese genocida exusurpador que tanto daño ha causado, y busca seguir causando, a nuestro ensangrentado país.