Edwin Paredes
Reforma (Foto: Reforma)
Luvianos, Estado de México (06 agosto 2014).- La noche del viernes, un grupo de sujetos armados a bordo de un taxi esperaba afuera de su casa a Indalecio Benítez, fundador de una radio comunitaria en este municipio del sur del Estado de México.
Tres balas alcanzaron a Juan Diego, su hijo mayor de 12 años de edad, quien perdió la vida en ese momento y este lunes fue sepultado.
Benítez es fundador y propietario de la Calentana, una radio comunitaria en Luvianos, que transmite por internet desde la casa del comunicador.
«En el carro íbamos mi esposa, yo y cuatro hijos, íbamos tres carros, como a las 12 más o menos nos regresamos y afuera de la radio estaba un taxi con las puertas abiertas, pero yo pensé que había gente que se estaba echando su cervecita y que se habían acercado a solicitar algunas canciones.
«Ya estando ahí me doy cuenta que hay una persona armada y con capucha y van saliendo y esquivo al canijo que me marca el alto y me le pelo, y me empieza a rafaguear y mata a mi hijo», explicó Benítez en entrevista.
«No sabría cuántos disparos fueron. Al principio no creí que mi niño estuviera muerto, pensé que estaba desmayado. Sé que esos disparos iban para mí, a lo mejor si me paro, me matan a mí y dejan tranquila a mi familia, pero en el momento uno no sabe cómo reaccionar.
«Me robaron la tranquilidad, siento que con esto, el que sigue soy yo», aseguró Benítez entrevistado en el sepelio de Juan Diego.
Conserva uno de los casquillos calibre 7.62 que dispararon contra el sedán en que viajaba con su familia y se cuestiona cómo es posible que el peritaje de las autoridades no haya durado más de 10 minutos.
Ni siquiera fueron recogidos todos los casquillos percutidos.
«Le despedazaron el corazón a mi hijo y al final de cuentas me lo destrozaron a mí, se lo están destrozando a Luvianos», dijo.
«El ataque fue directo hacia mí, hacia mi familia; yo fui directo hacia una base de la Marina, que está a escasos 600 o 700 metros de aquí y me metí a la zona federal, me esperé ahí y los marinos llegaron ahí pero mi hijo ya había muerto», relató.
De acuerdo con el comunicador, los agresores los persiguieron pero se les descompuso el carro. Volvieron a la casa y dispararon contra el edificio.
A decir de Indalecio él jamás había recibido amenazas de muerte ni tiene enemigos, por lo que no sabe cuál fue la razón de haber sido atacado.
«Nunca había recibido amenazas, quiero pensar que hay una disputa encarnizada por la lucha del poder de este pueblo, del control de la plaza y los que pagamos somos la gente pacífica que estamos aquí», lamentó.