«LA INJUSTICIA EXISTE PORQUE LO PERMITIMOS»
–Mahatma Gandhi
Este 1 de diciembre de 2015 se cumplieron tres años de la toma violenta –prácticamente golpista– de la Presidencia de la República por parte de Enrique Peña Nieto, un ignorante sujeto que sólo podría haber llegado a Los Pinos a través del fraude, la violencia y el dispendio millonario de recursos públicos.
Así como se hizo del Poder Ejecutivo, a sangre y fuego, Peña Nieto ha mantenido su gestión espuria al frente de las responsabilidades del país. ¿Y cuáles son, para él, esas responsabilidades? Dar cumplimiento a la agenda neoliberal de la mafia que lo impuso, traducida en las contrarreformas vandálicas a nuestra carta magna. A través de ellas, el sujeto cumplió su compromiso de generar más bonanza para los grupos de poder que fraguaron su imposición, con el consecuente hundimiento acelerado del país en un lodazal sin fondo de corrupción, miseria, sangre y muertos como nunca se había visto en la historia reciente.
En este sitio se han documentado muchas de las calamidades que la imposición de Peña trajo consigo para el país, al menos desde mayo de 2014 cuando NOTIGODÍNEZ fue inaugurado. Sin embargo, nuestra intención siempre ha sido ir más allá de simplemente «reportar» las brutalidades que, directa o indirectamente, Peña está perpetrando a cada instante que permanece usurpando la máxima magistratura. Eso ya lo hacen otros medios –desde regímenes usurpadores anteriores– como La Jornada, Proceso, medios emergentes en Internet como Sinembargo, Revolución 3.0 y, desde luego, medios alternativos anteriores a NOTIGODÍNEZ.
A la luz de la información difundida en esos medios y recopilada en éste, intentamos responder la única pregunta lógica frente a la tragedia nacional aquí documentada, en pos de encontrar la solución: ¿POR QUÉ? ¿Por qué sucede todo esto? Ciertamente, Peña Nieto y la mafia oligárquica que lo controla aparecen como los responsables directos. No obstante, al abstraernos de la situación y «mirarla desde afuera», es imposible dejar de señalar a un tercer implicado, quizá el más importante, en todo lo que está sucediendo: EL PUEBLO DE MÉXICO.
No es cierto que el pueblo de México sea «víctima» de esos monstruos –descomunales en apariencia pero minúsculos en realidad– que actualmente lo subyugan. En todo caso es víctima de sí mismo, de su propia indignidad. Ese pueblo que en primera instancia aparece como el más perjudicado a tres años de la imposición de Peña Nieto, cava su propia tumba al colaborar de forma activa con el régimen sangriento del usurpador, facilitando cada agravio, herida y afrenta en su contra. Es decir, es CÓMPLICE POR ACCIÓN AL SEGUIR COLABORANDO CON LOS DELINCUENTES QUE LO ASESINAN, Y POR OMISIÓN AL NO DEFENDERSE Y DEJARSE AVASALLAR.
Ningún ser vivo en la naturaleza es sacrificado sin oponer al menos una mínima resistencia. Todos los animales del planeta, cuando son atacados por otro, se defienden o mueren luchando, mordiendo, cornando, pataleando o por lo menos intentando escapar hasta el último aliento. Pareciera que el único ANIMAL decidido a comportarse de forma anti-natural es el ciudadano mexicano, que no sólo se entrega voluntariamente a los depredadores, indiferente a su propio sufrimiento, sino que incluso colabora con ellos.
De nueva cuenta, a través del ejercicio de la abstracción, es posible visualizar a la masa informe y apaleada de mexicanos sosteniendo voluntariamente su propia cámara de tortura, tripulada por unos cuantos abusivos miserables. En su tremenda resistencia demuestra su fuerza, mal canalizada en seguir manteniendo a sus verdugos contra viento y marea, facilitándoles incluso el puñal con que le infligen las heridas. En otras palabras, el pueblo de México utiliza su inmenso poder en generar la enorme riqueza de los empresarios más acaudalados del mundo, a costa de su propia hambruna.
Así que no es un pueblo débil ni pusilánime, pero sí es un pueblo sin dignidad que no reacciona ante la vejación; que prefiere devorarse a sí mismo antes que cruzar el umbral de lo desconocido y tomar las riendas de su propio destino. Estos tres años permitiendo que una mafia asesina sea quien lo dirija, como a una bestia de carga sin mayor porvenir que el de acarrear a una bola de vividores, vuelven a dar la medida de su propia indignidad.
Que nos desmienta el pueblo de México cobrando conciencia de su poder y sacudiéndose de una vez por todas a las alimañas que llevan mucho tiempo sangrándolo, porque así lo ha permitido él mismo. En el esfuerzo habrá recuperado su dignidad, sea cual sea el resultado, y habrá dado un paso definitivo hacia su liberación.
El problema es que el individuo comun que proteste o actue seriamente contra este sistema tan infectado de delincuentes y asesinos es desaparecido ; y no conforme con eso tambien la familia ; para eso son los cuerpos de inteligencia tan bien entrenados por USA ;necesitamos un cambio que todavia es tiempo y tiene que ser muy radical.