México, 18 de abril 2015 (NOTIGODÍNEZ).- ¿Se estará fraguando una posible salida del actual usurpador desde las cúpulas empresariales? De ser así, eso no serviría absolutamente para nada. Al contrario, sería una forma muy efectiva de meterle el dedo en el hocico al pueblo para neutralizar por completo su descontento social. Debe ser el pueblo quien derroque al asesino de Atenco, no los mismos que lo impusieron.
De acuerdo con La Jornada, presidentes y directivos empresariales han cambiado la «opinión favorable» que tenían de su empleado en Los Pinos cuando recién lo impusieron, ya que más del 68 por ciento de los consultados por la encuestadora KPMG calificaron de «regular» a «malo» su desempeño frente al entorno económico de este año. En cambio, sólo el 37 por ciento había opinado lo mismo en 2013.
Es decir, la oligarquía también ya está harta de su títere.
La encuesta «Perspectivas de Alta Dirección en México 2015» de la citada consultora privada, arrojó que subió a 20 por ciento el número de directivos del sector empresarial que de plano calificó como “pésima” la actuación del usurpador, cuando al inicio del espuriato sólo un 2 por ciento tenía tal opinión.
En contraste, apenas uno por ciento de los encuestados calificó la actuación del régimen espurio como “excelente” y un 11 por ciento como “buena”, cuando en 2013 los porcentajes fueron de 12 y 49 por ciento, respectivamente.
Estas bajas «calificaciones» de los empresarios –verdaderos dueños de facto de este país– también aplican al «Poder Legislativo» y los desgobiernos estatales, esbirros y cómplices del régimen usurpador peñista.
Entre los «puntos dolorosos» que molestan al empresariado están la inseguridad y la corrupción, de la que por cierto son los primeros causantes pero se rasgan las vestiduras. Detalla La Jornada que 89 y 81 por ciento de los encuestados consideró que son las dos principales trabas para la competitividad. Además, los directivos se dicen insatisfechos con las reformas fiscal y laboral.
¡Claro, no tienen llene!. Quieren que se legalice de nuevo la esclavitud: trabajo gratis sin sueldo ni prestaciones. También quieren más privilegios fiscales. No se cansan de robar, escamotear impuestos y falsear declaraciones para que el «gobierno» les devuelva dinero, en lugar de tener que pagar. Quieren más y no van a descansar hasta hundir en la miseria a todo el pueblo.
«El gobierno federal no recupera la confianza de los empresarios porque se hubiera esperado mayor dinamismo en los dos primeros años del sexenio […]. La drástica caída sigue dándose y eso debería ser preocupante para las autoridades”, señaló Miguel Ortiz, socio de la consultora KPMG.
Miguel Ortiz abundó que los directivos empresariales también descalificaron los resultados y el impacto que han tenido en sus negocios las reformas fiscal y laboral.
Según La Jornada, en los 10 años que KPMG realiza esta encuesta los entrevistados siempre han sido críticos del régimen fiscal, pero este año 93 por ciento respondió que no promueve la inversión y 62 por ciento lo calificó como “malo” o “muy malo” contra 37 por ciento de 2013. La reforma fiscal resultó “irritante”, sentenció.
En cuanto a la reforma laboral 73 por ciento dijo que no cumplió con sus expectativas, en cambio las «reformas» energética y en telecomunicaciones salieron mejor calificadas pues 64 y 58 por ciento aseguraron que sí cumplió sus expectativas. En efecto, estas contrarreformas entreguistas «sí les gustaron», aunque como se observa, un alto porcentaje de empresarios no está satisfecho y quieren más.
Lo increíble es que la reforma laboral les dio prácticamente todo lo que pidieron: pago por hora, outsourcing –que liquida los derechos laborales–, periodos «a prueba» indefinidos, eliminación de prestaciones, etc. ¡Y AÚN ASÍ LA MAYORÍA SE SIGUEN QUEJANDO! Lo dicho: simplemente NO TIENEN LLENE.
Asimismo, un 81 por ciento de los encuestados consideró que la Ley de Ingresos de la Federación de este año no impulsará el crecimiento y competitividad de su empresa.
Lo cierto es que estos empresarios podrían estar buscando justificaciones para, en otro ejercicio de protección a sus propios intereses, crear un frente artificial de repudio oligárquico a Peña Nieto y justificar su remoción desde las cúpulas, creando una poderosa válvula de escape a la rebelión popular que podría estarse gestando frente a las condiciones brutales de opresión, miseria y muerte que ha creado el actual régimen usurpador.
Conviene entonces mantenerse atentos para no caer en la trampa. La salida de Peña Nieto sólo tiene sentido –aún siendo insuficiente– si es el pueblo quien la consigue. De otra forma, se trataría de un nuevo «show» de los titiriteros de siempre y los objetivos de liberación y transformación constructiva del país, que es la meta real de toda esta lucha, seguirían sin alcanzarse.
Con información de La Jornada