«Reforma» Telecom, una «fábula política»: NO combate a los monopolios, LES REPARTE EL MERCADO: Jenaro Villamil

Miriam Posada García
La Jornada

México, DF. La reforma legal en telecomunicaciones es una “fábula política”, porque no sienta las bases de un combate real a los monopolios y en cambio propiciará una “cartelización” de la televisión, con un nuevo reparto del mercado, dijo el periodista Jenaro Villamil.

Al participar en la mesa Reforma constitucional a telecomunicaciones y legislación secundaria, convocada por La Jornada y Casa Lamm, Villamil criticó la inconsistencia de la reforma y su legislación reglamentaria.

Dijo que a través de la transición a la Televisión Digital Terrestre se pone en marcha “el negocio del sexenio” y que el nuevo marco legal no garantiza el libre flujo de información en Internet, con lo que se coarta la libertad de expresión.

El periodista rechazó que haya un real interés del gobierno en combatir a los monopolios. El presidente Enrique Peña Nieto “no va a combatir a Televisa si llegó al poder por ese medio”, señaló.

“Lo importante era que no se fracturara el monopolio de la opinión pública”, y por eso inventaron la figura de “agente económico preponderante”, que no existe en la teoría económica ni regulatoria del mundo, añadió Villamil.

Explicó que lo que se debe regular es el poder sustancial de mercado que ejerce un agente económico, pero los legisladores mexicanos y el gobierno federal optaron por la preponderancia y entraron a la discusión de si debía determinarse por sector o por servicio.

Decidieron que fuera por sector “con el fin de impedir el avance de Televisa en el negocio de televisión de paga”, estimó el ponente.

Jenaro Villamil dijo que en radiodifusión las reglas son laxas y a favor de Televisa. Aunque en telecomunicaciones están más acotadas las obligaciones, en realidad a Carlos Slim le dan la oportunidad de elegir a su competidor, en vez de que sea el Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel) el que determine las condiciones para que se cumpla con la anunciada desincorporación de activos.

Dentro de poco tiempo los mexicanos veremos que ni Televisa ni América Móvil van a ser preponderantes por efecto de la propia legislación secundaria, pronosticó Villamil.

A Televisa le van a sumar a la audiencia de televisión la de radio y con eso ya no va a cubrir 50 por ciento o más, porque en radio no es fuerte, aseguró el analista.

El “cuento de la competencia en televisión”, expuso Villamil, consiste en que en vez de que se liciten dos cadenas nacionales de televisión digital abierta, surgirá la “cadena Atlacomulco”, del empresario Roberto Alcántara.

Propietario de VivaAerobús, Alcántara se acaba de asociar con Grupo Prisa, que edita el diario español El País y tiene vínculos con Televisa. La nueva cadena, aseguró el periodista, tendrá como encargo legitimar la actuación del gobierno federal.

Lo que en realidad va a ocurrir, pronosticó Villamil, es que “se va a cartelizar” la televisión en un nuevo reparto del mercado: Televisa va a mantener 60 por ciento del control, Televisión Azteca podría perder un poco de participación y quedarse con 25 por ciento, porque ahora le apuesta más a las telecomunicaciones, y el resto será la “cadena Atlacomulco”.

Villamil estimó que con ese nuevo escenario, la población no va a tener opciones de entretenimiento y mucho menos de información.

El ponente aseguró que “el negocio del sexenio” será el de la transición a la Televisión Digital Terrestre (TDT), porque cuando se haga el “apagón analógico” serán las mismas televisoras las que tengan mayor participación, por la multiplicación de canales.

De esa forma, las mismas televisoras mantendrán el control del mercado. “El gobierno está dedicado a regalar televisores digitales que se repartirán en época electoral”, subrayó.

Villamil dijo también que el acceso a Internet será limitado, no hay garantía para el libre flujo de información y, en cambio, aparecieron candados a la neutralidad de la red.

Agregó que con las reglas de geolocalización, la ley hace responsables a las empresas de telecomunicaciones de guardar los datos personales de sus usuarios durante dos años, lo que es “una mina de oro para direccionar el voto, la comercialización, todo”.

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