Lo dicho: se viene un «Saving Mexico» de proporciones gigantescas.
ROBERTO RAMÍREZ BRAVO
La Jornada (Imagen de archivo)
Iguala, 30 de octubre. Cada jornada es, al mismo tiempo, de esperanza y desesperanza.
“Tenemos la certeza en 70 por ciento de que los muchachos están vivos, y estamos a punto de dar con ellos, así nos lo reportan los testimonios”, dice convencido Crisóforo García Rodríguez, uno de los coordinadores de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (Upoeg).
Pero no es tan sencillo. Desde las 5 de la madrugada de este jueves, un contingente de policías ciudadanos, acompañado de medio centenar de federales e integrantes de la Gendarmería, se lanzan a una búsqueda casi cierta: un testigo informó haber visto con vida a los normalistas desaparecidos por la policía de Iguala, en una cueva, y asegura tener ubicado el lugar. Los guía, paso a paso entre los cerros, pero no encuentran nada: ni la cueva que refiere, ni los estudiantes.
Se ha desorientado, es la explicación.
El sitio se ubica ente los municipios de Cocula y Eduardo Neri. Para llegar a él es necesario atravesar pueblos casi fantasmas, cuyas familias han abandonado sus casas por la violencia, y luego desplazarse durante hora y media a través de lanchas, antes de llegar al macizo montañoso donde se supone que estarían los muchachos.
Los policías ciudadanos de la Upoeg se coordinaron con la policía “comunitaria o rural”, como sus integrantes mismos la definen, que fue creada en 2013 por los habitantes de estos pueblos y cuyos integrantes se han sumado a la búsqueda de los normalistas. En esta tierra, como los pueblos, los hombres también parecen fantasmas: no dicen sus nombres, sólo cuentan sus historias.
–Estamos muy cerca, casi les andamos pisando los pasos –comenta uno de los integrantes de la Upoeg.
Y es que, afirman, lo que ocurrió este día no es que no los hayan encontrado, sino que no hallaron la cueva.
Los comunitarios locales lo explican mejor: nadie les informó a ellos la ubicación que buscaban, pues de otro modo hubieran podido localizarla. Incluso, los de la Gendarmería y la Upoeg llevaban una fotografía del lugar, pero “no nos la mostraron”, y así nadie pudo ubicar el sitio.
La jornada terminó alrededor de las 3 de la tarde con una conclusión: la búsqueda se hizo en un cerro distinto a donde se ubica la cueva. Incluso, un helicóptero de apoyo, al parecer de la Policía Federal, sobrevoló los cerros donde realmente se encuentra una oquedad que podría ser la que buscan y corrió entre la comitiva la versión de que desde el aire habrían visto personas en ese lugar. Nadie corrobora el dato, pero todos sienten que ya están cerca y que simplemente algo falló en esta ocasión.
Es que, conjetura García Rodríguez, “es muy probable que sí estén vivos; lo que pretende el gobierno es dosificar la información, y la delincuencia quiere traerlos como rehenes porque se siente acorralada”.
Según el dirigente upoegista, cada día crece la creencia de que el gobierno sabe dónde se encuentran, pues hay lugares donde el Ejército no les permite seguir buscando, pero tampoco él está haciendo ninguna búsqueda.
–¿Es como si resguardaran algo?
–Sí, así parece.
Pero a ellos, dice, cada vez les crece más la esperanza de encontrarlos vivos.
