Lleva ocho años buscando a su hija; finalmente en San Luis Potosí, encuentra una pista

Anayeli García Martínez
Proceso

SAN LUIS POTOSÍ, S.L.P. (apro-cimac).- Una pista para encontrar a su hija le devolvió el corazón a Leticia Sofía Martínez. De nacionalidad hondureña, ayer por la noche descubrió que Merza Yanira Mayorga se hospedó durante cuatro meses en la Casa de la Caridad Hogar del Migrante Monseñor Luis Morales Reyes, en esta capital potosina.

Un retrato de Merza Yanira Mayorga.
Foto: Cimac Noticias

La alegría se desbordó entre los integrantes de la caravana de madres centroamericanas que buscan a sus hijos migrantes desaparecidos, luego de que llegaron a este albergue y se enteraron de que ahí estuvo Merza, a quien no han visto desde hace 10 años y con quien perdieron contacto desde hace ocho.

Ayer este refugio ofreció una cena a las madres. En el comedor convivieron voluntarios, activistas y las Damas de la Cruz Roja que llegaron para obsequiar artículos de limpieza personal. Una de ellas, Anita, platicó con Leticia.

La hondureña comenzó a contarle su vida. “Yo no podía dejar de fijar la atención en la fotografía, mientras ella (Leticia) me decía que era de Honduras y buscaba a su hija”, narró la voluntaria de la Cruz Roja. Al final, no se aguantó las ganas y le dijo: “No quiero que te hagas falsas esperanzas, pero yo la conozco”.

La ilusión de la madre creció más cuando Anita llamó a otra de sus compañeras y le pidió sacar su teléfono celular. Ambas buscaron entre sus fotografías y encontraron la de una mujer muy parecida a la imagen que Leticia lleva en el pecho.

Las Damas de la Cruz Roja relataron que el pasado 30 de abril en un festejo por el Día del Niño conocieron a la mujer de la foto. Las voluntarias regresaron el 10 de mayo por el Día de las Madres y la volvieron a ver, aunque se hacía llamar “Silvia”.

Al escuchar el relato, Leticia se emocionó. Las voluntarias le contaron que Silvia, su Merza, viajaba con dos niños pequeños, quizás de tres y seis años. En las fotos del teléfono ella aparece con los menores. “Es madre”, se dice Leticia a sí misma.

“Lo que lamentaba (Merza) es que su hija me iba llamar ‘mami’ a mí y no a ella”, recordó Leticia. Y es que en 2004, cuando abandonó su país, la joven dejó una niña de dos años de edad con la abuela. Este 30 de noviembre cumplirá 12 años de edad sin su madre migrante y sin su abuela, que ahora está en México.

Mientras las mujeres hablaban de Merza o “Silvia”, se dieron cuenta de que los datos coincidían: Hondureña de San Pedro Sula, cuya madre se llama Leticia y tiene primos en Estados Unidos.

Incluso, la mamá de Merza dijo que una ocasión su hija le dijo que si por seguridad se cambiaba el nombre se pondría “Leticia”, lo que al parecer no sucedió.

Madre e hija hablaron durante dos años, luego de que la segunda se quedó a vivir en Chiapas. Pero un día perdió todo rastro de ella. “El 27 de octubre de 2006 me llamó con una voz suave –como si estuviera bajo amenaza–, me saludó y me dijo: ‘Mami, si recibe una llamada de un número de México, por favor no conteste’”.

En busca de más pistas

Con la seguridad de tener un rastro firme, Leticia pidió al personal del albergue revisar su base de datos. Desde agosto de 2009, este refugio registra a las personas migrantes que tocan a su puerta, toma fotografías y recoge datos básicos como números telefónicos y la dirección de la familia.

El encargado del área de la base de datos, Javier Zavala, dijo en entrevista que muchas veces los migrantes se cambian de nombre por cuestiones de seguridad y no dan sus datos por temor a extorsiones. En este caso, entre la información se encontró la foto y el nombre de “Silvia”, con fecha de ingreso 4 de abril de 2014.

Trabajadores del refugio aseguraron que conocieron a la joven y que vivió aquí durante unos cuatro meses, ya que a pesar de que el alojamiento es sólo por tres días, iba con sus hijos y estaba pasando un proceso legal por una denuncia de violencia intrafamiliar.

Al parecer, esa es la causa de que esté huyendo y perdiera comunicación con su madre.

En el paso de la caravana por Coatzacoalcos, Veracruz, una mujer se acercó a Leticia y le confió que conoció a Merza. Le dijo que su marido la golpeaba, por lo que “tuvo que escapar”.

Merza se fue del albergue rumbo a Tamaulipas, con la intención de cruzar hacia Estados Unidos. Aún así, Leticia quiere creer que verá a su hija sin importar si quiere quedarse en México para estar con los nietos “mexicanitos”.

La caravana de madres centroamericanas que buscan a sus hijos migrantes desaparecidos se dirige a Guadalajara, Jalisco. Ahí es probable que Leticia encuentre otra pista para encontrar a su hija. En tanto, las mujeres participantes siguen su recorrido para continuar con la difusión de historias y obtener más pistas para encontrar a sus familiares.

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