Donald Macintyre
The Independent / La Jornada
Ciudad de Gaza, 5 de agosto. La mayor planta de tratamiento de aguas negras en la ciudad de Gaza no es un lugar de aroma dulce, ni siquiera en el mejor momento. Pero este martes el tufo anormalmente rancio y las grandes nubes de moscas atestiguaban el estancamiento de aguas negras en sus lagunas. La guerra ha impedido que la planta cumpla su función de limitar la contaminación del Mediterráneo dando un semitratamiento a los 40 millones de litros que cada día bombea hacia el océano.
Gaza, que tuvo este martes su primer día completo de paz, ha perdido mil 814 habitantes, en su gran mayoría civiles abatidos al esconderse de los bombardeos israelíes. Sus mal equipados hospitales albergan miles de pacientes, muchos de los cuales padecen heridas espantosas.
Pero la destrucción israelí de hogares e infraestructura hace muy distante la posibilidad de que Gaza lleve una existencia normal.
La planta tratadora, construida con fondos de la KFW, la agencia alemana de desarrollo, quedó inactiva al recibir tres proyectiles de tanques. El resultado es que las aguas negras ahora son bombeadas al mar sin recibir tratamiento.
Munzer Shublak, director general del servicio de agua potable de los municipios costeros, señaló este martes que un impacto anterior afectó una de las lagunas y desparramó aguas negras por toda la tierra agrícola circundante. Este daño se reparó, pero luego del segundo bombardeo el funcionario decidió no enviar a sus técnicos al exterior. Cuatro de sus operarios cayeron al hacer su trabajo en Rafá y en el centro de Gaza. “Detuve todo lo que pudiera ser blanco de un ataque israelí”, explicó.
El ataque que su equipo evaluará si la actual tregua de 72 horas se mantiene parece haber tenido precisión quirúrgica. Infligiendo el mínimo daño estructural, un proyectil dio en un gran tanque de almacenamiento y bloqueó con madera y escombros un tubo crucial. Otro arrancó la bahía principal de control eléctrico. Y otro destruyó la unidad de aire acondicionado diseñada para evitar el sobrecalentamiento de los mecanismos de ignición.
Una medida paradójica de la crisis humana en Gaza es que, como la severa escasez de agua ha reducido el consumo de muchos habitantes muy por debajo de las normas internacionales de emergencia, Shublak estima que el flujo de aguas negras de Sheikh Ejlin será a su vez mucho menor que los normales 40 millones de litros por día.
La suspensión del tratamiento de aguas negras es sólo parte de un problema mucho mayor. Oxfam indicó la noche de este martes que la destrucción de pozos, tuberías y depósitos causó la contaminación de la escasa agua potable y que 15 mil toneladas de desechos sólidos se habían derramado hacia las calles de Gaza. “Trabajamos en un medio cuya infraestructura de agua potable está totalmente destruida, lo cual impide a la gente cocinar, desaguar los retretes y lavarse las manos”, señaló la agencia.
Y eso, a su vez, es sólo un elemento del daño infraestructural infligido a Gaza por cuatro semanas de guerra. La ONU, las agencias de ayuda y los servicios locales apenas tuvieron su primera oportunidad de evaluar los perjuicios este martes, el día más tranquilo desde el principio de la operación Borde Protector de Israel, el 8 de julio. Frode Mauring, representante especial del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), dijo que con entre 16 y 18 mil hogares destruidos por completo y otros 30 mil con daño parcial, además de 400 mil desplazados internos, “la actual situación en Gaza es devastadora”.
Al empezar la agencia su evaluación de la enorme reconstrucción necesaria, Mauring añadió que desde la primavera de 2013 ningún proyecto nuevo del PNUD en Gaza ha recibido aprobación de Israel, que prohibió importar materiales de construcción luego del descubrimiento de un túnel bajo la frontera. “No podemos tener una situación en la que se requieren 20 meses para obtener aprobación (de los militares israelíes) para construir”, comentó. “El statu quo no es una opción viable.”
Mauring añadió que el bombardeo de la única planta de energía de Gaza y el colapso de por lo menos seis de las 10 líneas de electricidad que parten de Israel tienen “enormes consecuencias humanas y para el desarrollo”.
Majdi Yaghi, jefe de distribución de la compañía eléctrica palestina, indicó que reparar la planta llevaría de seis meses a un año, pero esto dependería de que Israel permita importar materiales de construcción.
Funcionarios del sector eléctrico se quejan de que a sus ingenieros de mantenimiento les han disparado cuando buscan reparar las líneas, aun después de que se han coordinado con los militares israelíes.
Trond Munby, de la oficina del PNUD en Gaza, observó que esta ha sido su experiencia en zonas de guerra en cuanto a ataques a servidores públicos que hacen su trabajo. También hay preocupación entre algunas agencias de desarrollo acerca de la disposición de los organismos donadores a financiar la reconstrucción de instalaciones que pueden volver a ser atacadas por Israel en lo futuro.
Mauring señaló que un puente en Wadi Gaza, en el centro de la franja, destruido durante la operación Plomo Endurecido en 2008-09, aún no es reconstruido. Llamó a Israel a levantar la veda sobre las exportaciones de las que depende la economía de Gaza, subrayando que los empleos y la seguridad económica reducen el extremismo. “No se necesita ser economista para darse cuenta de que la gente será renuente a invertir en un lugar que está impedido de comerciar”, señaló.
Funcionarios de la ONU rechazan enérgicamente las insinuaciones israelíes de que el cemento importado para proyectos internacionales de construcción fue usado por Hamas para construir túneles militares. Indicaron que mientras esas importaciones fueron vigiladas en forma exhaustiva, el cemento y otros materiales han estado disponibles sin trabas a través de los túneles por donde pasa contrabando desde Egipto.
© The Independent. Traducción: Jorge Anaya