Sobrino de Lucio Cabañas, entre los desaparecidos de Iguala

Redacción E-Consulta

Tixtla.— Dos generaciones marcadas por las desapariciones. En los 70, durante la llamada guerra sucia, Cutberto Ortiz Cabañas desapareció cuando acompañaba al guerrillero Lucio Cabañas, dirigente del Partido de los Pobres, en Atoyac de Álvarez.

Cuatro décadas después, recuerda Elodia Ortiz Cabañas, prima del extinto guerrillero, la tragedia vuelve a su casa.

Después de que su hermano desapareció, relata Elodia, en su familia sentían mucha tristeza. Su mamá, sus hermanos, todos vivieron tiempos de mucha angustia y miedo. “De pensar muchas cosas”. Aunque por años guardaron la esperanza de ver a su hermano, ahora lo dan por muerto, hasta una fotografía de él ponen en la ofrenda familiar del Día de Muertos.

“Se repitió la historia”, dice la mujer con voz entrecortada. Entre los 43 normalistas desaparecidos del 26 de septiembre en Iguala está su sobrino Cutberto Ortiz Ramos, estudiante de primer año de esa escuela, quien comparte con su tío el nombre y el destino.

Sentada en una banca desde donde admira la ofrenda que colocaron en memoria de sus siete compañeros muertos durante el gobierno de Ángel Aguirre Rivero, recuerda:

“Ya sabemos qué se siente pasar por esta tragedia, por no saber si están vivos o muertos”, dice la mujer de 70 años, quien tuvo que cambiarse el apellido para poder sobrevivir durante la época de la guerrilla.

La mujer de ceño adusto bromea y comenta que tuvo que “negar” a su propio primo y cambiarse el apellido. En ese entonces se llamaba Elodia Ortiz Ocampo, porque el Ejército los acosaba por su cercanía con el maestro normalista.

El rostro de Cutberto Ortiz Ramos está en la posición número 40, de izquierda a derecha, del cartel que el gobierno de Guerrero circuló con los 43 normalistas de Ayotzinapa, luego de la masacre de Iguala.

Cutberto se observa serio. “Es trabajador, solidario y a quien le gustaba jugar basquetbol en la cancha San Juan de las Flores —a 30 minutos de Atoyac de Álvarez—”, refiere su tía.

Acompañada de sus familiares, la mujer por segunda ocasión asiste a la normal a visitar a su hermano Óscar Ortiz Cabañas, papá de Cutberto, quien vive allí a la espera de noticias de su hijo desde el 28 de septiembre, dos días después de que desaparecieron.

Dice que a “Cutbe”, como lo llamaban sus familiares y amigos, no le molestaba ayudarla con labores de su casa. Le pintó su casa y a sus papás los apoyaba en la siembra de café en una huerta chica que tienen, donde paseaba en épocas de la guerrilla Lucio Cabañas.

Cutberto, el tío del estudiante desaparecido, tenía casi la misma edad que su sobrino cuando no se supo más de él.

El año pasado —dice Elodia— su sobrino quiso entrar a Ayotzinapa, pero sus papás no lo dejaron porque no tenían dinero. Fue hasta este año que con sus ahorros pudieron mandar al joven que estudiaba la carrera de Educación Primaria. “Fue cuando él ya se vino [a Ayotzinapa], él quería ser algo en la vida”.

Elodia a veces piensa que su sobrino está vivo. “Estamos con la esperanza, ojalá estén vivos, esa es la esperanza”.

Ella ya pasó ese duelo y las esperanzas se reducen. Lo que más le preocupa es la mamá de “Cutbe” y su hermano, pues él casi no comía y estaba muy intranquilo porque veía pasar los días sin saber de él. Ahora, parece, hay alguna información de que los 43 desaparecidos podrían estar vivos, pero ella no guarda muchas esperanzas…

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