Francisco Castellanos J.
Proceso
MORELIA, Mich. (proceso.com.mx).- Una funcionaria de la Fiscalía Especializada en la Atención de Delitos Vinculados a la Violencia Familiar y de Género fue reasignada a otra área de otra dependencia luego de que su esposo la denunció por violencia intrafamiliar contra sus hijas.
La agente del Ministerio Público Irazema Gregoria Rodríguez Rodríguez, fue acusada por César Lázaro García de maltratar y abandonar a las hijas de ambos, de 8 y 12 años.
Al conocer los pormenores del caso, la Procuraduría General de Justicia del Estado la reasignó a otra área de dicha dependencia.
“El procurador José Martín Godoy Castro dispuso desde este mediodía que la servidora pública sea reasignada a otro espacio que no tenga relación con el área que habrá de resolver la carpeta de investigación”, precisó la PGJ en un comunicado.
El funcionario instruyó a la Fiscalía para que resuelva el asunto en apego a la ley y con transparencia.
Finalmente, advirtió que todo servidor público está obligado a conducirse con honestidad y apegado a principios y valores que le permitan tener un desempeño de altura y de convicción en el servicio.
Medios que dieron a conocer el caso consideraron que el procurador Godoy Castro en vez de cesar y consignar a los funcionarios que violan la ley sólo los reasignan “para protegerlos”.
Recordaron el caso del comandante de Morelia Olegario Contreras Macías, acusado de secuestro y cambiado a Lázaro Cárdenas donde amenazó con sembrar droga al periodista Martín Espinoza.
Contreras Macías, quien supuestamente es protegido del procurador José Martín Godoy, también fue denunciado el pasado 26 de octubre por el comerciante Luis Alberto Flores Madrigal ante la Comisión Estatal de los Derechos Humanos.
En la denuncia, Flores Madrigal explica que a las 17:00 horas del pasado 16 de septiembre fue secuestrado y torturado junto con su hijo de 4 años en el área del Centro de Operaciones Especiales de la Procuraduría de Justicia de Michoacán por Olegario Contreras, quien junto con sus subordinados lo sometieron físicamente.
El comerciante fue golpeado, obligado a ingerir orines, le pusieron una toalla en la boca y lo amenazaron con matarlo frente a su propio hijo, quien presenció todo el acto.