El histórico tianguis de Chilapa, Guerrero, a punto de desaparecer por la violencia y desgobierno de Aguirre

  • Aquí el hampa extorsiona y cobra “piso” según el negocio: de 20 a mil pesos, señala un comerciante
  • Por la violencia bajó el flujo de vendedores y compradores, pero “ya se normalizó”: funcionario de la SSP

Sergio Ocampo Arista
La Jornada

Chilapa, Gro,. 23 de agosto. Las pugnas entre grupos de la delincuencia están a punto de acabar con uno de los pocos tianguis comunitarios que hay en México: el de Chilapa. Se instala todos los domingos y a él llegan, desde hace más de 480 años, cientos de indígenas de distintas comunidades, así como comerciantes locales, para vender una gran variedad de productos, desde una simple flor natural o hecha de las hojas secas de la mazorca, hasta animales, o realizar trueque.

Sin embargo, la operación de grupos delictivos en esa región ha afectado la actividad comercial. La madrugada del 6 de julio, los más de 31 mil habitantes de la hasta entonces apacible cabecera municipal –ubicada a unos 80 kilómetros de la capital Chilpancingo– se despertaron con el estruendo de balaceras en distintos puntos de la localidad.

La noche del día siguiente hubo un nuevo enfrentamiento. El saldo de las refriegas fue de 14 muertos, seis heridos, y cuatro desaparecidos (el hijo de un líder de comerciantes, un taxista, y dos choferes de la ruta Ayahualulco-Chilapa).

Chilapa es una ciudad que vive del comercio y la semana siguiente a los tiroteos todos los negocios permanecieron cerrados. Incluso, por miedo, no se instaló el tianguis de los domingos, algo que no ocurría desde hace 480 años en esta población fundada en 1458, por Moctezuma Ilhuicamina, y reconocida como tal el 5 de octubre de 1533, con la llegada de los frailes agustinos. Apenas unos cuantos indígenas, la mayoría nahuas, llegaron para instalar sus puestos.

Los comerciantes del tianguis –que durante cientos de años estuvo en la plaza central de Chilapa, pero que desde hace unos siete años se trasladó al bulevar Eucaria Apreza–, tienen temor de conversar. Sólo algunos acceden.

Una adolescente de 14 años, que vende flores elaboradas con hojas secas de las mazorcas, y pintadas de amarillo, rojo, verde, y sobre todo rosa, se quejó de que, “desde esa vez (cuando ocurrieron las balaceras) casi no hemos vendido nada”.

Un artesano que decora botellas, con bellos paisajes campiranos, para guardar el mezcal, afirmó: “Aquí estos amigos (miembros de la delincuencia organizada), extorsionan y cobran piso, y la paga es dependiendo del negocio, desde 20 pesos o más, no sé bien cuanto, pero creo que llega a mil pesos.

“A mí la verdad no me han cobrado, pero la gente ya está encabronada, la policía no hace nada, porque ni los pobres indígenas se salvan. Tantito se han calmado ahora con la llegada del Ejército que tiene instalados dos retenes a la entrada y salida de Chilapa”, agregó.

Probablemente el tianguis de Chilapa es de los pocos en el país en el que todavía se practica el trueque. Los indígenas, sobre todo, intercambian jitomates por chiles verdes; pan por jitomate; hamacas por maíz; gallinas por maíz; elotes por calabazas. Hasta conejos, codornices, chivos, burros, caballos y reses, se pueden adquirir, lo mismo que huevos, quesos, leche y pasto.

También se expenden artesanías de múltiples colores: canastas, petates, ollas decoradas, sombreros de palma, frutas, verduras, comales, metates, semillas, plantas medicinales, leña, carbón, ropa tradicional. Sillas o salas completas de madera; máscaras, cajitas de Olinalá y no pueden faltar el pozole y mezcal, tradicionales de la región.

Una persona prácticamente puede adquirir todo lo que necesita para vivir, descansar, o divertirse; incluso, se encuentra fayuca proveniente del barrio de Tepito, en la ciudad de México.

Se dice que en tiempos remotos llegaban al tianguis –además de los indígenas nahuas, que poblaron Chilapa–, los provenien- tes de las zonas mixteca y tlapaneca. Hoy es un gran conglomerado de colores, olores y sabores, plasmados en cientos de puestos instalados a lo largo de más de un kilómetro.

Días de tensión

Lo cierto es que hasta el domingo 10 de agosto todavía se podían observar los rostros tristes de cientos de comerciantes, a la espera de los compradores, que no llegaban. Al menos hasta las 11 de la mañana los pasillos estaban semivacíos.

El responsable del mercado, Juan Antonio Celis, aceptó que hubo dos o tres días de tensión entre los locatarios, que los obligó a cerrar sus negocios “pero ya se normalizó la situación, siempre estuvieron abiertos la mayoría de los negocios, nunca cerró el mercado, solamente se están yendo a sus casas un poco más temprano de lo común, como a las 18 horas, porque normalmente se cierra antes de las 20 horas”.

En tanto, el capitán del Ejército Mexicano, Job Encarnación Cuenca, encargado de despacho de Seguridad Pública municipal, comentó, en entrevista telefónica, que “mucho delincuente aprovechó para extorsionar, no a los comerciantes directamente, pero sí a la población, pero la situación ha mejorado”.

Reconoció que la violencia provocó que disminuyera el flujo de vendedores y compradores. “Tuvimos dos domingos en que bajó mucho la llegada de artesanos al tianguis, pero hoy se ha normalizado” y calculó que ya se han instalado en 95 por ciento los más de mil 700 comerciantes locales y foráneos.

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