México, 30 de abril 2017 (NOTIGODÍNEZ).- Humberto Moreira Valdés, ex «gobernador» priista de Coahuila acusado (en España) de lavado de dinero y vínculos con el narcotráfico, confirmó que durante el pasado espuriato del panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, la «procuraduría general de la república» (PGR) SÍ lo exoneró de todos sus delitos.
En un video subido a la red social Facebook, Moreira se refiere a Calderón como el usurpador, «el hombre del crimen, el hombre de la guerra, el hombre de los asesinatos, el hombre de las desapariciones, al hombre que se robó, como un pocohombre, la Presidencia de la República».
«Felipe Calderón, el usurpador, el que se robó la Presidencia, ha estado estos días muy boquiflojo con su tuit [sic], poniendo una sarta de mentiras, de insultos, de agravios hacia mi persona.
«Te quiero decir, Calderón […], que cuando tomes no tuitees. Que razones lo que pasa cada que escribes alguna palabra», exige Moreira con actitud socarrona.
En seguida, hace un recuento de los delitos que se le imputaron al concluir su mandato como «gobernador» de Coahuila. Aunque Moreira señala a Calderón como responsable del «daño moral» que ha padecido por estas acusaciones, confirma que, en efecto, la PGR del espuriato calderonista lo exoneró de todas las imputaciones.
«La PGR, cuando fuiste presidente, ilegalmente pero fuiste presidente… o ilegítimamente mejor dicho, me exoneró de todo», afirma categórico el también ex líder nacional del PRI, confirmando la validez del documento oficial de exoneración emitido por la PGR en 2012 y revelado por Andrés Manuel López Obrador en días pasados.
Posteriormente, Moreira acusa a Calderón de estar embarrado «hasta las chanclas» con el narcotráfico, exhibiendo un par de notas periodísticas en las que se señala a familiares del exusurpador vinculados al crimen organizado. Narra también dos «anécdotas» de los muchos desmanes públicos que Calderón protagonizó derivados de su alcoholismo.
Aunque Humberto Moreira presume que también fue exonerado de todos los delitos que se le imputaron en España a principios del año pasado, omite decir que el régimen usurpador de su amigo, el asesino de Atenco Enrique Peña Nieto, operó con recursos públicos para lograr su liberación.
Moreira insiste que Calderón «lo odiaba» e hizo todo para desprestigiarlo y acusarlo injustamente. Desde luego pudo haber rencillas entre ambos sujetos, pero lo cierto es que Moreira SÍ colaboró con Calderón y lo reconoció como «presidente» pese a que ahora denuncia que se robó el cargo. Recíprocamente, el exusurpador no tocó a Moreira.
Hay que decir, por cierto, que el torpe Humerto Moreira aclara que Calderón fue «presidente legal» pero ilegítimo. Es una falacia burda en la que mucha gente ha caído. Si Calderón se robó la presidencia como afirma Moreira -y así fue-, entonces no pudo haber sido «presidente» legal por más que los falsos «magistrados» y «ministros» cómplices lo hayan avalado. Por definición, un robo -en este caso una usurpación- no es legal. Mismo caso del asesino de Atenco, que hizo fraude para llegar al cargo que actualmente usurpa.
La exoneración de Moreira forma parte de los acuerdos de «alternancia» y pactos de impunidad entre el PRI y AN. Si Calderón realmente hubiera querido perjudicar a Moreira -y hay elementos reales de sobra para encarcelarlo- simplemente lo habría hecho sin miramiento alguno, como hizo con los muchos presos políticos de su sexenio sangriento, entre ellos Ignacio del Valle, dirigente del movimiento de San Salvador Atenco, o el general Tomás Ángeles Dauahare, quien confió en Calderón para denunciar los vínculos de García Luna y altos mando del Ejército con el narco, y en respuesta fue encarcelado acusado de lo mismo.
Hoy Calderón y Moreira balconean mutuamente sus delitos. Ambos son, a fin de cuentas, cómplices y caras de la misma moneda de corrupción y delincuencia «política» de México. Si en verdad existiera la justicia en este país, ambos estarían esposados mano a mano en la cárcel junto a una larga lista de criminales, empezando por Enrique Peña Nieto y la mafia que lo impuso. Sólo el pueblo, a través de una reacción no violenta pero firme y contundente, puede materalizar esa necesaria justicia.