Obvio… entre narcos se protegen, hasta que dejan de ser útiles al sistema.
Roberto Zamarripa
Reforma
Cd. de México (07 octubre 2014).- El [narco]«gobierno» federal ignoró las denuncias del propio PRD contra el Alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, y su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, sobre supuestos vínculos con el narco y persecución de líderes sociales.
La Primera Dama de Iguala es hermana de Mario Pineda Villa y Alberto «El Borrado» Mario Pineda, operadores del Cártel de los Beltrán Leyva. Ambos fueron ejecutados en 2009.
En octubre de 2013, integrantes de la corriente perredista Izquierda Democrática Nacional entregaron al «gobierno» federal el testimonio de un sobreviviente de las torturas y ejecuciones ordenadas por el Alcalde.
«Es el Presidente José Luis Abarca quien le da un escopetazo en la cara y otro en el pecho y lo dejaron tirado en la fosa», relató Nicolás Mendoza, testigo de la ejecución del líder social Arturo Hernández Cardona, y cuyo testimonio ante notario fue entregado a las autoridades.
De sus notas personales, René Juvenal Bejarano, integrante de la dirección nacional del PRD, comparte los antecedentes de criminalidad del Alcalde de Iguala y de su esposa.
Asimismo, narra cómo hizo del conocimiento del Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, y del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, acciones criminales imputadas a Abarca.
Conforme su testimonio, Bejarano cuenta que mediante la intermediación de la diputada federal Aleida Alavez logró una cita con Murillo, donde le presentó una declaración notariada de uno de los sobrevivientes de un secuestro ordenado por Abarca y le detalló los actos de tortura y el asesinato de Arturo Hernández Cardona, militante del PRD e integrante de la corriente de Bejarano (IDN) dentro del partido.
Tres sobrevivientes del secuestro del puñado de militantes que acompañaban a Hernández Cardona narraron a Bejarano los incidentes. Con esos testimonios, el perredista acudió con Murillo.
Al no tener respuesta, buscó al Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, quien lo citó en una oficina de Avenida Reforma, cerca de Polanco, para escucharlo, pero sin ningún compromiso.
«Dijo que lo iba a revisar, pero eso en el lenguaje del PRI es quizás que no va a pasar nada», comentó decepcionado.
Bejarano compartió con REFORMA parte de sus notas personales sobre el secuestro y asesinato de Arturo Hernández Cardona, ex militante de la Asociación Civica Revolucionaria (ACNR) y líder de la Unidad Popular, Asociación Civil; consejero nacional del PRD e integrante de la dirección estatal de ese partido.
Conforme al testimonio rendido por sobrevivientes a Bejarano, José Luis Abarca, actual Presidente Municipal de Iguala, tiene a su esposa, de nombre María de los Ángeles Pineda, hermana de Alberto Pineda Villa alias ‘El Borrado’, vinculado al capo Arturo Beltrán Leyva, muerto en Cuernavaca, Morelos.
«Dijeron que también sus otros dos hermanos de la cónyuge del munícipe han sido acusados de pertenecer a bandas delincuenciales.
«Indicaron que han sido múltiples los señalamientos que indican que en el centro comercial Plaza Tamarindos del municipio (propiedad de Abarca) la mayoría de los establecimientos del centro joyero y que expenden principalmente oro pertenecen al Alcalde y que se presume que en ese lugar se realizan operaciones con recursos de procedencia ilícita».
El plagio
Héctor Arroyo, uno de los sobrevivientes, narró que tras un mitin en protesta contra el Alcalde Abarca, los manifestantes se dispersaron. Demandaban la ejecución de obras de electrificación y dotación de fertilizantes.
«Eran las cuatro de la tarde cuando una parte de la dirección política de la Unidad Popular abordó la camioneta Pilot Honda modelo 2010, color blanca con placas de circulación del Distrito Federal, propiedad de Arturo Hernández Cardona. Pretendían dirigirse hacia sus oficinas ubicadas en Aldama 70 del Centro de Iguala. Fueron ocho las personas que subieron al vehículo: 1) Arturo, quien conduciría 2) Héctor Arroyo Delgado 3) Efraín Amates Luna, dirigente de la organización Lucio Cabañas Barrientos 4) Ángel Román Ramírez, del grupo Mi Patria es Primero 5) Gregorio Dante Cervantes, activista de izquierda 6) Nicolás Mendoza Villa, de la Unión Campesina Emiliano Zapata 7) Rafael Balderas Castrejón, quien hacía poco que se había sumado al movimiento como comerciante en el centro de la ciudad y las autoridades municipales no le permitían trabajar ahí y 8) Jimmy Castrejón, del equipo Tierra y Libertad.
«Llamó su atención que muy cerca de la caseta de cobro de la autopista, estacionada, se encontraba una camioneta sin placas de circulación marca Ford modelo Ranger, doble cabina de color roja con salpicaderas de color crema a bordo de la cual se alcanzaban a distinguir cuatro ocupantes de sexo masculino y una mujer sentada en el asiento del volante, quien tan luego Arturo emprendió el trayecto por la carretera hizo una llamada telefónica y puso en marcha su camioneta para seguir a la Pilot Honda.
«Héctor y Efraín, dos de los cinco sobrevivientes de la tragedia, dedujeron que eran ‘Los Halcones’ que avisarían a los secuestradores que las víctimas avanzaban por la planta asfáltica, pues dando vuelta a la primer curva después de la caseta, tan solo aproximadamente a 600 metros de iniciado su trayecto fueron interceptados por cinco sujetos armados con pistolas quienes iban a bordo de una camioneta gris marca Dodge.
«Obligados a bajar de la camioneta, los líderes sorprendidos se mostraban atónitos. Arturo Hernández Cardona forcejeó con uno de los hombres armados, lo que propició que recibiera una herida de bala en su pierna derecha. Ese momento de confusión fue aprovechado por Jimmy Castrejón quien huyó del lugar sin que pudieran detenerlo los agresores. En su huida, Jimmy saltó por una cerca de alambre, se le desprendió una prótesis de un brazo que se quedó ahí sin que su propietario pudiera recuperarla.
«Los agresores obligaron a subir apilados en los asientos traseros de la camioneta de Arturo a los siete secuestrados. Héctor Arroyo fue sometido boca abajo en el piso del vehículo. Erróneamente pensó, lo dice con ironía, que eran policías judiciales los atacantes que los habían detenido y que los conducirían hacia alguna dependencia gubernamental y que posteriormente recuperarían su libertad. Nada de eso aconteció.
«Los cinco secuestradores eran jóvenes de entre veinte y treinta años de edad, vestían pantalones de mezclilla, camisas y playeras tipo polo, calzaban tenis y utilizaban gorras tipo cachucha. Hablaban con el tono calentano de la región, excepto uno que tenía el acento norteño tipo Sinaloa. Los apelativos que usaban para dirigirse entre sí eran: La Pípila, El Niño, El Grande y El Cholo. Para referirse a los jefes se referían a ellos como El Señor, El Apá y El Patrón. Uno de ellos estaba muy nervioso porque durante el forcejeo dejó caer su teléfono celular, aunque utilizó otro aparato para comunicarse con alguien que permanecía en el lugar del ‘levantón’ y lo recuperó.
«Las dos camionetas circularon aproximadamente durante diez o quince minutos de tiempo. Las víctimas, durante el trayecto pudieron observar que los trasladaron por donde está ubicada una tienda Oxxo de la colonia Guadalupe hasta llegar a una zona cerril.
«Les vendaron los ojos. De manera improvisada, en ocasiones, con restos de papel, les tapaban los oídos. Los ataron de pies y manos con mecates y las agujetas de sus zapatos.
«Cuando los vi, sentados en la sala de mi casa, todavía mostraban los rastros de las heridas que les produjeron las ataduras. Frecuentemente, narraron, los golpeaban en el abdomen y en las piernas con la parte plana de algunos machetes al tiempo que los interrogaban acerca de las razones por las cuales protestaban contra el presidente municipal y por qué habían hecho pintas en el edificio del Ayuntamiento. Especial saña utilizaron contra Arturo al cual torturaban más y lo exhibían ante sus compañeros haciendo mofa de él.
La medianoche del pasado sábado, Bejarano habló del tema en el Consejo Nacional del PRD.
Su discurso fue un balde de agua helada. Narró cómo José Luis Abarca, el acalde perredista apoyado por la corriente Nueva Izquierda, asesinó personalmente a compañeros de su partido incluido Arturo Hernández e informó que los hechos habían sido denunciados ante Murillo y Osorio.
«¿Por qué no actuó el Gobierno federal?», pregunta Bejarano ahora.
‘Abarca le dio un escopetazo en la cara’
En mayo de 2013, Nicolás Mendoza Villa sobrevivió a un ataque contra sus compañeros de la organización Unidad Popular en Iguala. Este es el testimonio que rindió ante las autoridades:
Que con fecha 30 treinta de mayo del año 2013, alrededor de las cuatro y media de la tarde, el auto en que viajábamos Arturo Hernández Cardona, Héctor Arroyo Delgado, Efraín Amates Luna, Gregorio Dante Cervantes, Ángel Román Ramírez, Félix Rafael Bandera Román y Jimmy Castrejón, todos nosotros miembros de la organización social Unidad Popular (UP), fuimos interceptados entre el tramo de la caseta de cobro de Iguala crucero de Tuxpan por dos camionetas: una Cherokee color gris y una Explorer roja.
De la Cherokee salieron seis personas armadas con pistolas. En la Explorer iban dos hombres y una mujer, pero ellos sólo se quedaron dentro de la camioneta parados a media carretera. Los hombres armados nos bajaron de la camioneta y al bajarnos le dispararon al ingeniero Arturo Hernández Cardona; (lo subieron) a la camioneta Cherokee, pero luego lo volvieron a pasar a la camioneta del Ing. Cardona.
Nos trasladaron agachados a un lugar desconocido, solo sé que era campo, porque no íbamos vendados, a este lugar llegó una persona a interrogarnos, misma que escribía todo en hojas blancas. Nos preguntó nuestros nombres y direcciones, y las de nuestra familia. Cuatro hombres armados con cuernos de chivos nos estuvieron cuidando esa noche, uno de ellos nos golpeaba con un machete largo, un látigo de alambre y una tabla en forma de paleta. Ahí nos tuvieron toda la noche.
Al día siguiente, 31de mayo, nos cuidaron ya diez hombres que portaban armas largas. Por la mañana nos siguieron pegando; alrededor de las seis de la tarde dos hombres cavaron una fosa. Ya muy noche llegaron tres personas, de los cuales conozco y conocí a dos, y si me las ponen enfrente puedo señalar y son: el Presidente Municipal de nombre José Luis Abarca Velázquez, al Secretario de Seguridad Pública y otra persona que no conozco, todas ellas con una cerveza Barrilito en la mano.
El Presidente José Luis Abarca Velázquez ordena a las personas que nos cuidaban que nos torturen. Al término de nuestra tortura se dirigió el Presidente José Luis Abarca Velázquez al ingeniero Arturo Hernández Cardona diciéndole: «Que tanto estás chingando con el abono, me voy a dar el gusto de matarte».
Al ingeniero Arturo Hernández Cardona lo siguieron torturando, y aproximadamente diez minutos después el Director de la Policía Municipal levanta del suelo al ingeniero Arturo Hernández Cardona y se lo llevaron a la fosa que estaba más o menos a 10 metros de donde nos tenían, y es el Presidente José Luis Abarca Velázquez quien le da un escopetazo en la cara y otro en el pecho y lo dejaron tirado en la fosa. Comenzó a llover y no lo taparon, quedó descubierto.
El compañero Félix Rafael Bandera Román, al tratar de escapar, fue ejecutado. Lo sé y me consta porque tres de las personas que nos vigilaban trajeron de regreso el cuerpo. Esa noche nos volvieron a interrogar, preguntándonos nuestras direcciones, nuestra relación con el ingeniero Arturo Hernández Cardona, y nuestra participación en la Unidad Popular.
Desde ese momento se dedicaron a amenazarnos, solo decían entre ellos que tenían que esperar para ejecutarnos. Se dedicaron a excavar fosas. Alrededor de las 10 de la noche, reciben una llamada, y se escucha la orden de que «se debía de destapar los depósitos y sacar los cuerpos, porque ya se puso cabrón».
Desenterraron al ingeniero Arturo Hernández Carmona y a Félix Rafael Bandera Román, metieron los cuerpos en una camioneta Cherokee, nos trasladaron a la camioneta donde estaban los cuerpos y nos metieron encima de ellos.
Nos llevaron cerca de Mezcala y nos tiraron a todos; ahí matan a Ángel Román Ramírez, disparándonos dos personas con armas largas a todos. Corrimos al monte.