Empleados de Tropicana llegaron a «arreglo» con Ángel Aguirre tras cinco años en huelga

HÉCTOR BRISEÑO
La Jornada

Dos máquinas retroexcavadoras contratadas por el gobierno estatal comenzaron la demolición del salón de bailes y restaurante Tropicana este domingo alrededor de las 7 horas.

Los ocho trabajadores del centro de diversión, con tradición desde hace más de tres décadas en este puerto, permanecieron en huelga desde el 30 de enero de 2009.

Siete de ellos habían aceptado una liquidación de 45 mil pesos desde inicios de año, pero uno, el delegado sindical Lauro Salinas, se negaba a aceptar esa cantidad, hasta que finalmente llegó a un arreglo, cuyo monto no se dio a conocer, con representantes del gobierno estatal, que actuó en el caso como patrón sustituto, con el objetivo de demoler la instalación y concretar el proyecto de remozamiento del área típica de Acapulco.

“El imperio de la salsa y la cumbia ha caído”, lamentó el viene-viene Javier Campos González, quien recordó que “era nuestra fuente de empleo, yo tengo aquí seis años, muchos turistas entraban y salían, era un patrimonio de Acapulco, es una lástima para el turismo”.

El asesor en materia ambiental de la administración estatal, Leonel Lozano Domínguez, expresó que el área, de unos 500 metros cuadrados, ubicada en la playa Carabalí, en la zona Tradicional, debe ser defendida por la ciudadanía como una ventana ecológica.

Lozano Domínguez manifestó que “estamos cuidando que esta acción se efectúe dentro de las normas ambientales, en la idea de avanzar con hechos muy concretos en la creación de las ventanas ecológicas, que son necesarias para mejorar el destino turístico”.

Expresó que “hoy en la mañana comenzaron los trabajos de demolición, la parte laboral no la conozco no es mi área, tengo entendido que con la única persona que había una diferencia por reclamo laboral quedó resuelto, hubo un acuerdo según se me informa, y eso permitió entonces liberar el área”.

Señaló que “con estas acciones de saneamiento tendremos un espacio libre en un par de días”.

Lozano Domínguez enfatizó que la sociedad civil tendrá que cuidar que los espacios que se logran abrir como ventanas ecológicas, así se conserven, sin más construcciones sólidas.

Indicó que “las obras de concreto tienen afectaciones de impacto ambiental, pero al mismo tiempo restan vista a la bahía para quienes nos visitan y los propios ciudadanos”.

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