En la zozobra, vecinos sobrevivientes de Aguas Blancas tras asesinato del líder de la OPPCG

ROBERTO RAMÍREZ BRAVO
La Jornada

Coyuca de Benítez, 11 de agosto. A nueve meses del asesinato del líder de la Organización Popular de Productores de la Costa Grande (OPPCG), Luis Olivares Enríquez, en la colonia Frente Emiliano Zapata, los habitantes viven con zozobra. “Estamos cada noche nada más pensando en qué va a pasar ahora”, expresó María Élida Reyes Ruano, una de las vecinas.

En este asentamiento, donde habitan unas 50 familias, creado después de la matanza de Aguas Blancas con sobrevivientes de ese hecho, persiste el temor de un desalojo, y es constante la incursión de personas durantes las noches, denunciaron colonos.

Al conmemorar los nueve meses del crimen, el sacerdote Juvenal Aponte González celebró una misa en la que pidió “bendiciones abundantes para esta colonia donde ha habido muchos problemas”, que se aleje el mal “como egoísmo, rencor, violencia, deseo de venganza”, porque, dijo, “yo creo que nosotros aspiramos a una vida en paz, en tranquilidad, en concordia, no una vida agitada, de preocupaciones, pensando que algo nos puede pasar”.

Después hizo un recorrido por las calles del asentamiento, bendiciendo con agua bendita las casas, e hizo un alto particular en la vivienda donde fueron asesinados Olivares Enríquez y su compañera sentimental, Ana Lilia Gatica. El recorrido concluyó con la acción de bendecir los terrenos donados por los colonos para construir el colegio de bachilleres intercultural, en el que se impartirán materias como Gestión ambiental comunitaria, Lenguas, cultura y memoria, Salud comunitaria, Justicia y derechos humanos, entre otras.

Victoria Reyes Ruano, una de las habitantes, relató que en marzo pasado un hombre ingresó a la colonia mientras otros lo esperaban en un vehículo, y le dijo que alguien lo había contratado para “matarme, despedazarme y violarme” y a cambio de 400 pesos le diría el nombre, pero como ella sólo tenía 200, aquél sólo le dijo que había sido una mujer.

Dijo que después de denunciar el hecho ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos, le fue asignado un grupo de policías ministeriales, pero éstos “nada más me andaban siguiendo, y yo pedí seguridad para toda la colonia, no nada más para mí”. Incluso, relató, la presencia de los policías creó recelos en su trabajo, y de los taxis la bajaban pensando que era una persona peligrosa.

La colonia Fuerte Emiliano Zapata mantiene todavía la disputa con el empresario gravillero –que extrae material pétreo del río de Coyuca, y reclama la propiedad del predio–, Lino de los Santos, quien, relataron los vecinos, últimamente ha amenazado con desalojarlos “en cuanto se vayan los policías” que cuidan ahora la zona.

Margarita Justo Prisciliano señaló que durante la noche se escucha el ladrido de perros en señal de que alguien ronda el lugar, pero la gente no se asoma por temor.

Desde que asesinaron a Olivares Enríquez, fundador de la colonia, relataron vecinos, hay temor de un ataque, porque aún no queda claro quién ni por qué lo asesinó. Los policías, relataron otros, no hacen recorridos por las noches, sino se acomodan en su patrulla para dormir.

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