México, 22 de julio 2016 (NOTIGODÍNEZ).- El 3 de septiembre de 2015, durante una entrevista para Milenio Televisión, el asesino de Atenco y actual usurpador Enrique Peña Nieto confesó sin darse cuenta que sí obtuvo la famosa mansión de Sierra Gorda 150, conocida como la «casa blanca», de manera ilegal e ilegítima.
La entrevista fue realizada en Los Pinos por el mamarracho Carlos Marín, chayotero a sueldo del propio espuriato peñista, para tratar diversos temas en el marco del «tercer informe de gobierno» presentado el día anterior por el asesino de Atenco, en otro esfuerzo fútil por legitimarlo sobre todo frente al revuelo que estaba causando la destitución del presidente de Guatemala, Otto Molina, enjuiciado y encarcelado por actos de corrupción.
Luego de una serie de lambisconerías mutuas, así como preguntas a modo para que el usurpador justificara una y otra vez la adquisición fraudulenta de la casa blanca, Marín cuestiona a su torpe entrevistado sobre la posibilidad de que en el futuro aparezcan más propiedades inexplicables, a lo que el sujeto responde que después de haber sido balconeado en posesión de la casa blanca, no tiene deseo alguno adquirir más propiedades ni «AUNQUE LO HICIERA DE FORMA LEGAL Y LEGÍTIMA».
La cínica expresión, en apariencia irrelevante, constituye una «confesión involuntaria» de que, en efecto, Peña Nieto no adquirió legal ni legítimamente la casa blanca que lo exhibió como lo que siempre ha sido: UN CORRUPTO.
Luego, el asesino de Atenco se enreda cantinfleando sobre su «declaración patrimonial» y el estridente Carlos Marín, visiblemente irritado, acude al rescate y lo interrumpe para evitar que siga inculpándose sin darse cuenta. Mañosamente, Marín aprovecha para introducir el falso argumento de la «percepción equivocada» de la ciudadanía sobre la compra ilegal de la casa blanca.
http://www.youtube.com/watch?v=AIIdziqhOcE
Julio Hernández López, periodista y colaborador del diario La Jornada, fue quizá el único analista que hizo notar la confesión inconsciente del asesino de Atenco en esa entrevista. Así lo expresó en su columna «Astillero» del 9 de septiembre de 2015, al día siguiente de que Milenio transmitiera el programa de Marín:
Extraña construcción conceptual (y virtual confesión involuntaria) de un político bajo ácidas acusaciones relacionadas con enriquecimiento cuando menos inmobiliario: «Después de esta experiencia», dijo Enrique Peña Nieto al periodista Carlos Marín en relación con la Casa Blanca y la eventual aparición postsexenal de otras propiedades lujosas que ahora se compraran, «ni siquiera me anima, ni deseo tengo, y aunque lo hiciera de forma legal y legítima, por ahora, de adquirir algo». Ni aunque fuera legal y legítimo (Nafulele), como si tales características fueran una excepción y no una regla o, desde otra perspectiva, como si anteriores operaciones mercantiles de esa índole hubiesen estado afectadas de ilegalidad e ilegitimidad.
El mismo párrafo de esa columna se cita en el prólogo escrito por Carmen Aristegui para el libro «La casa blanca de Peña Nieto: la historia que cimbró a un gobierno», en el que la periodista subraya la importancia del lapsus de Peña como una expresión insconsciente del sujeto al admitir, sin darse cuenta, que delinquió.
Por ese prólogo, el propietario de la empresa MVS Comunicaciones, Joaquín Vargas, interpuso una demanda absurda contra Carmen y los autores del mencionado libro, exigiendo una indemnización no cuantificada por «daño moral», la eliminación total del prólogo y la prohibición de que el mismo sea citado en cualquier ámbito público. Aristegui responsabilizó ayer a Peña Nieto de este acoso judicial en su contra.
La entrevista completa a Peña puede verse en:
http://www.milenio.com/politica/no_cancer-no_casas-no_problemas-mujer_pena_nieto_0_587941211.html
