Celia Díaz García
La Jornada
Córdoba, Ver.- Como si su trabajo se tratara sólo de “corretear Marías”, inspectores de comercio se han dado a la tarea de hostigar a mujeres indígenas vendedoras, pasando por alto el reglamento de comercio. Desde el inicio de la administración se han señalado la forma prepotente de trabajo de los inspectores, la cual parece avalada por el alcalde, Tomás Ríos Bernal.
María Julia Nicolasa, desde hace 15 años vende sus flores y artículos artesanales afuera de un restaurante, con permiso del propietario, lo cual de acuerdo con el reglamento municipal está permitido, ya que el particular le cedió el permiso.
Ayer al mediodía, inspectores de comercio detuvieron la camioneta oficial en la Avenida I, de la cual descendieron tres inspectores, uno de ellos, una fémina que se ha caracterizado por su dureza. De copiloto se encontraba el jefe Aníbal Olivares, recontratado por la actual administración pese a su turbia historial legal.
Los inspectores rodearon de manera intimidatoria a la mujer indígena y le solicitaron retirarse. Al percatarse de la presencia de los medios, optaron por esperar a que guardara sus productos y se retiraron, no sin que antes el jefe de inspectores le tomara fotos a la vendedora.
La comerciante explotó en llanto, puesto que la amenazaron con decomisarle la mercancía en caso de volver a instalarse. Su preocupación es que su trabajo sirve para adquirir los medicamentos de su esposo para la diabetes y que lo ha dejado ciego. Es oriunda de la sierra de Zongolica, explicó que no tiene trabajo en su tierra, por lo que todos los días se traslada hasta Córdoba para buscar el alimento.
Reconoció que nunca había sido molestada por personal Comercio, ya que tiene el permiso del administrador de un restaurante ubicado en la Avenida 1 y Calle 5, sin embargo, ahora teme ante el acecho de los inspectores. “Llegaron diciendo que me quitara, que si no se iban a llevar mi mercancía por eso guarde todo, pero yo tengo que vender, pues necesito comprar las medicinas de mi esposo que está ciego”.
Ésta no es la primera vez que vendedores revelan la prepotencia con la que actúa el jefe de inspectores. Así como sus subordinados, desde la llegada de Aníbal Olivares. No es la primera ocasión que se desempeña en este cargo.
El despotismo con el que trabaja ha sido reportado tanto al alcalde como a su jefe, sin embargo, quien al aprobar esta actitud, pasa por alto uno de los cuatro principios panistas: “Dignidad de la persona Humana, Bien Común, Solidaridad y Subsidiariedad”, pues ninguno de ellos encuadra en la forma de trabajo de los inspectores.