México, 1 de diciembre 2018 (NOTIGODÍNEZ).- Al rendir protesta como presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador refrendó su compromiso de emprender la cuarta transformación de la república, con políticas públicas que reviertan el desastre causado por la oligarquía y sus regímenes usurpadores pasados y recientes.
Flanqueado por el «ministro presidente» de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Luis María Aguilar Morales, y los presidentes de las cámaras de diputados y senadores, Porfirio Muñoz Ledo y Martí Batres Guadarrama respectivamente, López Obrador aseguró en su discurso inagural en San Lázaro que terminará con el legado desastroso heredado tras décadas de «gobiernos neoliberales».
«A partir de ahora, la transformación está en curso, de manera ordenada y pacífica pero al mismo tiempo radical, pues acabaremos con la corrupción y la impunidad que impedían el renacimiento de México», clamó el tabasqueño desatando una oleadad de aplausos de sus diputados.
Ante el asesino de Atenco y exusurpador Enrique Peña Nieto, de quien recibió la banda presidencial que el priista ostentó ilegal e ilegítimamente durante seis años, AMLO denunció la debacle petrolera del país acentuada por la apertura del mercado de los energéticos perpetrada en el espuriato peñista. Sin embargo, calló sobre su juramento patriótico de abolir esa contrarreforma que privatizó la riqueza energética nacional.
Por el contrario, el tabasqueño aseguró que respetará las «inversiones» -SAQUEO- privadas en todos los sectores, aunque prometió que se acabará la corrupción en la asignación de contratos y pondrá fin a los negocios al cobijo del poder político en el país, para beneficio de un grupete de acaudalados y corruptos empresarios.
Asimismo, respecto del alto precio de los combustibles derivado de la aplicación de la contrarreforma energética espuria -que mantendrá en su sexenio-, López Obrador reiteró su promesa de construir una refinería en Tabasco y rehabilitar las seis existentes para aumentar la producción local de gasolinas, bajando con ello su costo al consumidor.
Esto, en respuesta a una raquítica protesta de la fracción panista que alzó pancartas exigiendo eliminar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) en la frontera y eliminar impuestos a los combustibles.
«Los que aprobaron subir impuestos a las gasolinas, ahora exigen que baje su precio», recriminó AMLO desde la tribuna parlamentaria en franca alusión a los inconformes de Acción Nacional, desatando una ruidosa y prolongada ovación del resto de los asistentes en el pleno de la Cámara.
Por cuanto al tema de la inseguridad y la violencia, exacerbada durante los espuriatos de Felipe Calderón y Enrique Peña, el tabasqueño también hizo a un lado su promesa de reitrar paulatinamente al Ejército de las calles, reconociendo la labor de esa institución castrense y refrendando que la Guardia Nacional quedará integrada por soldados, marinos, elementos del Estado Mayor Presidencial -que desaparecerá en su sexenio- y elementos militares que, hasta hoy, se dedicaban al espionaje de ciudadanos.
El nuevo presidente mexicano, cargo ocupado ilegalmente por delincuentes al menos desde 1988, aclaró también que no piensa reelegirse y que será el primer presidente en someterse a la revocación de mandato por decisión de los mexicanos.
Opinión:
La asunción de AMLO al poder es el perfecto salvavidas de un sistema que se hundía, el producto mejor logrado de ese sistema para legitimarse, desmovilizar a la sociedad que ya se revolvía en su contra y prolongarse, otra vez, de manera indefinida. Eso sí, entiendan esto de una buena vez: la clave para recuperar la riqueza y dignidad nacional es la abolición imediata de la contrarreforma energética. Si eso no se hace, no habrá «cuarta transformación» y el desmantelamiento de México -saqueo de riqueza, despojo de tierras, abusos, represiones, masacres, etc.- seguirá como si nada. No hay más que decir.