«Hay señales de que los cuerpos hallados en fosas de Iguala son de los normalistas»: fuente consultada por La Jornada

  • “¿Que por qué el procurador dijo que eran huesos?, porque los quemaron con diésel”
  • Aquí pasan camionetas apestosas todas las noches, como ese sábado de los estudiantes, dicen vecinos.

Arturo Cano
La Jornada

Iguala, Gro., 4 de octubre. “Nomás usted lo va a saber”, dijo el ojeroso policía ministerial, aunque luego se lo contara a medio mundo: “son nueve cuerpos. ¿Que por qué el procurador dijo que eran huesos? Pos porque los quemaron con diésel”.

La espera, en una calle –si así pudiera llamársele– de una colonia precaria al norponiente de esta ciudad, pegada a los cerros, era larga y tensa. Para acabarla de joder, a un ministerial se le fue un tiro.

Contra la costumbre, las autoridades prohíben a los medios acercarse a dos lugares donde se hallaron fosas con restos humanos. De seis personas, dicen primero. De 20, circula la especie ya de noche (aunque una fuente del gobierno del estado afirmó, al filo de las 21 horas, que son nueve los hallados). Ahí, porque un par de reporteros que equivocaron el camino fueron a dar a otro paraje donde tampoco les permitieron el paso. Lo que miraron era semejante al operativo realizado en el remate de Pueblo Viejo.

Una fuente confirmó, desde la excavación de las fosas, que pese al estado de los restos hay “indicios” de que se trata de los estudiantes.

En esta misma zona, entre abril y mayo, las autoridades hallaron en varias fosas un total de 30 cadáveres. Entonces, los reporteros pudieron acercarse al lugar.

Todos pueden estar asombrados, menos los vecinos del lugar. “Aquí, para que más que la verdad, es un cementerio de narcotraficantes”, dijo una muchacha que parecía divertida con el macabro trajín. “Pasan camionetas apestosas muchas noches, pero de veras apestosas”.

“Los militares y los policías han estado viniendo toda la semana”, completó su madre. “Eso nunca había pasado. Lo que siempre pasaba es que en las noches entraban camionetas, como ese sábado de los estudiantes, pero nosotros ni nos asomamos.”

En eso apareció, a bordo de una camioneta blanca, el procurador estatal, Iñaky Blanco Cabrera, quien pidió “comprensión” a la tropa periodística. Soltó dos datos: es un “número indeterminado” y se trata de “restos óseos”.

Horas más tarde, el fiscal acompañó al gobernador Ángel Aguirre en una conferencia de prensa en la que completó: “Sería irresponsable de mi parte decir que se trata de los normalistas”. Lo dirán los estudios de genética forense.

Si no se trata de los normalistas, se comentaba en la inútil espera, ¿será menor la responsabilidad de las autoridades de todos los niveles?

No lo creen muchos. Reunidos en Ayotzinapa, los dirigentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), los alumnos de la normal de Ayotzinapa y los familiares de los desaparecidos fueron convocados a Casa Guerrero, una de las sedes del gobierno estatal.

Al invitarlos, les dijeron que se trataba de “aclarar rumores” y que serían recibidos por Ernesto Aguirre, asesor del gobernador. Para sorpresa de la comisión, los recibió el mandatario estatal. Los normalistas, que tienen el acuerdo de no dialogar con Ángel Aguirre, se salieron de la reunión. Se quedaron los secretarios generales de la CNTE, quienes, entre otras cosas, exigieron que en la identificación de los restos participe el célebre equipo de forenses argentinos que ha actuado en otras ocasiones en México (el mandatario estatal sólo había ofrecido lo que dijo en su conferencia de prensa: esperar estudios de ADN).

Los normalistas salieron, gritaron consignas, lanzaron algunos cohetones y “zarandearon la puerta; afortunadamente no pasó de ahí”, dijo desde Chilpancingo Pedro Hernández, de la sección 9 del Distrito Federal.

Un detenido “escupió todo”

En Iguala, luego de que el procurador se marchó, los policías que antes llamábamos judiciales –ahora ministeriales– se quedaron, encanijados, frente a los reporteros.

“Desde hace una semana dormimos en la calle. No tenemos viáticos ni para tragar mientras los pinches políticos se lucen”, dijo uno, al tiempo que señalaba a otro de sus compañeros que, en ese momento, engullía un pastelillo chatarra. “Vea lo que tragamos”.

El enojo soltó las lenguas de los ministeriales (ninguno de la región, todos venidos de las comandancias de la capital y las costas):

“Hubiéramos querido toparnos a esos hijos de la chingada, pero nada. Les caímos hasta a las casas, pero no había nadie” (ningún miembro del grupo criminal Guerreros Unidos, se entiende).

“Pero sí hay detenidos, por eso estamos aquí”.

El gobernador dirá más tarde que se realizaron 30 aprehensiones relacionadas con la investigación de las fosas.

Siguieron de largo los policías: “Uno de los detenidos escupió todo. Nos trajo y señaló dónde los enterraron. ¿Por qué? Pues porque él participó”.

El detenido, comentan reporteros locales, podría ser un individuo que hace un par de días fue capturado después de una balacera. “Se metió al CBTIS 56, cuando había clases, y disparó ahí dentro; ya ves que a esos cabrones les vale madre matar a quien sea”, confirmó un profesor de Iguala.

El operativo había comenzado poco después de las 8 de la mañana. El grupo antisecuestros de la fiscalía estatal estuvo a la vanguardia. Luego llegaron los ministeriales

Pasado el mediodía, el panorama era el siguiente: arriba, un helicóptero de la Armada, luego otro de la policía estatal y más tarde un tercero que los reporteros locales reconocen como el artefacto en que suele viajar Ernesto Aguirre, sobrino y asesor del gobernador Ángel Aguirre (“el verdadero gobernador”, comentaron reporteros locales).

Abajo, todas las policías del estado, la Federal, el Ejército, la Marina, el Servicio Médico Forense y las camionetas de funerarias con las que tiene contrato. Vaya, hasta el H. Cuerpo de Bomberos.

Para llegar a la zona, desde la que se tiene una panorámica de la ciudad de Iguala, hay que recorrer “calles” que parecen riachuelos. Los vecinos no conocen el agua potable ni el drenaje.

Donde terminan las casas comienzan los huizaches. Los cuerpos fueron encontrados arriba, en una cañada, entre una espesa vegetación.

Varios colegas hicieron el intento de ir más allá, pero incluso los más osados no lograron pasar el último círculo de seguridad a cargo de la Marina.

El Coco y la raja política

Fue día de hallazgos en la cuna de la Bandera. Al filo de las 5 de la tarde, militares y policías federales y del estado catearon la casa ubicada en la calle Jardín Campestre número 15: en el patio, enterradas, encontraron ocho creaciones del señor Kaláshnikov, seis R-15, 56 cargadores, seis M16 y dos lanzagranadas.

De Pueblo Viejo, vehículos de la Policía Ministerial abandonaron el lugar escoltando una grúa que arrastraba una camioneta Grand Cherokee color verde.

Quizá una de las trocas de los Guerreros Unidos, cuya participación en las balaceras de los días 26 y 27 de septiembre, igual que la de policías municipales, ha sido confirmada por el gobierno del estado.

Las conferencias de prensa sin preguntas no han sido suficientes para el gobernador Ángel Aguirre, quien por la mañana, sonriente, se tomó foto con Jesús Zambrano en su despedida de la presidencia del PRD, y por la noche se sintió obligado a desempolvar sus mejores lugares comunes en las redes sociales: “Sería altamente condenable, quienes quisieran sacar provecho o raja política, de una situación como la que hoy no embarga y nos entristece” (textual).

Aunque los demonios andan desatados, en Iguala cayó la noche con procesión (“Paz y Bien”, dice la manta que encabeza) y fiesta para honrar a San Francisco de Asís, santo patrono de la ciudad. Se encendieron los juegos pirotécnicos y la banda musical cerró con un “no, no, no, El Coco no”.

Fuente

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