Adolescentes aprenden menos por levantarse temprano: Scientific American

Nelly Toche
El Economista

El problema de levantar a un adolescente para que vaya temprano a la escuela es un tema recurrente que se confunde con rebeldía o flojera hacia los padres. Sin embargo, la ciencia da otra explicación para esta conducta habitual entre los jóvenes, una que además puede ayudar a mejorar su rendimiento escolar.
Un artículo publicado en la revista Scientific American muestra que el ciclo de sueño cambia durante la adolescencia, empujando a los muchachos y muchachas a quedarse hasta más tarde en la noche y dormir más tarde en la mañana.

Kyla Wahlstrom, directora del Centro para la Investigación Aplicada y el Mejoramiento de la Educación, de la Universidad de Minnesota, presentó un estudio a gran escala en febrero. Dio seguimiento a más de 9,000 estudiantes en ocho escuelas secundarias públicas en Minnesota, Colorado y Wyoming. Después de un semestre comenzando las clases a las 8:35 o más, las calificaciones de los alumnos obtenidas en matemáticas, inglés, ciencias y estudios sociales aumentaron.

Otro estudio presentado por la Academia Americana de Pediatría de EU recomienda que los estudiantes de primaria y secundaria retrasen el comienzo de las clases hasta las 8:30. Según este reporte, hacerlo alinearía los horarios de la escuela con los ritmos biológicos del sueño de los adolescentes, cuyos ciclos se retrasan hasta dos horas al comienzo de la pubertad.

La pediatra Judith Owens, autora principal del artículo titulado “Horas de inicio de clases para adolescentes”, y que será publicado en la edición de septiembre en la revista Pediatrics, afirmó que “la falta de sueño crónica en niños y adolescentes es uno de los problemas de salud pública más comunes (…)aunque fácilmente remediable”.

¡No es rebeldía, es la adolescencia!

El doctor Raúl Aguilar Roblero, quien desde hace varios años estudia en México los ritmos biológicos, explicó que esta condición ya se sabe desde hace 25 o 30 años, sin embargo, recientemente investigadores dedicados a estos temas acordaron abordar el problema aplicado en las escuelas y tratar de contribuir en sus comunidades.

“Es importante para el aspecto educativo. Por ello es que se pretende tomar medidas. Probablemente estos artículos son la respuesta a esa necesidad de hacerle saber a la gente, y sobre todo a quienes toman decisiones en el gobierno, que no es buena idea llevar a los jóvenes tan temprano a la escuela, aunque son muchos factores más que determinan esa decisión”.

El cambio en el ciclo de sueño es parte del desarrollo natural, al secretar hormonas sexuales (esteroides) se provoca que nuestros relojes biológicos cambien.

Aproximadamente a partir de los 10 años comienza a ser más difícil para un niño conciliar el sueño a horas tempranas y los papás lo confunden con un capricho por ver un programa o seguir con una actividad; sin embargo, es el efecto de las hormonas. “Así, para la secundaria este asunto se vuelve imposible, su cuerpo cambió y sus relojes se ajustaron; de un patrón que se coordinaba con las necesidades, deseos o costumbres de los papás, a un patrón donde su cuerpo le demanda algo diferente de lo que piden los padres y esto genera un conflicto”.

El investigador del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM agregó que existe la contraparte, pues al estar en pleno desarrollo, la reparación de las células y muchos otros procesos ocurren durante el sueño, “durante el día se desgastan y en la noche se echan a andar todos los procesos de reparación de las células, entonces, en esa edad, con tanta actividad celular, se necesita más sueño de forma natural”.

Aguilar Roblero aseguró que “el problema no es despertarlos. Con un buen despertador o unos padres insistentes se puede lograr, pero el estado mental de los jóvenes no es el adecuado para absorber la información a tan tempranas horas”.

Esto también tiene que ver con los procesos mentales. No es lo mismo aprender procedimientos, como andar en bicicleta u operar una máquina, que si se va a aprender historia o matemáticas. Este es un aprendizaje de hechos y se requiere de otras funciones cerebrales. “Hay cosas que no se deben enseñar a estas horas o sí se puede pero cuesta más trabajo aprenderlas”, explica.

Aunado a ello, cada individuo también tiene codificado en sus genes a través de cronotipos si va a ser gente que se para temprano o no, así coloquialmente se dice que “hay alondras y búhos”.

Por último, las investigaciones muestran que los adolescentes que duermen lo suficiente presentan menor riesgo de padecer obesidad o depresión. Al respecto Aguilar Roblero explica que nuestro funcionamiento orgánico varía y eso es a lo que llamamos ritmos circadianos o relojes biológicos. “Se ha descubierto que estos están engranados con otros procesos muy importantes como el metabolismo, el desarrollo y la reparación celular, que producen enfermedades como diabetes, sobrepeso, entre muchos otros padecimientos”.

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