Redacción Proceso
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- En los últimos ocho años al menos 35 empleados de Disney World en Orlando, Florida han sido detenidos por abuso sexual contra niños, incluyendo cuatro en el último mes, reveló CNN.
Los empleados, que laboraban en las áreas de mantenimiento, como guías de turistas y en seguridad, fueron arrestados por crímenes como posesión de pornografía infantil e intento de encuentros con menores para tener relaciones sexuales.
Además, dos empleados del parque Sea World y otros cinco de Universal Studios, también están implicados en casos similares.
Treinta y dos trabajadores ya fueron condenados, pero el resto de los casos aún están pendientes de juicio.
Los empleados involucrados fueron sometidos a la prueba del polígrafo, que se encarga de determinar si alguien miente o no, aunque los resultados fueron inconclusos, se dio a conocer.
“Las cifras reveladas por CNN representan una centésima del 1% de las 300 mil personas que hemos empleado durante este periodo”, indicó Disney en un comunicado.
Por separado, Universal Studios y Sea World emitieron comunicados defendiendo los controles de antecedentes que realizan antes de contratar a sus trabajadores. “Tenemos tolerancia cero para este tipo de actividad”, afirmó Universal.
“Trabajamos para proporcionar un ambiente seguro para los niños y las niñas. Se trata de una responsabilidad que nos tomamos muy en serio. Por eso, verificamos siempre los antecedentes penales”, dijo Jacquee Wahler, portavoz de Disney, en declaraciones a la cadena CNN.
La información de CNN, obtenida de informes policiales y judiciales, destaca que ninguna de las víctimas eran visitantes del parque de diversiones.
Los más recientes arrestos ocurrieron en junio pasado en dos fases: en la primera hubo detenciones relacionadas con la posesión de pornografía infantil. Entre los detenidos figura un profesor, Mateo Tillesen, de 28 años, que se dedicaba también a la distribución del material pornográfico. La mayoría de los detenidos tenía en sus computadoras material de niños con edades entre los dos y los 12 años.
La segunda fase se centró en páginas web y redes sociales donde adultos hacían contactos con menores. Varios detectives se hicieron pasar por niños para relacionarse con pederastas. Los sospechosos enviaban imágenes pornográficas y de ellos mismos, al tiempo que pedían a los niños que les mandaran fotos desnudos y buscaban concertar un encuentro con ellos.