Con Peña, el peso se ha DEVALUADO MÁS DE 42%; SÍ ES SU CULPA Y SÍ NOS AFECTA

El 1 de diciembre de 2012, día en que el actual usurpador Enrique Peña Nieto se impuso al frente de las responsabilidades del país, el dólar estadounidense al mayoreo se cotizaba en 12 pesos con 94 centavos. Tres años después, la divisa se ha encarecido más de 5 pesos, lo que representa una merma en el valor de nuestra moneda equivalente a más de 42 por ciento.

Es una de la las peores devaluaciones de la historia, sin duda alguna, digan lo que digan los delincuentes usurpadores por boca propia o a través de «renombrados analistas financieros» a sueldo en los medios de comunicación. Baste revisar la evolución del tipo de cambio peso/dólar en los últimos 24 años:

  • 1992: 3 mil viejos pesos por dólar poco antes de concluir el salinato
  • 1994: 3.74 nuevos pesos (aumento de $0.74) al cierre y tras recorrer tres ceros a la moneda, como preámbulo al brutal «error de diciembre»
  • 1995: 7.20 (+$3.46) tras el «error de diciembre», con Ernesto Zedillo
  • 2000: 9.41 (+$2.21) al concluir el régimen sangriento de Zedillo
  • 2006: 10.99 (+$1.58) tras la «gestión» del inepto Vicente Fox
  • 2012: 12.94 (+$1.95) al finalizar la pesadilla sangrienta del genocida Felipe Calderón

En este momento, 28 de enero de 2016, el dólar interbancario cerró su cotización en 18.35 pesos, según datos de la agencia Proceso, lo que hasta hoy representaría un aumento acumulado de 5.41 pesos. Como se observa, este agudo incremento en el valor de la divisa estadounidense en apenas tres años de espuriato peñista, es sólo comparable al registrado durante la gestión completa de Ernesto Zedillo, que al cierre presentaba una apreciación acumulada de 5.47 pesos. Sin embargo, la abrupta devaluación del peso registrada en diciembre de 1994 se explica por dos factores: 1) el desastre financiero que dejó Carlos Salinas de Gortari, y 2) las decisiones de Zedillo –conocidas como el «error de diciembre»– para frenar la caída del peso, que en primera instancia generaron el efecto opuesto mientras se «estabilizaba» el tipo de cambio, a costa, claro, de mayor endeudamiento. ¿Y la devaluación actual a qué se debe?

La escalada en el precio del dólar durante el actual régimen usurpador, se observa claramente en la siguiente gráfica del portal Sinembargo, que toma en cuenta el máximo histórico alcanzado el 21 de enero de este año, día en que el billete verde cerró en 19.10 pesos por unidad:

Gráfico de Sinembargo
Tomada de Sinembargo

La claque de Peña Nieto pagada con el dinero de todos los mexicanos –desde los merolicos de la televisión hasta los troles de poca monta en redes sociales–, alude principalmente a la «baja en los precios internacionales del petróleo» para explicar estos números rojos. Los más «enterados» pero no menos engañabobos, complementarán el discurso farfullando sobre la desaceleración económica en China, los rumores sobre los anuncios de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), la «volatilidad de los mercados internacionales» y toda una retahíla de eufemismos y pretextos muy bien pensados para dejar a la gente con la lengua de fuera, sin haber entendido absolutamente nada, pero eso sí, convencida de que «no es culpa del gobierno».

¿Es culpa de Peña Nieto? Sí, por haberse ofrecido voluntariamente –y si no lo hizo, que renuncie y denuncie– para usurpar la presidencia de la república y ponerla al servicio de la mafia que lo «patrocina». Es cierto que ese guiñapo no toma las decisiones y ni siquiera sirve para articular correctamente los discursos que le obligan a pronunciar… ¿y? Ello no lo exime de su responsabilidad al prestarse como careta de quienes fraguan las contrarreformas, las «políticas» económicas, el endeudamiento para beneficio de los bancos y los «acuerdos internacionales» que permiten a más emporios trasnacionales venir a saquear.

Aclarado este punto –PEÑA, POR MÁS IMBÉCIL QUE SEA, SÍ ES RESPONSABLE DE LA GRAVE SITUACIÓN NACIONAL DESDE EL CARGO QUE USURPA– debemos voltear ahora hacia sus titiriteros, los cerebros detrás de la masacre económica. ¿Quiénes acaparan toda la riqueza de la humanidad? ¿Quiénes acaban siempre beneficiados con el jugoso negocio de la especualción de capital y las devaluaciones? La respuesta es obvia: LOS BANQUEROS, ETERNOS AMANTES DEL DINERO AJENO; las cabezas del complejo laberinto jerárquico que abarca a los monstruosos corporativos trasnacionales, las grandes industrias en todos los ramos y de ahí para abajo, cualquier cantidad de negocios –legales e ilegales– que cotizan en las bolsas mundiales, incluyendo el narco. ¿Quién los financia a ellos? ¿QUIÉN APORTA LA INVERSIÓN Y AGLUTINA LAS UTILIDADES? LOS BANCOS.

Todo se reduce a entender las reglas, que ellos mismos no respetan, de su propio juego macabro: el mercado, la oferta y la demanda. Consideraciones adicionales sólo sirven para enmarañar el discurso y generar confusión en los cerebros del «ciudadano común», embrutecido por la televisión.

Empecemos por la baja en los precios internacionales del petróleo, causada por la sobreproducción del energético por cortesía de los integrantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), aliados de Estados Unidos y entre los que NO se encuentra México. Al haber una sobreoferta de petróleo en el mercado, baja la demanda y por lo tanto su precio. La estrategia beneficia a los grandes importadores netos del hidrocarburo, principalmente Estados Unidos, y manda a la quiebra a las economías que dependen de la venta de crudo, caso de México. ¡El plan (con maña) perfecto para seguirnos endeudando! Peor aún, la contrarreforma energética cedió el total de la renta petrolera –ingresos– a las trasnacionales del sector, a cambio de una cuota miserable.

La catástrofe económica de México por la baja en los precios internacionales del crudo, podría sobrellevarse si nuestro país no dependiera de la exportación y privilegiara el autoconsumo. Claro que esto no es compatible con los intereses de las grandes trasnacionales y de sus propietarios, los banqueros.

Las mismas reglas aplican con el dólar, pero a la inversa. Un buen día los especuladores de capital –banqueros– se levantan con ganas de engordarse más los bolsillos; truenan los dedos y sus empleados en las trasnacionales que han estado enriqueciéndose en el país, transfieren sus ganancias hacia sus cuentas en sus países de origen, sobre todo Estados Unidos, pretextando «la desaceleración en China», «la crisis en Grecia», «la volatilidad de los mercados», «las flatulencias de Obama», etc. Todo rumor es bueno para especular y generar salida de capitales. En ese entorno, la Fed aprovecha para «subir sus tasas de interés» provocando un flujo mucho mayor de dólares hacia el vecino país del norte. En consecuencia, países emergentes –pobres– como México se quedan sin la divisa, e inevitablemente se dispara su valor al escasear en el mercado bursátil. Baja la oferta y aumenta el precio.

Para cerrar con broche de oro, el «genial» delincuente que ocupa la dirección del Banco de México (Banxico), Agustín Carstens, entidad responsable de determinar la «política monetaria» precisamente desde el sexenio de Ernesto Zedillo, subasta las pocas reservas monetarias del país «a precio mínimo». De esta manera, ganan los que iniciaron este delirante ciclo tramposo de especulación y devaluación: LOS BANCOS.

A causa, nuevamente, de las contrarreformas, México no dispone de un blindaje económico sólido para enfrentar estas ofensivas especulatorias –en estricta teoría, cada dólar debería estar sustentado por su correspondiente cantidad en oro y aquí prácticamente lo regalamos a las mineras extranjeras. Es decir, si nuestro país tuviera ingresos suficientes, no dependientes del petróleo ni de la abusiva recaudación fiscal sobre la clase media, habría reservas para enfrentar las salidas de capital generadas por la especulación mañosa. No obstante, las «políticas neoliberales» plasmadas en las contrarreformas laboral, fiscal, financiera y energética, facilitan a las grandes trasnacionales riqueza fácil que luego sacan del país a cambio de NADA (migajas, en el mejor de los casos). Así, la cacareada «inversión extranjera» que tanto difunden los medios para dar la sensación de «prosperidad», sin recaudación justa de por medio, es la causa principal de la quiebra económica del país. Por ello en este medio exhibimos y denunciamos, hasta donde podemos, la creciente invasión trasnacional.

Frente a este escenario, parece ocioso explicar que la devaluación sí afecta a los mexicanos. ¿Qué ocurre, por ejemplo, cuando aumenta el kilo de maíz de un día para otro, mientras el salario se queda igual? Se encarecen la tortilla, el aceite y muchos otros productos básicos que dependen del grano, dificultando que decenas de millones de mexicanos pobres puedan adquirirlos. ¿Y por qué la devaluación provocaría que el kilo de maíz se incrementara? Porque en el teatro del absurdo llamado México –país que aportó la planta del maíz al mundo–, más de la mitad del grano que consume la población SE COMPRA AL EXTRANJERO, Y EN DÓLARES, otra vez, por cortesía de los regímenes que durante décadas han venido desmantelando al campo mexicano, volviendo a nuestro país incapaz de ser autosuficiente. ¿Quiénes ganan con esto? Monsanto, Syngenta y otras exportadoras de venenoso maíz transgénico, que tienen financiamiento o son propiedad… de banqueros –volvemos al origen de todo el problema. Lo mismo sucede con el resto de insumos y materias primas que México no produce por sí mismo, necesarias para proveer toda una gama de productos a la población. Ganan las grandes trasnacionales exportadoras y de ahí, hacia arriba en la pirámide, los banqueros.

Ciertamente, los aumentos a precios de productos y servicios no han sido tan agudos como se esperaría con una devaluación de más de cinco pesos en tres años. Esto se debe a que los importadores aún disponen de materias primas en inventario. Sin embargo, llevan advirtiendo al menos un par de meses que las reservas se están agotando. Cuando llegue el momento de reabastecerse, los importadores trasladarán el excedente por el alto costo del dólar… ¿a quién creen? Mírense al espejo y sigan «trabajando por México», porque la «casa nunca pierde», y gracias al pueblo indigno que se deja esclavizar, la «casa» le pertenece a los banqueros.

Por todo esto, el boicot económico aparece como la única medida racional para detener esta desquiciante dinámica de riqueza para unos cuantos y miseria para la mayoría de los mexicanos. Dejar de entregar el poco dinero que llega a nuestros bolsillos, a los delincuentes más peligrosos del mundo, los voraces banqueros especuladores y amasadores de capital; dejar de consumir en sus instrumentos –las grandes trasnacionales– de saqueo, explotación y corrupción. En suma, DEJAR DE FINANCIAR A LOS CRIMINALES QUE TIENEN HUNDIDO AL MUNDO EN LAS CONDICIONES MÁS IGNOMINIOSAS DE LA HISTORIA, donde el ser humano paga a sus verdugos por seguir sometido ante ellos, inmerso en una burda y grotesca ilusión de «libertad».

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