México, 6 de mayo 2015 (NOTIGODÍNEZ).- Las miles de familias que salen huyendo de sus comunidades por la violencia, son otra consecuencia ignominiosa de permitir que criminales se roben el poder en este país. El canibalismo social, manifestado en delincuencia y violencia descontrolada, es producto de un sistema que no provee a la sociedad con lo más elemental para su desarrollo –vivienda, servicios de salud, educación y empleo digno. Una sociedad sin recursos de vida para salir adelante, terminará devorándose a sí misma.
Como fantasmas errando en las zonas marginadas de todo el territorio nacional, 281 mil 400 personas han tenido que abandonar sus hogares huyendo de la violencia ligada al narcotráfico en México, de acuerdo con un reporte difundido por el Centro de Vigilancia de Desplazados Internos (IDMC, por sus siglas en inglés), citado por hoy por el diario La Jornada.
Otra cara brutal del estado fallido que impera en nuestro país, a consecuencia de la falsa «guerra contra el narco» emprendida por Calderón y continuada por el asesino de Atenco para sembrar el caos y terror social.
«La mayor causa de desplazamiento interno en México y el triángulo norteño centroamericano (Guatemala, El Salvador y Honduras) es la violencia criminal vinculada al tráfico de droga y a las actividades de pandillas urbanas (maras)», asegura el texto. Estos cuatro países y Colombia «tienen 19 de las 50 ciudades con el mayor índice de criminalidad del mundo» según el informe. En México la violencia criminal ha causado el desplazamiento de al menos 9 mil personas en 2014, en 10 estados del país», detalla.
Cabe mencionar que los desplazados internos son personas que permanecen en sus países, a diferencia de los refugiados, que se ven obligados a huir a otras naciones buscando asilo.
«Los traficantes de drogas y otros grupos criminales en México son responsables de miles de muertes y secuestros de civiles, aterrorizando a las poblaciones locales […]», añade el informe realizado en Ginebra, Suiza.
Asimismo, se confirma que al régimen usurpador no le interesa el problema porque forma parte del mismo. «No reconoce oficialmente el desplazamiento interno, y las respuestas dadas son fragmentarias e insuficientes», denuncia el reporte. Y tiene todo el sentido: un delincuente no se roba el poder para servir a la sociedad. En todo caso, le interesa perpetuarse por la fuerza y para ello recurre a la violencia. ¿Por qué habría de reconocer sus propios delitos para mantener aterrorizado al pueblo?
Los casos Ayotzinapa, Tlatlaya y Apatzingán son apenas tres sangrientos ejemplos que demuestran lo arriba mencionado.
En el mundo, el IDMC contabilizó 11 millones de desplazados internos sólo en 2014, unas 30 mil personas al día. En cuanto a refugiados, a principios de ese año se detectaron cerca de 16.7 millones dispersos en todo el mundo.
«Se trata de las peores cifras de desplazamientos forzados en una generación, lo que pone de manifiesto nuestro fracaso absoluto para proteger a civiles inocentes» dijo Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para Refugiados (NRC), citado por La Jornada.
«Este informe debería servir como una tremenda señal de alarma. Debemos romper esta tendencia en la que hombres, mujeres y niños se encuentran atrapados en áreas de conflicto en todo el mundo», añadió Egeland, citado en un comunicado del IDMC.
¿Qué significa «romper esta tendencia»? ¿Aumentar el número de albergues en todo el mundo? ¿Por qué no mejor impulsar una reacción evolutiva de la humanidad para derrocar a los grupos de poder que hacen lo que les da la gana con el planeta? Porque es obvio que su globalización y neoliberalismo parece más un retroceso absurdo a los peores tiempos de violencia, destrucción y muerte en la historia de la tierra.
Con información de La Jornada