Pese a amparo, Peña sigue entregando maíz transgénico de Monsanto, Syngenta, Dow y Dupont a indígenas inscritos en «Cruzada contra el Hambre»

Norma Trujillo Báez
La Jornada

A pesar de la suspensión de permisos a las trasnacionales Monsanto, Syngenta, Dow, Pionner-Dupont para la siembra “experimental, piloto o comercial” de maíz transgénico en México, emitida por el juzgado décimo segundo de distrito en materia civil, confirmada por el segundo tribunal unitario en materias civil y administrativa y que el décimo tribunal colegiado en materia civil, todos en el Distrito Federal, determinara desechar el amparo que interpuso la empresa Syngenta, el ejecutivo federal, a través de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), sigue entregando este cereal transgénico a los beneficiarios del subsidio Cruzada Contra el Hambre, denunció Eckart Boege Schmidt, del Programa Agricultura y Alimentación, Grupo de Maíz Transgénico de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad.

El investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dijo que estos maíces se reparten dentro del programa federal, pero si se continúan con esta política, de la repartición de maíces en la Cruzada Contra el hambre se afectarán los derechos humanos y culturales de los pueblos indígenas.

En la medida que se introduzcan los transgénicos, se estará afectando el territorio indígena y la variedad de maíces que México tiene, y está demostrado que con los transgénicos se incrementa el uso de herbicidas, aumentan los costos y crean dependencia hacia empresas como Monsanto, que son conocidas por sus prácticas monopólicas en el mundo entero.

Asimismo, dijo que en México debe rechazarse la introducción de maíz transgénico debido a la poca información sobre los efectos en la salud de los consumidores, porque acabaría con las variedades de maíz que abundan en el país y porque existen otras formas de alcanzar una mejor productividad del grano.

La principal razón por la que debe rechazarse esta solicitud es porque “no tiene fines para mejorar la calidad del maíz, sino para monopolizar la semilla” y hasta hoy se ha estado importando maíz amarillo para el ganado; lo grave sería que se importara el maíz blanco, ya que en México es el que se consume directamente.

Las empresas trasnacionales, dijo, quieren introducir su semilla y luego hacer que los campesinos la compren y que compartan las ganancias que obtengan a partir de su cultivo, dijo. Eckart Boege expuso que de aprobarse la introducción comercial masiva de maíz transgénico en México, se verían afectados 2 millones de campesinos que subsisten bajo el concepto de milpas, y es precisamente el sistema de milpa el que se debería estar fomentando en la producción.

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