AFP
París, Francia (08 diciembre 2014).- La desigualdad entre ricos y pobres en los países de la OCDE alcanzó su mayor nivel en 30 años, un agravamiento que perjudica el crecimiento económico, afirmó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
«En estos países, la renta del 10 por ciento de la población más rica es 9.5 veces mayor que la del 10 por ciento más pobre», afirma el informe de esta organización.
La OCDE cuenta con 34 países miembros, en su mayoría desarrollados, como Estados Unidos, países de la Unión Europea, Australia o Japón, pero también emergentes como México, Chile o Turquía.
El actual informe refleja un aumento de la desigualdad entre ricos y pobres, sobre todo cuando en los años ochentas los más ricos ganaban como máximo siete veces más.
En 30 años, la renta media de los hogares más adinerados progresó.
«Por su parte, la renta del 10 por ciento de las familias más modestas también aumentó en varios países, pero más lentamente en los años de bonanza, antes de retroceder en el periodo de crisis», precisa el informe.
El mayor aumento de las desigualdades se produjo en Estados Unidos, Finlandia, Israel, Nueva Zelandia, Suecia y, en menor medida, Alemania.
Francia, Bélgica y Holanda conocieron por su lado, durante este período, una leve variación de la desigualdad. Únicamente Grecia y Turquía vieron disminuir la diferencia entre ricos y pobres.
La OCDE recordó que el agravamiento de las desigualdades afectan al crecimiento.
«El aumento de las desigualdades costó más de 10 puntos de crecimiento a México y a Nueva Zelandia, unos 9 a Gran Bretaña, Finlandia y Noruega, y de 6 a 7 puntos a Estados Unidos, Italia y Suecia», estima la organización.
En cambio, una situación más igualitaria antes de la crisis supuso un aumento del PIB por habitante en España, Francia e Irlanda.
Según la OCDE, el impacto negativo de las disparidades en el crecimiento separa el 40 por ciento de los hogares con los ingresos más modestos del resto de la población.
Una inversión insuficiente de estas familias en educación, que limita la posibilidad de instrucción de sus hijos, así como la movilidad social y el desarrollo de competencias, refuerza esta diferencia, añade.
«Para la OCDE, los resultados escolares de las personas, cuyos padres tienen un nivel bajo de instrucción, se deterioran a medida que las desigualdades en los ingresos son más pronunciadas», agrega.
La organización subraya que la lucha contra las desigualdades mediante los impuestos y las transferencias no perjudica el crecimiento.
Los poderes públicos, añade, deben orientar estas políticas de ayuda hacia este 40 por ciento de familias más desfavorecidas, entre las que se encuentran, la clase media baja.
Además de los programas de lucha contra la pobreza, la OCDE aboga por reforzar el acceso a los servicios públicos (educación, formación y cuidados de calidad), que debe traducirse, a largo plazo, en una mayor igualdad de oportunidades.