Aunque se registra menor afluencia, hordas de gentes entregan su dinero a la oligarquía a cambio de baratijas durante Buen Fin

Susana González G.
La Jornada

México, DF. El Buen Fin comenzó desde el primer minuto de este viernes pero, a diferencia de las tres ediciones anteriores, se redujo el número de compradores desvelados que, durante al menos un par de horas, aguardaron la apertura de tiendas o supermercados para ser los primeros en aprovechar las ofertas y facilidades de pago anunciadas para diferentes productos y entre los que, nuevamente, las pantallas de televisión de entre 40 y 60 pulgadas predominaron en los carritos, más que cualquier mercancía.

«¡MÉXICO YA DESPERTÓ!» (JA JA). Foto José Antonio López / La Jornada

Esta vez no hubo tumultos ni empujones al por mayor entre la clientela que, por ejemplo, acudió al Sam´s Club de Avenida Universidad, el cual abrió sus puertas al público o comenzó las ventas de El Buen Fin en cuanto comenzó este 14 de noviembre, de la misma manera que lo hicieron otras 157 sucursales de este tipo y los 247 Walmart que existen en el país, así como otros negocios diferentes.

En la madrugada de hoy, un total de 39 mil 922 negocios estaban registrados en la página oficial de El Buen Fin, pero la mayoría comenzará a hacer efectivas ofertas y promociones en sus horarios normales, es decir de 7 a 11 horas después de que la cadena Walmart arrancó en sus tiendas ya mencionadas.

Los compradores del Sam´s Club enclavado en la colonia Del Valle no entraron desaforadamente a la tienda ni se arrebataron la mercancía entre sí, por lo menos durante las primeras horas de venta, como sí llegó a suceder en las pasadas ediciones de la campaña. Por el contrario, los compradores entraron gozosos, a paso moderado e incluso levantando la mano a manera de saludo para las cámaras de una veintena de fotógrafos y camarógrafos de prensa quienes trepados en tarimas o enmedio de pasillos atestiguaron el arranque de los cuatro días de ofertas y facilidades de pago anunciadas por el comercio organizado y el gobierno federal, con los que se pretende revertir la contracción del consumo interno.

Un par de horas antes de la medianoche, menos de cincuenta personas cenaban en la cafetería externa del Sam´s Club o formaban una incipiente fila frente a la entrada de la tienda, cerrada con una cortina metálica, posesionados ya de los clásicos carritos de supermercado pero también otros más largos y abiertos con mayor capacidad de carga.

El orden se rompió parcialmente minutos antes de la apertura porque a medida que llegó más gente, se arremolinó en la entrada, se metió en la fila y empujó hasta desplazar a quienes llevaban más tiempo esperando, “sin importarles que somos mujeres y que también había personas de la tercera edad y niños. ¡Por eso el país está como está. Ponga eso en su periódico, porque no nos respetamos! Una cosa es que queramos venir a comprar para aprovechar las ofertas y otra que nos empujemos y pisotemos por eso”, se quejó una señora.

En el Walmart aledaño, que a diferencia del Sam´s no cerró sus puertas, congregó a sus clientes desde las diez de la noche del jueves para atestiguar el encendido de luces de un gran árbol con el que la cadena trasnacional dio por inaugurada la Navidad, más de un mes antes de la primera posada. Ahí se repartieron pastelitos, bocadillos, ponche y café gratis entre la clientela, que aunque disciplinadamente se formó para recibir su ración también resultó menor al tumulto registrado en El Buen Fin de 2013, coincidieron trabajadores y funcionarios de la cadena con clientes y reporteros que anualmente han acudido a tal ceremonia.

Hace un año, entre 9 y 10 de la noche del jueves anterior al inicio de El Buen Fin, lucía repleto el estacionamiento que comparten el Sam´s Club y el Walmart, que se ubican en Avenida Universidad, Parroquia y Eje 7 Sur . Los clientes tenían que dar varias vueltas entonces para encontrar un lugar libre para su coche, pero anoche, a esas mismas horas, no tuvieron problema porque varios cajones estaban vacíos. “Quizá se sature al paso de las horas, pero sí, estaba más lleno el otro año”, comentó uno de los viene-viene.

No obstante, la gente no dejó de llegar a ambas tiendas e incluso aunque muchos escogieron su mercancía en menos de 5 minutos para dirigirse de inmediato a las cajas, tuvieron que esperan más de un cuarto de hora para que el sistema comenzara a funcionar. La demora provocó que crecieran las filas y la tienda luciera repleta en su parte frontal durante varios minutos, ande la imposibilidad de que los primeros compradores pudieran pagar e irse, y la llegada de decenas más.

Primerizos y compradores consumados

Para unos, anoche fue su primera vez, otros en cambio acumularon hasta cuatro ocasiones al hilo. Fueron en pareja o en familia, con grupos de hasta 5 o 7 personas, incluídos en algunos casos los padres ancianos y niños en pijama, pero ninguno acudió solo.

Algunos planearon con antelación su compra y aseguraron que ya ésta sustituye a la que realizaban en diciembre pero varios confesaron que adquirían lo que más se les antojara o los productos con las mejores ofertas y no descartan volver a hacer más compras en fin de año.

La mayoría decidió pagar en efectivo pero no escasearon los que optaron con hacerlo con tarjeta de crédito pese a que algunos confesaron arrastrar adeudos de las pasadas ediciones de El Buen Fin, comentaron a La Jornada en un pequeño sondeo aplicado durante las horas de espera.

Todos ellos, sin embargo, renunciaron a varias horas de sueño en el último día hábil de la semana sólo para ser parte de ese ejército de compradores que en plena contracción del consumo interno se apostó afuera de las tiendas que iniciaron El Buen Fin en cuanto comenzó el viernes. “No hay tanta gente como los otros años. Creo que no hay dinero, la situación sí está difícil”, comentó Fernanda, una abogada de 34 años.

Cuando se les preguntó a los clientes por qué acudir a la medianoche y no esperar siquiera a que amaneciera, la mayoría prácticamente repitió una de las dos siguientes respuestas: “Porque si no se acaba” o “Luego ya no encontramos lo que queremos”. “La verdad es por la emoción”, confesó divertida una enfermera de 53 años que ha acudido todos los años al Sam´s de Universidad sin tener un plan determinado sobre lo que va a comprar.

¿Se enteraron de las recomendaciones que hizo la Profeco para que aprovechen mejor sus compras en El Buen Fin?, se les cuestiona a todos los entrevistados.

La verdad no. Yo no escuché nada en el radio, pero eso sí en cada corte de programa anuncios y anuncios de todas las ofertas de los negocios, respondió Arturo, un mecánico de 42 años que, acompañado de su esposa, va a comprar una pantalla de televisión para su trabajo. Su respuesta resume la del resto de los entrevistados ya que todos aseguraron desconocer la campaña de la Profeco.

Colgados o pegados en muros, los carteles de pagos a 18 y 24 meses sin intereses con tarjetas de crédito se observan por doquier y en los precios de las mercancías se especifica el costo al contado y a crédito, pero no hay información en todos los productos sobre los precios anteriores o los descuentos a aplicar.

No se detecta tampoco anuncio alguno de la campaña de la Profeco –“Para un Buen Fin, ¡un buen comienzo!” y “Al que no compara, ¡la compra le sale cara!”, son sus lemas– con los teléfonos a los que el consumidor puede denunciar incumplimiento de ofertas o publicidad engañosa.

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