Confirma Rosalinda Rosas, mujer descalabrada por granaderos, que policías atacaron a manifestantes y no a vándalos

Mathieu Tourliere
Proceso

MÉXICO, D.F. (apro).- A las ocho de la noche, cuando terminó el mitin en el Ángel de la Independencia, el cual cerró la marcha pacífica en apoyo a los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, un grupo de encapuchados caminó por la lateral del Paseo de la Reforma y rompió vidrios de cuatro tiendas Oxxo y Extra, así como de sucursales bancarias, entre ellas la del Santander ubicado en la plaza comercial Reforma 222.

Los encapuchados se habían desvanecido por las calles aledañas cuando los centenares de granaderos del Distrito Federal, quienes los venían siguiendo a una buena distancia, bloquearon la avenida Reforma a ambos lados del Senado y “encapsularon” con violencia a las personas que ahí se encontraban.

Tres jóvenes fueron detenidos mientras protegían a una señora, Rosalinda Rosas Nieves, que los policías agredían, dejándola con la cabeza muy ensangrentada. Originaria de la delegación Tláhuac, Nieves, ya con la cabeza cubierta de vendas, relató, la garganta cerrada por el llanto:

“No los conozco a los muchachos. A lo mucho tendrían 20 años. Se los llevaron y les dijeron que ellos estaban tirando bombas molotov, cuando no es cierto, lo que hicieron fue defenderme para que no me golpearan más. Entre varios granaderos se los jalaron y los llevaron. Ellos no habían hecho nada más que protegerme”.

Al llegar a Reforma, “acá estaban los de negro. Unos de negro que estaban quemando cosas, unos con las caras tapadas. Y los granaderos a ellos no les hicieron nada. Se nos vinieron a toda la gente de frente, entonces nos hicimos para atrás. A los de negro no les hicieron nada, pero a nosotros sí nos pegaron. A mi hija la empezaron a jalonear, la replegamos a una reja (del Senado) y yo me agarré de la reja para que no se la llevaran”.

“Como veían que no la dejaba, me empezaron a pegar con los toletes y un granadero que tenía una máscara de acrílico y la cara oculta con un pañuelo blanco fue el que me pegó con un tubo en la cabeza y los otros me siguieron pegando. Los tres muchachos que se metieron a defenderme les decían ‘no le pegues a la madre’. Entre varios granaderos se los llevaron”.

Según la Secretaría de Gobierno capitalina, tres personas de sexo masculino fueron presentadas ante el Ministerio Público a raíz de la manifestación.

Miguel Herrera, director de la Brigada Marabunta, aseveró que todos los encapuchados responsables de los destrozos se habían ido cuando los granaderos cargaron contra la gente que caminaba sobre la avenida Reforma.

La Brigada Marabunta es una organización de la sociedad civil compuesta de observadores y defensores de derechos humanos, quienes documentan los abusos policiacos y proporcionan la primera atención a los heridos, lo anterior en acuerdo con la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF). Se les reconoce por su vestimenta y casco rojos, así como por la bandera que sobresale de sus mochilas.

Su grupo de nueve personas estaba resguardando a un grupo de cinco jóvenes quienes, agregó, “sabemos que no fueron los que provocaron los destrozos” cuando un grupo de granaderos los rodearon, los golpearon y robaron una cámara y rompieron dos más. Una integrante de la brigada recibió un golpe de escudo en la rodilla.

“La lectura que nos dejan los granaderos sería: ‘Les dejamos que hagan destrozos para criminalizar la protesta social; luego dejamos que la gente que hace estos destrozos se vaya y, finalmente, vamos sobre la gente que se manifiesta en paz’.

“No puedo confirmarlo, pero por la vía de los hechos es lo que pasó”, denunció Herrera.

Cuando los centenares de granaderos cerraron la avenida Reforma y encapsularon a un grupo de más de 50 personas –tanto jóvenes como adultos y hasta personas mayores–, visitadores de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) decidieron de manera espontánea formar un “muro” para protegerles de los policías.

Se quedaron en el Paseo de la Reforma, a altura del Senado de la República, durante un largo tiempo. Al lado, tres personas heridas recibían atención por parte de los médicos del ombudsman nacional y de la Brigada Marabunta, mientras que integrantes de la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU en México observaban los acontecimientos y tomaban notas.

Finalmente, el contingente de personas protegidas por los visitadores de la CNDH y cercadas por los granaderos avanzó rumbo al Metro Hidalgo. “Arte y cultura, contra la dictadura”, cantaron varios de ellos.

Los visitadores formaron un “corredor humano” para permitir a las personas ingresar en la estación del Metro por grupos reducidos, agradeciendo el gesto a los integrantes del ombudsman.

“Van a tener mucho trabajo en este sexenio” –dijo a un visitador un señor de unos cincuenta años quien había quedado atrapado en el cerco policial–, “con este Peña Nieto represor”.

Afuera del Metro, un joven dijo en su celular: “Es que nos encapsularon, los encapuchados hicieron un desmadre y nos pegaron los granaderos”. En respuesta a su interlocutor, añadió con una sonrisa: “Sí, ya me pegaron en la mejilla. No… no podré ir a tomar wey”.

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