Juan Carlos Cruz Vargas
Proceso
MÉXICO, D.F. (apro).- A México se le escapa la oportunidad de apuntalar su crecimiento económico, debido a que no existen las condiciones para que las personas en edad productiva se desarrollen con una educación de calidad, en ambientes laborales estables y sin precariedad en una población que llega ya a 118.4 millones de mexicanos.
Así ve el panorama el director general del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), Héctor Juan Villarreal Páez, quien añade: “nos estamos comiendo nuestro bono demográfico”.
En el marco del foro “Recesión económica y salario mínimo”, realizado en junio por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, el doctor en Economía por la Universidad de Wisconsin y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), sostuvo que “estos años de bajo crecimiento han coincidido cuando el porcentaje de la población en edad de trabajar se encuentra en niveles máximos. Entonces es insulto sobre ofensa”.
De acuerdo con las estadísticas a propósito del Día Mundial de la Población, reveladas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), las transformaciones en la estructura por edad conllevan a una coyuntura demográfica denominada “bono demográfico”, en el que aumenta el peso relativo de las personas en edades productivas y disminuye el de las personas en edades inactivas.
Según proyecciones del Consejo Nacional de la Población (Conapo), la relación de dependencia –la cual expresa el número de dependientes económicos (0 a 14 años y 60 y más años) por cada 100 personas en edad de trabajar (15 a 59 años)– seguirá disminuyendo hasta el 2021, en que alcanzará su momento cúspide.
Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), “urge entonces aprovechar la holgura que representa el bono demográfico. Y el requisito básico para sacarle partido es que las economías sean capaces de invertir en capital humano, generar empleos para la población activa creciente, y de disminuir la inseguridad, la precariedad y la informalidad que caracteriza a los mercados laborales de la región”.
Sin embargo, en nuestro país la tasa de informalidad durante el primer trimestre ascendió a 58.2%, mientras que datos censales señalan que sólo 56.9% de los adolescentes de 15 a 19 años, y 22% de los jóvenes de 20 a 24 años, asisten a la escuela.
Para Villarreal Páez la situación es “alarmante”, ya que este fenómeno del bono demográfico “se puede ver como una gran oportunidad pérdida”.
“Después vamos a pasar a tasas de dependencia que son muy complicadas, porque además no son tasas de dependencia de niños, son tasas de dependencia de viejos, tendremos enfermedades mucho más caras para el sistema de salud pública, además de la presión de pensiones”, agregó el exdirector general del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados.
En efecto, las estadísticas sobre población dadas a conocer el martes anterior por el Inegi advierten que, en los próximos años, la población en edad adulta crecerá de tal forma que habrá un “envejecimiento demográfico”.
Lo grave del problema es que se puede convertir en un problema social cuando va acompañado de pobreza, enfermedad, discapacidad y aislamiento social.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en 2012, de la población de 60 y más años, 43.2% reportó “pobreza multidimensional”, es decir, carencia de al menos uno de sus derechos relacionados con el desarrollo social, y además sus ingresos fueron insuficientes para adquirir los bienes y servicios que requieren para satisfacer sus necesidades.
El mismo Inegi advierte que el “envejecimiento demográfico” aún no muestra la magnitud observada en las regiones más desarrolladas, aunque en las próximas décadas tenderá gradualmente a tomar fuerza, lo que obliga a reflexionar y diseñar políticas públicas que mejoren la calidad de vida de la población que transita o transitará por esta etapa de vida.
Héctor Juan Villarreal puso el dedo en el renglón al señalar que “tenemos que empezar a pensar en políticas públicas con una perspectiva demográfica, y esto va a ser muy importante para los gobiernos, en particular, desde el punto de vista de la educación”.
El especialista precisó que existe mucha gente todavía muy joven que ya no se va a poder retirar a temprana edad, que tiene una esperanza de vida que está aumentando, entonces esto la va obligar a permanecer en el mercado laboral, sin embargo, el tipo de habilidades la lleva a trabajos muy mal pagados, lo que deriva “en un gran reto para los gobiernos sobre qué se puede hacer con todos estos adultos”.
Por ello, sugirió pensar en un sistema educativo no sólo para niños y jóvenes, sino también para adultos de 30 y 40 años que todavía tendrán que aportar a la economía por “20 o 30 años más”.
Por lo tanto, el crecimiento del país está atado a las reformas estructurales, las cuales tendrán “beneficios” a largo plazo, según el gobierno federal.
Ya para el 2021, la población tenderá al envejecimiento y necesitará recursos para enfermedades y pensiones… Y la productividad pasará entonces a ser un asunto menor.