Javier Flores
La Jornada
En los primeros días de octubre arribará a Sierra Leona, en África occidental, un equipo de salud integrado por médicos y enfermeras cubanos, que estarán en la primera línea de la batalla para contener el avance de la enfermedad producida por el virus del ébola. Se trata de una de las expresiones de solidaridad médica más importantes en los años recientes, en este caso ante una enfermedad pra la que hasta ahora no hay cura, la cual ha afectado aproximadamente a 5 mil 500 personas y causado la muerte a más de 2 mil 500. Muestra la vigencia de valores esenciales en la medicina como el compromiso real con los enfermos y su sufrimiento, que parecerían perderse en un mundo dominado por la ambición y el odio.
La directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Margaret Chan, fue muy clara al señalar que el dinero y los materiales son necesarios, pero no pueden por sí solos detener la transmisión del virus del ébola. “Los recursos humanos son claramente nuestra necesidad más importante”, dijo durante una reunión en la que el ministro de Salud Pública de Cuba, Roberto Morales Ojeda, anunció que su país enviará un equipo médico integrado por 165 personas.
En un comunicado emitido por la OMS, Bruce Aylward, director adjunto del organismo internacional, señaló que muchos países han ofrecido dinero, pero ninguno un número tan grande de trabajadores de la salud para realizar las tareas más difíciles en la presente crisis. “Quienes hemos estado involucrados en los esfuerzos de respuesta sabemos lo valiosa que es esta oferta”, reconoció.
El equipo cubano está integrado por 100 enfermeras, 50 médicos, tres epidemiólogos, tres especialistas en cuidados intensivos, tres enfermeras especialistas en el control de infecciones y cinco funcionarios de movilización social, todos bajo la supervisión del epidemiólogo Jorge Juan Delgado Bustillo.
Es muy importante destacar otros aspectos no menos importantes en la decisión cubana, pues, en el caso de la enfermedad producida por el virus del ébola, las labores médicas y científicas se encuentran entre las de más alto riesgo.
En efecto, en un artículo reciente, Juan Ramón de la Fuente, ex secretario de Salud de México, se refirió a este tema, pues en agosto pasado (entre médicos, enfermeras y voluntarios) podían contarse al menos 80 muertes, entre ellas la del doctor Umar Khan, quien lideraba los esfuerzos para combatir esta enfermedad precisamente en Sierra Leona (El Universal, 12/8/14).
En los primeros días de septiembre no sólo crecía el número total de víctimas por la enfermedad, sino también el de trabajadores de la salud fallecidos, pues sumaba más de 120, como señala en otro artículo Adolfo Martínez Palomo, uno de los científicos mexicanos más reconocidos en el campo de la salud en nuestro país, quien trabaja en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional.
En un texto titulado “Los héroes anónimos del ébola” (La Crónica, 10/9/14), Martínez Palomo se refiere a otro caso, que muestra los riesgos que corren los científicos que trabajan con este agente viral. En un trabajo publicado en la revista Science, un grupo de investigadores propone una explicación sobre el origen del actual brote en África Occidental y las formas de transmisión del virus, mediante la secuenciación de su genoma en 78 personas y su comparación con los reportados otros trabajos previos. Los investigadores encuentran, entre otras cosas, que el virus responsable de la actual crisis se separó genéticamente del aparecido anteriormente en la parte central de África y ha sufrido alrededor de 395 mutaciones.
Martínez Palomo llama la atención sobre el hecho que cinco de los autores de ese artículo fallecieron a consecuencia de la infección con el virus del ébola.
El equipo cubano que viajará a Sierra Leona está formado por personas de mucha experiencia y un entrenamiento del más alto nivel. Cuentan con el equipo de protección que se requiere y saben que no se deben cometer errores. Su experiencia será de gran utilidad para su propio país –y como vemos ahora para el mundo– ante la posibilidad de crisis sanitarias como la presente, pero nadie puede ignorar que enfrentan un escenario en el que sus vidas están en riesgo, lo cual da una dimensión de grandeza a su labor. Su mensaje concentra los valores humanitarios que dan sustento a la medicina en toda su historia, pues no es posible abandonar a los enfermos a pesar de los riesgos.
Ojalá que este mensaje de solidaridad sirva de ejemplo a los gobiernos de otros países… especialmente al de México.