“El Foro «Racismo y/o Clasismo en México», construido como un espacio para impulsar el diálogo entre personas con posturas disonantes, generó una intensa discusión pública”, se lee en el primer párrafo de un comunicado emitido el pasado martes por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), órgano autónomo sectorizado a la Secretaría de Gobernación, luego de anunciar oficialmente la cancelación del foro al que hace referencia.
En esas primeras líneas, el organismo pretendió justificar la invitación que extendió al “comediante” Chumel Torres para participar en el mencionado foro, lo que desató el repudio –“discusión pública”– contra dicho organismo en las redes sociales. “Personas con posturas disonantes”. Es decir, el Conapred, o digamos mejor su directora, Mónica Maccise Duayhe, entendía perfectamente que Chumel y los demás invitados –el periodista Alejandro Franco y los actores Maya Zapata y Tenoch Huerta– presentarían posturas disonantes, unos a favor y otros en contra, sobre el tema del racismo y/o el clasismo en el país.
No es necesario formar parte de los muchos seguidores de Torres para identificar con claridad su postura respecto del tema. Chumel es pública y notoriamente racista, clasista, malinchista y machista. Un retrógrada en toda la extensión de la palabra. Basta una rápida inspección de su cronología en Twitter para darse cuenta. “El pulso de la República [programa que conduce en Internet] educando chairos”, se lee, por ejemplo, en uno de sus mensajes publicado ayer por la mañana. La palabra “chairos”, acuñada por simpatizantes de la derecha política en sustitución de “nacos”, es uno de los términos clasistas de uso común para referirse despectivamente a los seguidores de Andrés Manuel López Obrador o cualquiera que comulgue con sus ideas. Y claro, es una de las palabras más utilizadas por Chumel.
¿Qué pretendía entonces Mónica Maccise al invitar a Chumel Torres a un foro sobre clasismo y racismo? ¿Dar voz, acaso, al clasismo y racismo en dicho foro? Ese pretencioso y torpe derroche de “pluralidad, tolerancia y apertura al diálogo”, la delata en su franca ineptitud para estar al frente de un organismo como el Conapred. Maccise y Chumel son dos caras de la misma moneda: la incomprensión absoluta de los graves problemas sociales, entre ellos la discriminación, penetrados en lo más profundo de la subcultura colectiva del mexicano.
Uno, Chumel, es el rostro más burdo de esa rancia problemática. Al igual que otros influencers, bien podría utilizar sus talentos en la promoción de valores, conductas y actitudes que motiven constructivamente a sus jóvenes audiencias. ¡Qué risa!, ¿verdad? ¿“Valores”? No. Chumel se dedica exactamente a lo contrario. Ejemplifica lo peor de la sociedad individualista, disociada de los grandes problemas que la aquejan, incapaz de comprender que su indiferencia también es causa de atrocidades por las que luego culpará a las masas que tanto desprecia. Y ahí está en primera fila Chumel Torres, cobijado bajo el manto protector –pero falso– de la “comedia”, promoviendo los peores vicios de una sociedad enferma, enarbolando la vulgaridad, la frivolidad, la estulticia, lo hueco y lo fatuo como únicos “valores” de su aportación al mundo.
Si le pones uniforme de prepa de gobierno a Ariana Grande la pierdes entre la multitud.
— CHUMIBEBÉ (@ChumelTorres) July 13, 2017
Cuando coges con un azteca entiendes por qué los mataron.
— CHUMIBEBÉ (@ChumelTorres) June 26, 2017
La otra cara está representada por el ciudadano que se dice preocupado por la situación y no ha entendido la gravedad de la misma. Actúa de manera superficial, si es que actúa, pues muchas veces su “preocupación” es pura hipocresía. El peor caso de este tipo de individuos está personificado por los altos “funcionarios” inútiles, ignorantes, ineptos y corruptos que ocupan las instituciones creadas, se supone, para coadyuvar en la solución de esa problemática en los diversos rubros del desarrollo nacional –gobernación, procuración de justicia, bienestar, salud, derechos humanos, etc. Mónica Maccise ya levantó la mano desde el Conapred para exhibirse como ejemplo.
Parece absurdo tener que explicarlo, pero el clasismo y el racismo no son posturas ideológicas que puedan ser defendidas en foros o debates, como pretendía Maccise. Se trata de vicios, taras, lastres sociales que deben ser ERRADICADOS, punto. Y no, en este tema no hay paradoja alguna respecto de la tolerancia, pues nada que haga daño debe ser tolerado. Por ello se pregona la “cero tolerancia” a la delincuencia o a la corrupción, por ejemplo. Todas las libertades constitucionales de que gozamos están perfectamente delimitadas por la obligación de respetar los derechos de terceros. En el momento en que tales derechos sean vean amenazados o violentados por actitudes retrógradas como el machismo, el racismo, el clasismo, etc., se acaba la tolerancia. No hay mayor discusión.
Mónica Maccise no tiene ni la más remota comprensión de todo ello, como lo prueban sus hechos. En medio de la polémica por su invitación a Torres, el Conapred también eliminó un contenido que denunciaba el “racismo a la inversa”, falacia creada para victimizar a los grupos históricamente asociados al verdadero racismo. No hay tal cosa como “racismo a la inversa”, pues los grupos en cuestión jamás han sido ni serán masacrados, esclavizados, vejados o discriminados por su color de piel. Resulta más que evidente, pues, que Maccise ni siquiera entiende lo que es el racismo.
CONAPRED, en dos días demostró que está en las manos equivocadas.
Torpeza tras torpeza.
El racismo hacia arriba NO EXISTE.Aquí está el tuit que borraron. pic.twitter.com/82tlDFEjmq
— Junne (@Miriam_Junne) June 17, 2020
Desde ayer, Andrés Manuel López Obrador ha planteado la posible desaparición del Conapred. Es, en efecto, un organismo absolutamente inútil, dedicado a consumir recursos del erario a cambio de SIMULACIÓN en el mejor de los casos. Varias dependencias federales… y hasta los tres poderes, tendrían entonces que ser medidos con la misma vara, pero eso es tema de otra columna. Mónica Maccise ya demostró que no tiene conocimiento alguno sobre las causas que supuestamente defendería desde el Conapred. ¿Tendrá, por lo menos, la mínima decencia de renunciar antes de que el organismo desaparezca?