- En una cremación el cuerpo no queda totalmente pulverizado: académica de la UNAM
- El uso de llantas como combustible habría facilitado la incineración, señalan expertos forenses
- Ciertos huesos, además de los dientes, son difíciles de destruir, aun a altas temperaturas: Valencia
Emir Olivares y Gustavo Castillo
La Jornada (Imagen de archivo)
La posibilidad de que los cadáveres de más de 40 personas pudieran ser calcinados al aire libre en el basurero municipal de Cocula, Guerrero –como es la tesis de la Procuraduría General de la República (PGR) sobre el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos–, generó visiones contrapuestas entre especialistas forenses.
Lorena Valencia Caballero, jefa de la Unidad de Investigación de la licenciatura en Ciencias Forenses de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), asegura que para realizar ese tipo de quema se requieren conocimientos mutidisciplinarios para conocer las condiciones ambientales, geológicas, físicas y químicas.
Sin embargo, especialistas que forman parte de la Red Iberoamericana de Instituciones de Medicina Legal y Ciencias Forenses sostienen que estudios internacionales han establecido que una llanta quemada genera una temperatura de mil 600 grados centígrados, la misma que provoca que los huesos de una persona prácticamente se fusionen. Ante ello estimaron factible que el grupo criminal incinerara los cuerpos de más de 40 personas al mantener un hoguera con neumáticos y leña durante 14 horas.
A su vez, Valencia Caballero explicó que cuando un cuerpo humano se somete a un proceso de cremación tradicional (dentro de un horno que llega a alcanzar una temperatura hasta de 940 grados centígrados) los restos no pueden quedar totalmente pulverizados, pues ciertos huesos, y sobre todo la dentadura, son difíciles de destruir y por tanto deben ser sometidos posteriormente a un proceso de trituración.
La académica de la UNAM fue entrevistada en torno a los avances que dio a conocer el procurador Jesús Murillo Karam sobre la investigación del caso Ayotizinapa, donde expuso que los estudiantes presuntamente habrían sido calcinados en una hoguera que tuvo como base llantas y leña, y como aceleradores, gasolina, diesel y plástico.
Valencia Caballero señaló: ‘‘No cuento con las evidencias sobre ese caso particular, pero puedo aportar mis conocimientos sobre la literatura relacionada con los crematorios. En estos hornos la temperatura oscila entre los 600 y 940 grados centígrados; se trata de hornos cerrados diseñados para quemar un cuerpo, que puede tardar en calcinarse de dos a cinco horas, dependiendo de la temperatura y la complexión del individuo.
‘‘Pero aun después de este proceso se necesita un segundo, que es la trituración de algunos huesos y de la dentadura. Estos restos que no se alcanzan a pulverizar deben pasar por una máquina para finalmente transformarlos en cenizas. Se habla de que se usó una cerca de piedras, pero, ¿hasta qué punto se tiene conocimiento para controlar eso? En un ambiente así (el basurero) es complejo evitar que el fuego se propague.
‘‘Además, hay otros factores, como el control que se puede tener de la temperatura, el medio ambiente, el clima, la ubicación del terreno, la cantidad de cuerpos, el viento, la humedad, la altura, los materiales usados para la combustión.’’
Los que llevaron a cabo esa acción debieron contar con conocimientos para calcular la cantidad de material combustible (diésel, llantas, leña) necesarios para mantener por horas encendida una hoguera para quemar tantos cuerpos, y para lograr una temperatura constante en la misma, dijo la académica.
Sin embargo, los especialistas internacionales refirieron que ‘‘con base en la información difundida por las autoridades y la experiencia forense en materia de incendio, es posible que el cuerpo de una persona sea calcinado en las condiciones que se presentan en la zona del basurero de Cocula, en Guerrero, sobre todo si se mantuvo el fuego durante tanto tiempo (14 horas)’’.
Los especialistas entrevistados, los cuales solicitaron el anonimato debido a que podrían participar en la identificación oficial de los restos, apuntaron que ‘‘se debe considerar que el sitio en el que se realizó la incineración es una barranca, en la cual las corrientes de viento debieron ser casi nulas.
‘‘Además, según la información difundida, los cuerpos de las víctimas fueron colocados sobre las llantas llenas de madera y con los aceleradores la temperatura se incrementó a niveles con los cuales se procesan los materiales para la producción de cemento, la cual llega a los mil 600 grados centígrados.
‘‘Los estudios internacionales refieren que a partir de los 800 grados la consistencia de los huesos se deforma y se cristaliza la estructura interna más sólida, dejando en situación de fragilidad cualquier parte ósea que se exponga a esas temperaturas.
‘‘Entre los 100 y 600 grados centígrados los restos se deshidratan; al alcanzar temperaturas de 500 a 800 grados, los restos se descomponen, y entre los 900 y los mil grados se extraen los carbonatos, esto es, que el hueso esponjoso se encoje y mantiene su forma, pero el hueso compacto se quiebra.
‘‘En temperaturas superiores a los 800 grados se observan grietas en las superficies de los huesos y existe decoloración; las partes negras indican que están carbonizadas; los huesos blancos están calcinados y difícilmente hay partes que puedan ser analizadas para obtener muestras de ADN.
‘‘Si como se ha dicho, los delincuentes trituraron los restos después de mantenerlos en la hoguera, los pedazos tardarán de semanas a meses en ser analizados, ya que la contaminación derivada de los neumáticos y los aceleradores, así como la intensidad del fuego, no permitirán que se trabaje de manera rápida la identificación’’, señalaron los peritos internacionales.