Suman dos muertos por voracidad de Ricardo Salinas Pliego y empresas de outsourcing a su servicio

México, 15 de mayo 2020 (NOTIGODÍNEZ).- No ha muerto solamente un empleado del call-center operado por una empresa de outsourcing al servicio del magnate Ricardo Salinas Pliego. Antes de Rodolfo Huby Cruz Juárez, trabajador del área de cobranza telefónica de Elektra fallecido por complicaciones de covid-19, ya había perecido un compañero suyo de la misma empresa ubicada en Rascarrabias 911, colonia Narvarte de la Ciudad de México. Todo indica que también había contraído el coronavirus en aquel centro de trabajo y así, enfermo, lo obligaron a presentarse a laborar.

Se trata de Pedro Alejandro Hernández Rodríguez, trabajador de la empresa Staff E&I, uno de los call-centers dedicados a hostigar telefónicamente a los clientes que tengan adeudos con las varias empresas de Grupo Salinas. Pedro Alejandro tenía 40 años cuando murió, el pasado 16 de abril, tras presentar toda la sintomatología de covid-19.

La revista Proceso documentó este nuevo caso de evidente negligencia médica y patronal que alcanza directamente a Salinas Pliego, citando el testimonio desgarrador de Miriam, la viuda de Pedro, quien ha quedado sola con la responsabilidad de sacar adelante al hijo de ambos, de 14 años. Con ellos vive también la mamá de Pedro.

El caso es tan triste como indignante, pues las “autoridades” sanitarias y doctores que atendieron a Pedro son corresponsables de su fallecimiento, según la dramática narración de su esposa Miriam.

Pedro Alejandro ya había tenido algunos problemas de salud a principios de este año, incluyendo temas respiratorios y una parálisis facial que le fue diagnosticada como “estrés”, pero nada como lo que empezó a experimentar a partir del 23 de marzo, cuando se presentaron los primeros síntomas de covid-19: escurrimiento nasal, tos y falta de energía.

Desde luego pidió permiso para no ir a trabajar o hacerlo desde casa, pero su supervisor lo amenazó con descontarle el día y despedirlo si acumulaba tres faltas. Presionado por la situación económica, debió presentarse al edificio de Rascarrabias 911 aún con síntomas de covid-19. También se comunicó al conocido número 800 00 44 800, promocionado hasta el cansancio por las “autoridades” sanitarias, pero ahí le respondieron que seguramente sólo se trataba de una gripa y que no era necesario acudir al hospital.

Los días pasaban, la salud de Pedro empeoraba y así tuvo que seguir trabajando en el call-center. Durante ese lapso llamó unas cuatro veces al mencionado número para informar que se sentía cada vez peor, pero en todas las ocasiones desestimaron su caso.

Para el 6 de abril ya no pudo presentarse a laborar. Le costaba mucho trabajo respirar, la tos era incontrolable y tenía picos de muy alta temperatura. Volvió a llamar a la Línea Covid-19 y volvieron a restarle importancia a su caso. Sin embargo, por su cuenta decidió acudir a su clínica familiar del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la 92 en Azcapotzalco, acompañado de su esposa.

Ya en la clínica, una doctora lo revisó y le dijo que “no había nada de que preocuparse”. Le recetó ibuprofeno con paracetamol y le extendió una incapacidad… por un día. Cuando Pedro ya se retiraba, un segundo médico entró al consultorio y decidió revisarlo. Aunque dejó el “diagnóstico” y la receta sin cambios, instruyó a la doctora para que ampliara la incapacidad de Pedro a una semana.

Tres días después, Pedro volvió a llamar a la Línea Covid-19 porque se sentía muy mal. Increíblemente, volvieron a decirle que no tenía el coronavirus y le instaron a que no saliera de su casa. El 12 de abril ya no pudo respirar ni mantenerse de pie. Su familia lo llevó al Hospital del IMSS número 48 de San Pedro Xalpa. Como en el resto de los hospitales capitalinos, sólo a él le permitieron el acceso.

Una hora después, Pedro llamó a su esposa para pedirle que fuera por sus cosas porque lo iban a hospitalizar. Fueron las últimas palabras que Miriam escucharía de su esposo. Pedro falleció el 16 de abril a las cinco de la madrugada mientras intentaban reanimarlo.

Opinión:

Sólo pensar en la situación de esta familia y en los otras tantas víctimas de este sistema brutal, mueve inevitablemente al llanto, lágrimas de profunda tristeza, de dolor humano… pero también de rabia e indignación. Estamos ante un evidente caso de negligencia médica –con responsabilidad de las “autoridades” del más alto nivel porque ellas dan la orden de desestimar la mayoría de los casos potenciales de covid-19– y asesina negligencia patronal. Podemos adelantar que no habrá justicia por ambos lados. Ni el “gobierno” hará justicia contra sí mismo, ni Salinas Pliego será tocado por las “autoridades” a su servicio, esas mismas que le dan contratos millonarios y le hacen “leyes” a modo –como la legalización del criminal outsourcing y varias aberraciones más. Para quien no lo recuerde o sepa: el sujeto se dedicó por varios meses a minimizar el impacto real de la pandemia, a desafiar las medidas de contingencia impulsadas por su gobierno –incluso llamó a «no hacerle caso a López Gatell»– y a desinformar a sus trabajadores para seguirlos explotando pese a la propagación de la pandemia. Su voracidad ya costó dos vidas. No habrá justicia… a menos que los mexicanos, teniendo el poder máximo y absoluto de hacerla, decidan lo contrario. La medida es tan simple como poderosa. Basta con dejar de enriquecerlo. Eso es todo. Dejar de adquirir sus productos y dejar de contratar sus servicios, que están costando la vida de sus trabajadores y muchos otros mexicanos, no de hoy, sino de hace mucho tiempo. Ya no más Salinas Pliego, México, en nombre de los explotados, los enfermos, los despojados y los muertos por su asesina voracidad. Ya no más…

Con información de Proceso

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