Mathieu Tourliere
Proceso
MÉXICO, D.F. (apro).- En medio de la crisis de violencia que sacude al país, los jóvenes mexicanos sufrieron 19.8 millones de delitos y actos de maltrato el año pasado, según resultados de la Encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia (Ecopred) que publicó hoy el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
En esta encuesta, realizada en colaboración con la Secretaría de Gobernación (Segob), el INEGI entrevistó a jóvenes de entre 12 y 29 años en poco menos de 100 mil viviendas repartidas en 47 ciudades y zonas metropolitanas de los 32 estados del país.
Y resultó que más de uno de cada cinco jóvenes afirmó que en sus lugares cercanos se producen “asalto y robo a inmuebles”, “peleas entre pandillas”, “asaltos o robos a transeúntes” y “venta de productos pirata”.
Una menor proporción, pero todavía elevada –rebasa la décima parte de los entrevistados–, reportó la existencia de “amenazas y extorsiones” en la calle (9.7%), “disparos frecuentes” (14.4%) o “ventanas rotas” (14.7%).
La aplastante mayoría de los jóvenes de Ecatepec, Ciudad Nezahualcóyotl, Villahermosa o Acapulco, entre muchas ciudades, consideraron que vivir en sus urbes resulta “inseguro”, y 68.2% de los encuestados aspira, en un futuro, a vivir seguro en su entorno de vida.
Respecto de la participación en actos de “vandalismo” –golpear a alguien, portar un arma, robar, pertenecer a una banda violenta, ser arrestado o participar en grupos criminales–, el espectro de la encuesta en las ciudades va de 24.1%, en Toluca, a 40% en Aguascalientes.
En cambio, entre 4.9 –en Villahermosa, Tabasco– y 21.2% –en León, Guanajuato– de los jóvenes confesó haber cometido este tipo de acciones frente a un promedio nacional de 12%.
En otras palabras, el INEGI considera que 12% de los jóvenes mexicanos “alguna vez ha portado un arma, ha estado en una pandilla violenta, ha cometido actos de vandalismo o bien ha tenido problemas con la policía”.
Estas cifras aumentan cuando los encuestadores preguntaron a los jóvenes los riesgos y problemas que enfrentan sus amigos o compañeros de clase, ya que 71.6% de ellos consideró que sus cercanos se encuentran expuestos a al menos un factor de riesgo.
Así, casi uno de cada diez jóvenes aseguró que algunos de sus amigos “han ganado dinero participando en un grupo criminal”, mientras 8.9% de los jóvenes dijo que cercanos de ellos “han participado en actos de vandalismo”; 8.7% “han maltratado o humillado a una o más personas” o 7.6% “se ha unido a pandillas violentas”.
De los jóvenes que estudian o trabajan, 39.8% estimó que sus compañeros “tienen problemas en sus casas”, y 32.2% que “ha habido compañeras madres solteras que han dejado de estudiar y/o trabajar”; aunque también uno de cada cinco afirmó que sus compañeros “no le inspiran confianza” o que las actividades que realizan “son aburridas”.
El 15.7% de los estudiantes o trabajadores jóvenes confesó que sus compañeros “traen armas o drogas”.
La violencia también permea entre los jóvenes. Así, en 42.6% de los casos en los que fueron víctimas de algún delito, el agresor era un compañero de escuela, y en 7% de los casos formaba parte del hogar. La mitad de los jóvenes identificó “situaciones de conflicto o peleas entre miembros del hogar”.
Los estragos del hostigamiento –o bullying— afecta por su parte a 32.2% de los jóvenes en entorno urbano.
La encuesta del INEGI reveló que el 41.4% de los jóvenes quienes dejaron de estudiar tomaron esa decisión por cuestiones económicas; uno de cada cinco sostuvo que abandonó los estudios por “su ideología (sic) o falta de interés”; uno de cada diez fue rechazado en las escuelas, y 8.7% afirmó que dejó la escuela por “problemas de salud o embarazo”.
Y demostró que la mayoría de los ‘ni-ni’ –los jóvenes que no estudian ni trabajan— se encuentra en esa situación no por decisión propia, sino porque no existen las oportunidades laborales o porque cuidan a un familiar o se dedican al hogar. Sólo a 14% de los llamados “ni-ni” no le interesa o no quiere trabajar.
De acuerdo con las cifras que dio a conocer la institución, los jóvenes capitalinos y quienes habitan los estados cercanos al Distrito Federal –pero también las entidades federales que van desde Oaxaca hasta Chihuahua– están expuestos a un mayor número de factores de riesgo que en los demás estados del país.
Poco más de la mitad de los jóvenes mexicanos está dispuesto a quitar su hogar y su barrio “si tuviera los medios para hacerlo”.
Sin embargo, pese a identificar los factores de riesgo y los delitos, los jóvenes estimaron que en general las “conductas antisociales” –venta de piratería, prostitución, venta y consumo de droga, amenazas o extorsiones, entre otros– no provocan la reacción de sus vecinos.
Así por ejemplo, los jóvenes consideraron que en 68.7% de los casos los vecinos no se entrometen cuando presencian el uso de armas de fuego. Lo mismo ocurre cuando observan amenazas y extorsiones (72.4%), arrancones y bloqueos de calles (77.4%), la prostitución (80.7%) y, en menor medida, peleas entre residentes.
De la encuesta, resulta que 36% de los jóvenes que siguen a cargo de sus familiares viven con la ausencia de al menos una figura parental. En 40% de los casos sus padres están separados; en 15%, uno de ellos murió, y en 10.7% la falta de un genitor se explica “por motivos laborales”.
En la encuesta destaca que los jóvenes mexicanos suelen confiar suficientemente en sus vecinos para pedirles ayuda cuando lo necesiten.
Para los jóvenes urbanos mexicanos los vecinos se reúnen más para llevar a cabo eventos religiosos y organizar fiestas que para solucionar problemas de servicios públicos u organizar la seguridad de la colonia.
De hecho, sólo 15.9% de los jóvenes respondió que participaba en grupos y programas de barrio, 59% de los cuales se dedican al deporte y otra tercera parte a actividades religiosas.
Los demás, los que no pueden participar en estos grupos, afirmaron que les “falta tiempo” (39.4%) para justificar su lejanía con estos grupos, pero más de una tercera parte de ellos explicó que no participaban de estos programas simplemente porque no existen.