Proceso
Chihuahua, Chih., (apro).- En el municipio de Gran Morelos, uno de los más pequeños del estado, con una extensión territorial de 424.20 kilómetros cuadrados, se respira el miedo, luego de la masacre del pasado viernes 9, en la que perdieron la vida cinco agentes policiacos, entre ellos el director de Seguridad Pública Municipal, Sergio Salas Reyes.
Desde entonces, las habitantes de ese lugar localizado geográficamente en la zona de los valles centrales han optado por no salir de sus casas. Los maestros del jardín de niños y del Centro Regional de Educación Integral (CREI) decidieron suspender clases y el presidente municipal, Gilberto Gutiérrez Montes, de plano se ausentó del pueblo con todo y su gabinete, incluidos los regidores.
Y es que los homicidas de los uniformados dejaron una manta en la que advirtieron que regresarían para acabar con todos los policías del municipio.
Tras la balacera del viernes 9 a un costado de la presidencia municipal, unidades de la Policía Estatal Única y del Ejército Mexicano se hicieron cargo de la seguridad del pueblo.
Los cinco agentes municipales que continúan laborando –el sexto se encuentra internado en un hospital después de que uno de sus compañeros, quien se encuentra prófugo, le disparó en una riña–, vigilan el edificio municipal, en cuyo patio central montaron un altar en memoria de sus compañeros caídos, ninguno de los cuales tenía más de 40 años de edad.
Se trata del director de Seguridad Pública, Sergio Salas Reyes, originario de Veracruz; el comandante Eduardo Barrera López, de Durango; los agentes César Alberto Alfaro Villatoro (que también era jefe de grupo) y Jorge Eduardo Ramírez León, ambos de Chiapas, y Jesús García García, originario del municipio chihuahuense de Guachochi.
Francisca González, pareja de Jesús García, acudió esta mañana con su hijo Eduardo, de dos años, a las instalaciones municipales en busca de apoyo.
“Me voy a poner a trabajar, no hay problema con eso, pero no sé, todavía no sé qué pasó”, dice la joven de 26 años, originaria de San Luis Potosí.
En entrevista, Francisca relata que conoció al padre de su hijo en esta capital. “Era militar, pero luego se salió y lo invitaron a trabajar acá (en Gran Morelos) de policía. Yo no quería, pero pues ya ni modo”.
“Estamos viviendo una pesadilla”
A tres cuadras de la presidencia municipal, elementos del Ejército adaptaron el gimnasio del pueblo como cuartel.
Hasta ahora no se sabe qué sucedió, “no hay nada todavía”, dice uno de los militares.
Por separado, un trabajador de la presidencia afirma que hace dos días encontraron muertos a dos de los presuntos asesinos de los policías.
Y asegura que desde la administración pasada han vivido mucho dolor y ahora “estamos viviendo una pesadilla”.
Luego señala: “Como dijo el padre el día de la misa de los cinco, para nosotros y para el pueblo ellos (los agentes ejecutados) son unos héroes”.
El 9 de mayo, añade, se convirtió en un infierno para quienes laboran en el Ayuntamiento. “Había un cuerpo adentro, el del director, al salir el del comandante y otro más, y dos quedaron en la unidad porque llegaron a enfrentar a los delincuentes. Los agarraron desprevenidos, les quitaron sus armas, los mataron”.
Mientras, la zozobra mantiene en vela al pueblo entero por no saber lo que sucedió, con el temor de que los asesinos regresen, aunque la presencia de los militares les da cierta tranquilidad.
Uno de los pobladores confiesa que han perdido la confianza entre ellos mismos, aun cuando es la gente de fuera la que los ha desestabilizado.
“Aquí hacemos cada año un gran festejo el 10 de septiembre, somos un pueblo solidario, tranquilo, entre nosotros no ha habido guerra. Vienen de fuera, vienen y nos los dejan aquí (los cuerpos), pasan cosas en Cuauhtémoc y vienen y nos los dejan aquí”, comenta otro.
En la entrada a la Presidencia Municipal, una placa recuerda otro hecho delictivo en la población, cuando en septiembre de 2012 fue asesinada la secretaria del Ayuntamiento, Olaya Gutiérrez.
“A la impecable trayectoria de quien siempre defendió sus ideales y trabajó sin cansancio por el bienestar de su pueblo septiembre 2012”, dice la placa.
Y en la calle San Nicolás de Carretas hay dos cruces que recuerdan a dos policías caídos en el cumplimiento de su deber, el 27 de abril de 2013: Gerónimo Cruz Zepeda y Luis Raúl Aguayo Saucedo.
Gran Morelos es un corredor que llega al estado de Sonora, por donde grupos del crimen organizado transportan droga, y en los últimos años se ha convertido en una plaza peleada por dos grupos delictivos.
En Gran Morelos también se encuentra la plaza de toros más antigua en la entidad, que sus habitantes cuidan y resguardan para festejar cada año a su santo patrono, San Nicolás de Carretas, y con frecuencia realizan jaripeos que congregan a distintos pueblos.