ESTADO FALLIDO: Militares toman el pueblo de Chilapa «por seguridad»; pobladores mantienen toque de queda

ARTURO DE DIOS PALMA
La Jornada (Imagen de archivo)

Chilapa, 11 de julio. Son las 4:20 de la tarde y en el zócalo de Chilapa están cuatro personas sentadas y un vendedor de elotes, junto con ellos están seis policías de las Fuerzas Especiales que resguardan el centro de la ciudad. Sobre las avenidas Revolución y José María Andraca, dos de las cuatro que conforman el primer cuadro de la ciudad, sólo 10 comercios de los aproximadamente 40, están abiertos.

Bajo el resguardo policiaco y militar, cientos de pobladores de la cabecera municipal intentan volver a la normalidad, después de tres días de balaceras entre grupos de civiles armados y con policías estatales. Pero todo con precaución. Cualquier movimiento extraño es causa suficiente para que las cortinas se cierren.

Pese a que el gobierno municipal insiste en que no se ha declarado un toque de queda, los pobladores están tomando medidas de precaución precisas. Por ejemplo muchos de los comerciantes del centro y el mercado central este viernes decidieron de plano no abrir sus negocios. Y los que sí lo hicieron comenzaron a bajar las cortinas a partir de las 3 de la tarde.

Casi a las 5 de la tarde, sobre la avenida Revolución sólo tenían abiertas sus cortinas el Oxxo y otros tres comercios. Por el lado de José María Andraca las dos farmacias y otros cuatro más.

Mientras, el vendedor de elotes se mueve de un lado a otro en el zócalo en busca de un comprador. A esa hora, un grupo de personas que se pudo ver fueron los feligreses que llegaron a la catedral con la imagen de la Preciosa sangre. Por las calles principales aún se notan silencios prolongados por la ausencias de carros y personas.

Pero a diferencia del jueves, este día el movimiento en la ciudad fue más visible. Las combis del transporte público circularon e igual que los taxis.

Desde el jueves al mediodía, cuando se escucharon detonaciones de armas de fuego en pleno centro, no se han reportado balaceras por ninguna parte de la ciudad. Esto ha provocado que los pobladores se animen a salir de sus casas para comprar o cumplir con algún compromiso.

Pero la presencia de los pobladores por las calles es efímera, son muy pocos los que se detienen a platicar o comprar con calma, como en un día normal.

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