Gerardo Fernández Noroña
Vivo en lo que fue el convento de Santo Domingo en la calle Leandro Valle. La vecindad que habito era el claustro principal del convento, y en el interior de los edificios del primer piso se encuentran los soberbios arcos del claustro.
En 1861, al término de la Guerra de Reforma que separó a la Iglesia y al Estado, los conventos que existían en la Ciudad de México fueron desalojados y vendidos. En el caso del convento de Santo Domingo, cuenta la leyenda que el mismísimo Ignacio Ramírez el Nigromante tomó un pico para iniciar la demolición, pues los albañiles tenían temor al castigo divino si realizaban esa tarea.
El convento fue partido por la mitad, creándose así la calle de Leandro Valle en honor a este talentoso, valiente y joven general que fue fusilado por Leonardo Márquez sin proceso alguno. Valle era amigo-hermano de Miramón, otro joven a su vez talentoso y valiente general del lado conservador que murió fusilado con Maximiliano en el Cerro de las Campanas y que llegó a ser presidente la República paralelo a Benito Juárez.
La calle de Leandro Valle comunicaba a la de Perú con Belisario Domínguez hasta 1968, año en que fue cerrada. Para la realización de las Olimpiadas de 1968, el gobierno de Díaz Ordaz embelleció la plaza de Santo Domingo tirando el horrendo tercer piso que tenía la entonces escuela de medicina de la UNAM (Antigua Inquisición ) y construyendo unos arcos que simulan conectar la iglesia con lo que fue el convento. Frente al número 14 de Leandro Valle se trasladó una fuente del siglo XVII que estaba en la plaza de Santo Domingo en cuyo lugar colocaron la fuente de la Corregidora, que sigue ahí hoy día. Esto dio nacimiento a la plaza de Leandro Valle oficialmente conocida como Plaza de la Soberanía de la Ciudad de México.
Cuando llegué a habitar mi actual domicilio hace ya diez años, esta plaza era un enorme estacionamiento, lleno de basura y en pésimo estado. Ha costado un gran esfuerzo rescatarla, limpiarla de autos , batallando a la fecha con algún necio que sigue estacionándose en ella, eliminar la basura (sobre todo tirada dentro de la fuente) y despejarla de adictos a la droga que viven en la calle.
Me he dado a la tarea de cuidar la plaza, trabajo que en sentido estricto le correspondería a la policía capitalina. Ello ha generado que el vecino del 6, Rodolfo Huerta Zamora llegara no sólo a insultarme sino incluso a apedrear mi departamento por haberlo obligado a retirar su vehículo estacionado en la citada plaza. He levantado una denuncia por ello.
También he batallado con el cura que vive en el número 9 de Leandro Valle, pues él también utilizaba la plaza como estacionamiento. Todo lo anterior lo relato como referencia, porque ayer hacia las nueve de la noche, llamé al cuadrante dos a reportar una camioneta Honda negra con placas 100 ZRF, que se encontraba estacionada en los mismísimos arcos que dividen a la plaza de Santo Domingo y la de Leandro Valle. Llamé tres veces al 46 04 49 40 entre las 9 y las 12 de la noche. Más tarde llegó otro vehículo de la marca VW a estacionarse en el mismo lugar. El responsable del cuadrante dos en todos los casos se comprometió a venir en breve (como lo hacen siempre), pero esta vez por alguna razón que desconozco, no se presentó en toda la noche.
Estuve mandando mensajes por Twitter a la @inspeccion_CDMX de la policía, a la @policiaDF misma, al jefe de Gobierno (@ManceraMiguelMX) y al secretario de Gobierno (@Serrano HectorMX) sin obtener respuesta alguna.
Llame al 52 42 51 00 para comunicarme a la oficina del secretario de seguridad pública y después de mandarme de una extensión a otra, el oficial dos, ZAPOTEC, se comprometió a mandar unas grúas que sigo hasta el momento sigo esperando.
Si tú te estacionas de manera correcta en la colonia Roma, Condesa, Polanco o Las Lomas por citar algún ejemplo, pero te olvidas de ponerle dinero al parquímetro o se te pasa el tiempo que cubriste, te ponen un candado en la llanta del vehículo (la araña famosa). En las citadas colonias circula un civil de la empresa privada que tiene la concesión de los parquímetros seguido de un policía de tránsito que supervisa la instalación de los candados. Éste no es retirado sino pagas una multa de $518. ¿Cómo es posible que multen a quien se estaciona de manera correcta en zonas habitacionales y comerciales en las citadas colonias y que en las plazas coloniales, patrimonio de la humanidad, no se pueda hacer nada contra quienes las usan de estacionamiento? No hay manera de que venga una grúa, les ponga un candado o cuando menos una multa.
El «gobierno» de la ciudad se pliega para defender un negocio de particulares (los arbitrarios parquímetros) y descuida de manera absoluta la zona del Centro Histórico que es patrimonio cultural de la humanidad.
Otro ejemplo de lo que comento es el colegio de San Ildefonso, uno de los más bellos edificios coloniales que hay en la ciudad cuyo costado es zona peatonal y justo ahí, en la Calle de San Ildefonso, decenas de vehículos se estacionan empezando por las mismas patrullas que tienen su sede en la esquina de San Ildefonso y Argentina.
Es inconcebible el desprecio y la ignorancia de las autoridades capitalinas para con nuestro patrimonio cultural.
En las colonias Roma, Condesa, Polanco y Las Lomas los parquímetros fueron impuestos para hacer negocio cobrando la calle como estacionamiento. No aportan nada a los vecinos del lugar ni a quienes se estacionan de manera correcta en el arroyo vehicular, no existe vigilancia ni seguro para los autos; encima es un negocio que ni siquiera es del gobierno de la ciudad, sino un negocio al cobijo del poder en beneficio de un particular. En el centro histórico, por otro lado, en la zona que es patrimonio de la humanidad, y que no ha caído en las manos de Carlos Slim, todo puede ser usado como estacionamiento y la destrucción es monstruosa. Ya haré una video-columna para mostrarles gráficamente todo esto que les estoy narrando.
«El pueblo tiene derecho a vivir y a ser feliz».
Gerardo Fernández Noroña. México, DF a 31 de enero de 2015