México, 31 de agosto 2017 (NOTIGODÍNEZ).- La activista paquistaní Malala Yousafzai, Premio Nobel de la Paz 2014, se reunió esta tarde con el asesino de Atenco y actual usurpador, Enrique Peña Nieto, en otro acto de indignidad grotesca, vergonzante y hasta insultante para los mexicanos.
Si esta joven activista entendiera realmente la situación de violencia en México y sus causas, no habría puesto un pie en este país o lo habría hecho pronunciándose por la dimisión inmediata del sujeto al que hoy saludó y reconoció, zalamera y afrentosamente, como «presidente».
Por desgracia, figuras como la de Malala que en algún momento de sus vidas lucharon por causas justas en sus comunidades, estados y naciones, se vuelven títeres de legitimación y exhibicionismo cuando son «ungidas» por las instituciones de simulación mundial, y acaban por servir sólo para posar en la foto con los peores delincuentes del planeta.
Este día, la activista sostuvo un encuentro con estudiantes de una universidad privada en nuestro país, donde reiteró su mensaje en defensa de las mujeres y su derecho a la educación.
«Mi misión es hacer campaña por la educación de las mujeres en todo el mundo», dijo Malala frente a miles de personas y estudiantes en la Ciudad de México.
Previamente, se reunió en privado con el usurpador Peña Nieto en Los Pinos donde, por boca de éste, escuchó las «bondades» de la contrarreforma educativa espuria. Sin embargo, la joven dijo haberle reclamado que muchas niñas en zonas marginadas de nuestro país aún no tienen acceso a la educación.
«Es muy triste ver que en México muchas mujeres aún no tienen derecho a la educación y debemos cambiar eso», dijo. «[Peña] me enseñó muchas de las cosas que han hecho por la educación y es muy positivo, pero yo insistí en que aún hay muchas niñas en zonas marginadas que no van a la escuela o que se casan antes de los 18 años», expresó.
Alguien debería informarle a Malala que a Peña Nieto no le interesa en lo más mínimo que millones de niñas y niños en México no vayan a la escuela. Por el contrario, su misión -por órdenes de la oligarquía que lo controla- es que más y más mexicanos engrosen las filas del analfabetismo y la miseria.
Asimismo, la activista paquistaní se pronunció contra el hitleriano Donald Trump y su rabiosa consigna de construir un muro a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México.
«Algunas veces, veo el mapa del mundo y pienso en que somos humanos. Me pregunto por qué nos hemos dividido y profesado el odio en nombre de la religión, de diferentes nacionalidades, por diferentes tonos de piel», explicó. «El odio que existe debe ser inaceptable, porque es muy dañino».
Todo esto suena muy bonito e inspirador, pero… ¿de qué sirve realmente? ¿Por qué no se reunió Malala con el magisterio en lucha por sus derechos, con las comunidades organizadas en defensa de la tierra, con los padres de los 43 normalistas o con las miles de familias de desaparecidos en nuestro país? ¿Por qué ignorarlos a ellos y, en cambio, tomarse la foto con los peores delincuentes de México?
Con información de Huffington Post
