México, 9 de octubre 2015 (NOTIGODÍNEZ).- La estrategia federal de seguridad implementada en mayo de 2014 por el régimen usurpador del asesino de Atenco, Enrique Peña Nieto, en el convulsionado territorio PRI llamado Tamaulipas, sólo ha causado un alarmente incremento en los homicidios, secuestros y desapariciones, con el agravante de que muchas de estas brutalidades son cometidas por las «fuerzas del Estado», envilecidas más que nunca desde que Peña Nieto usurpó el poder.
De acuerdo con la agencia Proceso, este es el diagnóstico del Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo (CDHNL), entregado el martes 29 de septiembre a Tracy Robinson, comisionada de la delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en un encuentro realizado en Monterrey, Nuevo León.
Con la llegada ilegítima de Peña Nieto a Los Pinos y del priista Egidio Torre Cantú a la gubernatura de Tamaulipas, la entidad padece una ola de violencia sin precedentes. «Los ciudadanos viven entre el horror y la destrucción», consigna el reportaje de la revista Proceso citando el informe de la CDHNL, la única organización de su tipo que opera en medio del acoso por parte de la delincuencia y las fuerzas federales en el Estado (otros delincuentes).
El informe de 64 páginas titulado «Desaparición forzada, ejecuciones extrajudiciales, tortura y agresiones sexuales cometidas por las Fuerzas Armadas en Tamaulipas», señala que la violencia se concentra sobre todo en Ciudad Victoria –capital del Estado–, Tampico, Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros, justo en la frontera norte.
No obstante, la situación se recrudeció con el arribo de los elementos federales como parte de la estrategia del régimen usurpador. «La llegada de las fuerzas federales en los últimos meses sólo creó un ambiente de miedo, injusticia y abuso de autoridad. Hoy, varios poblados están abandonados, las carreteras son intransitables y los desaparecidos se cuentan por miles», indica el citado informe.
“Con Peña Nieto […] las personas siguen desapareciendo, principalmente mujeres jóvenes, las carreteras son inseguras, los cárteles de las drogas siguen operando, a pesar de la captura de sus principales dirigentes, y las fuerzas federales no han podido garantizar ni paz ni seguridad”, abunda.
De hecho, desde que Peña usurpó la presidencia y hasta el 31 de enero de este año, las denuncias por secuestro en Tamaulipas se incrementaron colocando a la entidad sólo por debajo del Estado de México (1,225), con 607. Asimismo, la cifra de desaparecidos hasta diciembre de 2014 ronda los 15 mil.
Tamaulipas, como última estación de la ruta de migrantes hacia Estados Unidos, es otro infierno para los centroamericanos que intentan llegar al vecino país del norte. Muchos de ellos son extorsionados, secuestrados y asesinados por bandas criminales en la ruta de Oaxaca, Chiapas, Veracruz y Tamaulipas, de acuerdo con reportes del albergue Hermanos del Camino, dirigido por el sacerdote católico y activista Alejandro Solalinde Guerra.
Pero las mayores brutalidades –si esto es posible– se cometen contra la ciudadanía, con el agravante de que son perpetradas por las propias «fuerzas de seguridad», dejando al pueblo en el desamparo más aterrador. El CDHNL documentó 23 ejecuciones extrajudiciales, 22 desapariciones forzadas y una violación cometida en el Cuartel Militar de Nuevo Laredo. Y claro, ningún militar ha sido procesado.
Éstas son quizá las peores consecuencias –junto con la miseria y la hambruna– de permitir que un asesino dirija los destinos de este país. Sabíamos que esto ocurriría si lo dejábamos imponerse, aunque nunca imaginamos que la violencia alcanzaría estos niveles. Todos los pronósticos han sido, por mucho, rebasados. Así que debemos reaccionar cuanto antes para derrocarlo y rescatar a nuestra agonizante nación. ¡NO HAY MAÑANA! PARO NACIONAL 14 DE OCTUBRE.
Con información de Proceso
