- Agredieron granaderos a familias en el Centro Histórico
- Ajena y burlona, la actitud de funcionarios de la CDHDF presentes
Fernando Camacho Servín
La Jornada
Tras las movilizaciones de protesta realizadas el jueves en la ciudad de México en solidaridad con los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, han comenzado a surgir testimonios de las detenciones arbitrarias, exceso en el uso de la fuerza y otros abusos cometidos por policías en contra de manifestantes.
Entre las personas que resultaron agredidas por los agentes están Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México, y Jesús González, coordinador de comunicación del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia, quienes anunciaron que presentarán una denuncia penal ante la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal y una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
En entrevista con La Jornada, ambos narraron las agresiones que ellos y sus familias sufrieron a manos de los granaderos de la Policía Federal, y recordaron que cientos de personas más recibieron el mismo trato, sin importar si se trataba de niños, mujeres o personas de la tercera edad.
Pérez García, especialista en temas de derechos de la infancia, contó que al término del mitin realizado en la Plaza de la Constitución, él y su familia –madre, esposa, dos hermanas y su hijo– fueron golpeados por granaderos alrededor de las 10 de la noche, pese a que le advirtieron a los policías que había menores de edad presentes.
“Escuchamos cohetones y nos resguardamos en las cortinas metálicas de los comercios; en ese momento varias familias nos orillamos porque vimos que la gente empezaba a correr. Al poco tiempo, llegaron los granaderos atacando a toda la gente. De manera automática, las personas cuidaban a los niños y a las personas de la tercera edad, pero llegaron empujando con sus escudos”, recordó Pérez.
“Nos fuimos todos juntos, pero los granaderos nos pegaron con sus escudos a mí, a mi mamá, a mi esposa, mis dos hermanas y mi hijo. Yo recibí un golpe en el brazo mientras gritábamos ‘somos familias’, pero no nos escuchaban”, deploró.
“Fue la intervención de los periodistas lo que los contuvo un poco y nos ayudó a salir del encapsulamiento, cuando empezaron a lanzar sus flashes. Nos fuimos caminando en bloque por la calle de Brasil, pero vimos que seguían pegándole a la gente, y no sólo eran golpes, sino también violencia verbal”, dijo Pérez.
Por su parte, Jesús González manifestó que después de las 21:30 horas “comenzaron las primeras corretizas, cuando me encontraba con mi esposa y mi hija. Fue un grupo de granaderos que venía de Palacio Nacional hacia 5 de Mayo y Madero, de donde no pudimos salir rápido porque las luces estaban apagadas, yo creo que de forma intencional”.
Pensando que los agentes los respetarían al ver que se trataba de familias, inmóviles y sin actitud violenta, muchos asistentes a la marcha se quedaron recargados sobre las cortinas metálicas de locales cerrados, pero al llegar los uniformados “nos empezaron a golpear sin ningún miramiento. Se generó un gran tumulto y muchas personas cayeron al suelo”.
En ese momento, añadió, “sentimos los efectos del gas pimienta y el caos fue mayor. Mi esposa y mi hija cayeron, y cuando traté de ayudarlas recibí golpes en la espalda, donde tengo algunas lesiones. Cuando nos levantamos, nos agarramos de la mano y salimos hacia Madero, pero antes alcancé a ver cómo golpeaban a mi hija en el brazo izquierdo”.
La experiencia fue todavía más desagradable, narró el activista, cuando llegaron al Hemiciclo a Juárez y encontraron una camioneta de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, cuyos funcionarios se negaron a darles ayuda.
“Mientras chupaba una paleta, la única respuesta del tipo que estaba ahí fue señalarme con el dedo la dirección de la página web del organismo. Fue decepcionante e insultante y tuvimos que retirarnos enojados y confusos”, denunció.
Otro ejemplo de la actuación violenta de los policías quedó de manifiesto en un video que comenzó a circular desde ayer en redes sociales, donde puede apreciarse que un grupo de granaderos entra a un restaurante, al parecer para detener a alguien, y cuando la gente les reclama su actuación, uno de los agentes le avienta a un comensal una silla de aluminio.