- Médicos les ordenan limpiar clínica y contratar transporte: Centro Tlachinollan
- En la comunidad de Coachimalco, Tlapa, al menos 120 mujeres denunciaron maltrato
Angélica Enciso L
La Jornada
Las indígenas inscritas en el programa Oportunidades son discriminadas, vistas como sirvientas del médico y deben hacer desde la limpieza de la clínica hasta pagarles el transporte, sostiene Abel Barrera, director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan.
Dice que todas las mujeres de la Montaña, Guerrero, quedarían fuera del programa si se aplicara el criterio de la titular de la Secretaría de Desarrollo Social, Rosario Robles, quien hace días señaló que “no por tener muchos hijos van a tener más Oportunidades (…) ya no va a beneficiar a las que tengan muchos hijos, sino va a apoyar a las que tengan pocos, porque la familia pequeña vive mejor”.
En la Montaña, dice Barrera, la familia grande vive mejor. “No es la misma lógica. Los hijos son sinónimo de bendición, la única herencia tangible que va a garantizar la vejez. Los hijos pueden ayudar a trabajar en el campo. Ese comentario indica ignorancia de lo que pasa en el agro.”
En entrevista, explica que el problema con Oportunidades –programa social que apoya a familias en pobreza extrema en educación, salud y alimentación– es que a la indígena no le reconoce derechos, se le trata “como si fuera un ser que no tiene capacidad para tomar decisiones”.
Se ha institucionalizado la discriminación con la forma en que el programa fue diseñado. “El personal médico trata a las mujeres como si no tuvieran raciocinio ni criterio para tomar decisiones sobre la planeación de sus hijos. Les imponen los programas. Hay una visión occidental de la salud, no se retoman los saberes tradicionales”.
A las indígenas se les ve como antihigiénicas y analfabetas que necesitan ser civilizadas. “Es una manera de afianzar las políticas discriminatorias que existen en las comunidades indígenas”.
Subraya que el programa no se preocupa por capacitar al personal médico que interactúa con las mujeres, para respetarlas, entender que son portadoras de otra cultura y que hay prácticas de salud y conocimiento distintos. Hay especialistas sobre salud, como parteras y médicos tradicionales. “Para ellos es tabla rasa. Es tratar a las personas como ignorantes, atrasadas y a las que hay que imponer normas rigurosas.”
Ejemplifica que en la comunidad Coachimalco, Tlapa, alrededor de 120 beneficiarias del programa reportaron que el médico las obligaba a ir a la localidad Zacapexco cuatro días a la semana para “rellenar cuartillas y hacer otra serie de trabajos”. Explica que las mujeres dijeron que no tenían tiempo para hacer eso, porque tenían que atender a sus hijos e ir al campo a laborar.
“La doctora les dio la orden como si esas actividades fueran parte del programa. Les dijo que si no lo hacían les pondría falta, con lo cual podían perder el apoyo. También les pidió que le contrataran una camioneta para sus traslados, lo cual lo hacen con los recursos que les da el programa. Aceptan todas estas condiciones por miedo a perder los apoyos.”
Añade que por lo menos en los pasados tres años el centro ha recibido unos 15 casos parecidos. “Se trata de un colectivo de mujeres que padece el maltrato sistemático del personal médico”, el cual abusa porque ellas tienen el deseo de quedar bien con él, lo ven como si fuera la persona que toma las decisiones definitivas y temen ser castigadas. Además, “ya se ve natural que las mujeres tengan que hacer desde el aseo de la clínica hasta acarrear agua. Además, cubrir guardias día y noche en esos centros de salud”.