Redacción Proceso
MÉXICO, D.F. (apro).- De cada 10 horas invertidas en labores domésticas no remuneradas, al menos ocho las realizan mujeres, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
De acuerdo con el reporte más reciente de la dependencia federal, en 2012, las mujeres tuvieron la mayor carga del trabajo doméstico, con 2 mil 520 millones de horas a la semana frente a 2 mil 158 millones de horas de los hombres.
El reporte menciona que el valor económico del trabajo no remunerado doméstico y de cuidados representó 19.7% del Producto Interno Bruto mexicano; de ese total 15.0% lo aportaron por las mujeres.
El primer porcentaje fue superior al registrado por actividades económicas como la industria manufacturera, el comercio y los servicios inmobiliarios y de alquiler de bienes muebles e intangibles de manera individual, con una participación registrada de 17.3%, 15.2% y 11.4%, respectivamente.
Con estas cifras y en el Día Internacional del Trabajo Doméstico –instaurado desde el Segundo Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, en 1983 en Lima, Perú–, el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred), se pronunció por reconocer la importancia de las labores domésticas que son hechas mayormente por mujeres.
Pero esta situación no es lo peor, dijo la dependencia en un comunicado, pues ellas también están “invisibilizadas y desvaloradas pese a su enorme contribución económica y social”.
El organismo del Distrito Federal aseguró que la mayoría de las mujeres que realizan trabajo doméstico no remunerado viven una “doble jornada” pues se emplean en un trabajo remunerado la mayor parte del día y al regresar a casa continúan con las labores domésticas, aunque sin el apoyo de los otros integrantes del hogar.
El Copred consideró que la idea de que el trabajo doméstico es una labor propia del género femenino y no del masculino es cultural y no económica. “Socialmente se señala que está en la ‘naturaleza’ de las mujeres el desempeño de estas laborales, por lo que se entiende que deben de realizarlas de forma gratuita, obligatoria e incuestionable”, criticó.
En la medida en que se reconozca la importancia del trabajo doméstico –agregó el Consejo—y haya una corresponsabilidad de las otras personas que habitan los hogares, especialmente los varones, eso redundará en una reducción de la doble jornada laboral de las mujeres y en mejores condiciones de vida no sólo para ellas, sino para toda la población.