Emily Corona
Reforma
Cd. de México, México (10 enero 2015).- Sorprendido, Alberto Suárez Inda interpreta su nombramiento como Cardenal como una misión para animar al pueblo, para estar cerca de las víctimas y ser misericordiosos.
En Morelia, una ciudad azotada por el crimen organizado, Suárez Inda estima que en su nueva faceta como Cardenal los discursos sobran y lo que falta son acciones.
«Yo me sorprendo que a mí, pobre hombre ya viejo, con débiles fuerzas, me pida este cargo (el Papa Francisco)», dice en entrevista el prelado, a tres semanas de cumplir 76 años.
«Me sorprende, pero bueno, lo agradezco, y se lo quiero dedicar, como dicen los toreros, brindar la faena a mi pueblo, al Estado de Michoacán y Guanajuato, porque mi Diócesis tiene también 10 municipios de Guanajuato».
Cuenta que recibió la noticia de su designación a las «5 de la mañana con 10 minutos» del pasado domingo, sin ningún aviso previo de por medio.
«Este Papa hace travesuras, no avisa», suelta al tiempo de recordar que desde hace un año presenó al Vaticano su carta de retiro, la cual fue rechazada.
«Por favor aguante, no se nos escape», relata que le dijeron.
El nombramiento sorprendió a más de uno, ya que, según algunas versiones, el Papa ignoró la regla no escrita de las «sedes cardenalicias», según la cual los titulares de las Arquidiócesis de las ciudades más importantes de los diferentes países aspiran casi de manera automática al más alto título que puede conceder el Papa.
Tras rechazar el apelativo de «Príncipe de la Iglesia católica», que se da a los Cardenales, Suárez Inda externa que él es más bien «Cardenal de periferia», en referencia a la insistencia del Papa de adoptar una mirada hacia la periferia y los excluidos.
«Sin duda (me considero así) por varias razones: primero, porque Michoacán está viviendo una emergencia en el aspecto de la violencia. Segundo, porque tenemos una pobreza marcada por el desempleo, una migración extraordinariamente grande», dice.
«Es un Estado que, teniendo muchas riquezas culturales, naturales, está viviendo una crisis. En ese sentido, es una periferia. No nos comparamos con las grandes urbes como Monterrey y Guadalajara».
«Ya se acabaron los príncipes», resalta, «soy Cardenal y Cardenal no quiere decir príncipe, quiere decir colaborador del Papa».
«Es teología medieval, ya hace tiempo que no se debería usar esa palabra», señala.
Con casi 20 años como Arzobispo de Morelia, Suárez Inda no se mantuvo ajeno a la ola de violencia que azota a Michoacán.
En los últimos años, principalmente tras el atentado del 15 de septiembre de 2008, que dejó en el Zócalo de esa ciudad ocho muertos y más de 100 heridos, el prelado encabezó movilizaciones y llamados por la paz en la entidad.
Sobre el fenómeno de las autodefensas, opina que es explicable el hartazgo de la gente y que hayan querido hacer justicia para defenderse.
Sin embargo, destaca, no por eso se justifica.
«El resultado no ha sido nada positivo. Son varios grupos, cada quien quiere tener autoridad, quiere tener dominio del territorio y entonces, surgió esta pugna entre distintos grupos. ¿Cuál es el legítimo? Ninguno tenía derecho a matar».