Mamá Rosa era brutal, prepotente y malhablada; padres amenazaban a sus hijos con «llevarlos con Mamá Rosa» si se portaban mal

Benito Jiménez
Reforma

Zamora, México (10 agosto 2014).- Aquí definen a Rosa María Verduzco con una palabra: malhablada.

A todo mundo le decía «bato», pero ya entrada en confianza soltaba «cabrón» y «pendejo» a quien se le cruzara.

Las mentadas de madre eran parte del repertorio.

«Hasta pendejeó a los políticos», asevera su primo-hermano, el presbítero Alfonso Verduzco, padre del templo de San Francisco, en esta ciudad michoacana.

otros afirman que era intocable por las autoridades, alevosa, prepotente, codiciosa y muy caprichosa. Aunque coinciden en que fue muy vivaz para rodearse de asesores y profesores de diversa índole para que le apoyaran con el paquete de cuidar y educar a cientos de menores durante décadas.

Mamá Rosa, como le conocen hasta en Europa, nació hace 85 años en un ambiente conservador.

Su infancia la vivió en la calle de Amado Nervo 117, junto a la Catedral de Zamora. Donde ahora se encuentra la Notaría 18 que encabeza Fidel Martínez Acevedo.

Este inmueble aún conserva el jardín donde Mamá Rosa jugaba a ser maestra.

Desde joven, a los 13 años, de acuerdo con diversos testimonios, la mujer comenzó a recibir a menores maltratados por adultos en bares y cantinas.

“Llegó a tener una palomilla como de 12 niños y niñas, se hizo amiga de ellos, los cuidaba y su padre se molestó porque los invitaba a comer”, añadió el Presbítero.

Rosa María es hija de Francisco Verduzco y María Luisa Verduzco. Es la cuarta de cinco hijos: María Luisa, Teresa, Francisco, ella y Catalina.

Sus progenitores eran de clase media alta, se dedicaron a cultivar fresas y fueron pioneros de los dulces zamoranos en los años 40’s.

“Tenían varias propiedades, y su padre mandó a su hija a un predio contiguo para que se llevara a los niños con ella, no los quería en su casa”, narra Juan José López, un pensionado de 69 años, todos ellos vividos en Zamora, que sabe la historia de su ciudad de la A la Z.

Mamá Rosa se asentó por unos años en la calle de Hidalgo y Amado Nervo, atrás de la Catedral de Zamora. Tenía ya 16 años de edad, y la palomilla que dormía bajo su techo iba en aumento.

Ella no tuvo estudios. Fue catequista un corto tiempo. Un profesor del Colegio de Michoacán, que prefiere omitir su nombre, recuerda que era autodidacta y que quería ser profesora, carrera que no logró cursar.

El mote de Mamá Rosa se lo pusieron los niños que comenzó adoptar en los años 60’s.

Los zamoranos le aplauden que haya hecho una labor social que nadie quería hacer: lidiar con niños abandonados.

“Ella encontró un objetivo para su vida, determinó proteger a los niños desamparados. Y eso fue creciendo, la gente que conocía su proceder, de dónde venía, la fueron apoyando. Si alguna obra de beneficencia existía en Zamora, era La Gran Familia”, explica el Presbítero, entrevistado en su oficina parroquial.

A veces, el Sacerdote le preguntaba: “¿Rosa, por qué no has parado un pie en la iglesia? ¿No quieres ir al Paraíso?”.

“Ella me contestaba: ‘Chingá, ¿crees que con lo que estoy haciendo no lo merezco?’, y yo me quedaba callado”, recuerda el religioso, de la misma edad que Mamá Rosa.

-¿Dónde está Mamá Rosa? -se le inquiere a su primo hermano, el Presbítero.

-En una casa en Jacona (un municipio cercano a Zamora). Está en una casa ajena y muy reservada, me ha dicho que no quiere recibir a nadie -responde.

-Ella lamenta que le hayan quitado su albergue de las manos, me dijo: “Esto quiere decir que aquí se acaba una etapa de mi vida, hice lo que hice e hice lo que pude, me dieron una puñalada en el corazón”… siento que está resignada, tengo miedo que esa fortaleza que le caracteriza se le termine con esto -detalla el Sacerdote.

Heriberto, un taxista de 56 años que lleva toda su vida en el volante en las calles de Zamora, tiene otra opinión.

“Yo vi a Mamá Rosa bofetear a los policías, era muy mandona, a todos les mentaba la madre; en momentos la señora daba miedo, no por ella, sino por quienes estaban detrás de ella, tenía respaldo político”, comenta el ruletero.

Una cajera de banco también habla con rencor.

“Mi hermana tuvo la necesidad de dejar a su hijo de tres años para irse a EU; cuando intentó ir por él, la señora le dijo que nunca lo iba a volver a ver, mi hermana fue una de tantas que demandó a la señora, pero nadie le hizo caso porque los presidentes municipales y los gobernadores archivaron esas demandas, nunca procedió nada contra ella”, narra la mujer.

Un ex funcionario del Ayuntamiento asegura que, con los años, Rosa María Verduzco pasó de ser una señora bondadosa, a una mujer corajuda y mandona, lo que le generó diabetes.

“Siempre pedía dinero, a todos, a vecinos, a empresarios, políticos, nadie se salvaba, y a quien no daba dinero lo exhibía de codo o mezquino”, cuenta el ex burócrata.

Existe una anécdota de Mamá Rosa y se comenta hasta en las neverías: utilizaba camionetas sin placas, para el transporte de menores, productos perecederos o muebles para el albergue.

A sus choferes les daba una tarjeta de circulación con la leyenda: “Este vehículo pertenece a La Gran Familia, que alberga a más de 300 niños, alguno podría ser tuyo, así que no obstaculices el camino, o pagarás las consecuencias”.

Los vehículos nunca fueron detenidos en Zamora. De ese tamaño era su influencia en esta ciudad.

Factor político

Rosa María Verduzco era en Zamora un factor de poder político.

Tuvo su auge. Cada década fue diferente, pero su influencia se extendió hasta la pasada elección, en la que el PAN volvió a ganar el Ayuntamiento, con la candidata Rosa Hilda Abascal, que hace apenas unos meses se retrataba con Mamá Rosa en el hoy famoso albergue.

Aquí se sabe que fue Verduzco la que le dio los triunfos al PAN.

Y lo cuenta hasta el bolero de la Plaza Principal. “Yo en ese entonces era agricultor, nos pagaron para venir al Centro y protestar contra el triunfo de Francisco (Galván Ayala, en 1984) y exigir que fuera Nacho Peña”, comenta José, el lustrador de calzado.

Se refiere a Ignacio Peña García, un contador público afamado en esta ciudad, que ganó dos veces la Alcaldía para el PAN: 1984 y 1990.

De acuerdo con los periódicos de esos años, en los comicios de 1984 el PAN y el PRI cometieron varias violaciones al proceso electoral.

Los simpatizantes del PAN realizaron un plantón en el lugar, donde destacó la presencia de la fundadora y directora del albergue La Gran Familia. Los del PRI tomaron el Palacio Municipal y la tensión se apoderó de Zamora.

El doctor Armando Bribiesca, médico afamado en la ciudad, se declaró en huelga de hambre para exigir una solución legal del conflicto.

Se declararon nulas las elecciones y nombraron alcalde interino al candidato panista Ignacio Peña García.

Juan José López, un ex burócrata de 69 años, narra que cuando el Gobierno priísta no quería reconocerle el triunfo a Nacho Peña, Mamá Rosa encabezó la protesta.

“Galván ganó la Presidencia de Zamora, si se quiere, con los métodos priístas de entonces; Rosa Verduzco se planta en la Plaza, se tira, se rapa y obliga a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano (entonces gobernador de Michoacán) a que le dé la Presidencia a Ignacio Peña”.

Con eso, Verduzco cortó de tajo el imperio del PRI, que siempre había ocupado el Ayuntamiento de Zamora.

“El ‘triunfo’ de Peña lo cubren con un decreto de Cárdenas que le daba la Presidencia interina por tres meses; nunca convocó a elecciones ni nada, y Peña cumplió los tres años. La primera Presidencia del PAN en Zamora se la debe Peña a Verduzco”, narra Juan José López.

Y añade: “Y no se ha presentado para defenderla”.

A la postre, recuerda López Méndez, con la misma técnica de Mamá Rosa, de protestar y raparse, Armando Bribiesca -padre de Manuel Bribiesca, primer esposo de Marta Sahagún de Fox- ganó la primera diputación federal para el PAN en Zamora.

“Esa diputación también se la deben a las acciones de Rosa”, destaca López.

Y de ahí para el real, las relaciones políticas de Mamá Rosa subieron como la espuma.

“Se comenzó a codear con todo tipo de gente: empresarios, políticos, visitantes distinguidos de Europa, su influencia comenzó a ser poderosa”, opina un integrante del Club Rotario de Zamora.

Marta Sahagún rompió con Bribiesca, pero Mamá Rosa mantuvo la simpatía de su paisana que, casada con Fox, se convirtió en una influyente primera dama. Hace unos días, la ex pareja presidencial, además de criticar el operativo de la PGR que desmanteló La Gran Familia, anunció que hará “lo posible” para que Rosa Verduzco continúe con sus labores de beneficencia.

“La señora era poderosa e intocable en cuestión política, súper influyente, todo lo resolvía con echar telefonazos con prepotencia; los ricos la defienden porque a todos les hizo favores por el grado de influencia que tenía”, considera José Luis Pérez, comerciante del Mercado Hidalgo y presidente de una asociación de bodegueros.

“Ningún Presidente municipal la enfrentó; es más, el que quería ser Alcalde tenía que ir con ella; ella implantó desde Nacho Peña el dominio del PAN, nadie la demandó y no es que seamos agachones, pero mucha gente lo intentó y no fructificó nada”, añade.

Un ex ministerio público de Zamora alza la voz.

“A todos nos tenía amenazados, sabíamos de las anomalías que había en el albergue, pero quién iba a decirle algo si nuestros mismos jefes se le cuadraban. Ahí llegaba el Procurador, el Subprocurador a rendirle pleitesía; quien estaba en el poder llegaba ahí, del nivel que fuera”, concluye el ex ministerial.

La actual edil, Rosa Hilda Abascal, no es la excepción.

El pasado miércoles, cuando fue desalojado en su totalidad el albergue, un integrante de la CNDH se percató que la Alcaldesa hablaba desde su celular con Rosa Verduzco.

Presuntamente, la Munícipe le pasaba el teléfono a varios niños para que hablaran con Mamá Rosa.

Un visitador de la comisión se dio cuenta de ese hecho y tuvo que conminar a la panista a salir.

A la panista se le solicitó una entrevista, pero su vocero argumentó que se encontraba ocupada.

Hijos del narco

En 1950, unos cirqueros abandonaron en Zamora a Ricardo, un niño de 11 años. Deambuló tres días en los parques y mercados, vestía harapos y con lágrimas pedía comida.

Un seminarista avisó del menor a Rosa del Carmen Verduzco, que entonces tenía 14 años de edad y ya era presidenta de una comisión escolar que se encargaba de realizar obras sociales llamada Legión de María, en el Colegio Juana de Asbaje.

La Gorda, como se le conocía entonces a Verduzco, dio de comer al menor y le dio alojamiento en el hotel Colón, propiedad de sus familiares. Primero a escondidas de sus padres y después de manera abierta.

A Ricardo le cortó el cabello al ras y le consiguió un overol.

Ese niño, cuentan diversos testimonios, llevó con Rosa a otro menor al que recuerdan como Ignacio Cendejas.

“Hey, Rosita, aquí te trajeron otro”, le gritaron a los pocos días, según recuerda un profesor del Colegio de Michoacán.

Era el hijo de una prostituta que le dejó el bebé en una canasta, acompañado de una nota.

Así nació la “familia” de Verduzco y creció a pasos agigantados en un ambiente de predominancia religiosa.

“Zamora era una ciudad conservadora, y muchos bebés le fueron entregados a Mamá Rosa porque las mujeres no estaban casadas y deseaban hacerlo después, nadie podía tener hijos sin antes haberse casado por la Iglesia, esos menores, los que nacieron antes del matrimonio, fueron a dar a las manos de Mamá Rosa”, añade el maestro del Colegio de Michoacán.

En 1954, Mamá Rosa abrió la casona de la calle Hidalgo número 37. También dio albergue a otros menores en Lerdo de Tejada 98 y fue hasta 1961 que ocupó el predio que 53 años después fue asegurado por la PGR.

Hasta 1973, de acuerdo con los registros oficiales, La Gran Familia se constituyó como asociación civil y se mantuvo con la recolección de alimentos y enseres, mientras que los menores aportaban para su sustento con lo que ganaban lavando envases de refresco y garrafones de agua.

“La Iglesia en esos años tenía en Zamora una influencia totalizadora, por eso le iban a aventar a Mamá Rosa niños de padres desconocidos; ella los adoptaba y les daba su apellido, era una ficción. Esos niños, muchos de los años 70’s para acá, están adoptados.

“Legalmente son hijos de Mamá Rosa, porque iba la gente y les daba a sus hijos, les decía: ‘Señora, hágase cargo de él, yo me voy a volver a casar’, o ‘no tengo dinero para mantenerlo’, cualquier situación, ella se acogió al formato de adopción y legalizaba la situación de los niños”, comenta el zamorano Juan José López.

La señora Verduzco también dio albergue a hijos concebidos fuera del matrimonio de mujeres que quedaban embarazadas mientras sus maridos laboraban en EU.

Carlos Aguilera, presidente de la Canacintra, resume la labor de Mamá Rosa: se encargó de acoger lo que la sociedad no quería y eso convino a los habitantes de Zamora.

“Del DIF y de las correccionales mandaron a Zamora a niños que no podían controlar; al tiempo, el albergue de Mamá Rosa se convirtió en un reclusorio, ahí convivieron sicarios, hijos de sicarios, homosexuales; todo lo que la sociedad no quería o el DIF no quería afrontar.

“Ha de haber durado hasta unos 20 años que fungió como un albergue con la parte humana y de tareas de beneficencia, después se convirtió en una cárcel, le quitaron los vidrios a las ventanas para que no se suicidaran. Lo que se aplaudía es que el hijo del sicario se convirtiera en un artista, y lo que se aplaudía es que se hiciera responsable ella de toda la escoria humana de toda la sociedad”, considera Aguilera.

De acuerdo con el empresario, para la sociedad de Zamora era mejor aportar recursos en efectivo o en especie, y desentenderse, que atender lo que ocurría dentro de La Gran Familia.

“Todos sabíamos qué pasaba ahí, cómo no, si recibían a la escoria humana, a toda la problemática de las familias; adentro tenía que haber de todo y más, nos faltó mucha responsabilidad como sociedad, que nos rindiera cuentas y preguntar, pero nadie nos quisimos hacer responsable de esa parte, queríamos la parte romántica, ver a los niños tocar música, ver los desfiles y aplaudir”, añade.

Para el Presbítero Alfonso Verduzco, las nalgadas y castigos que propinaba La Jefa -como también le llamaban a Rosa- eran por amor.

“Y el resultado era una orquesta y una sinfónica de niños, bien vestidos y cantando. A todos ellos se les garantizó un oficio, que les aseguró un sustento de por vida: tocaban piano, violín, cornetas, todo eso era digno para un cineasta”, opina.

Zamora tenía en 2010 más de 186 mil habitantes asentados en 180 localidades. Desde los años en los que se fundó el albergue La Gran Familia, cuando apenas tenía 10 mil habitantes, el municipio ha carecido de una correccional y de otros albergues para menores.

“Ella tenía el monopolio, se lo ganó a pulso, por su carácter y porque tenía una fuerte influencia con los políticos y las autoridades”, explica Juan Carlos, un comerciante que siempre apoyó su albergue con verduras y legumbres.

Rosa Verduzco fue declarada inimputable por la PGR (PRI) tras conocerse un «dictamen» fechado el 19 de julio. Según Jesús Murillo Karam, padece demencia senil y deterioro físico, lo que le impide administrar el albergue, pero también la salva de la acción penal en su contra.

Para bien, y para mal, Mamá Rosa es un referente. De hecho, su fama servía para aplicar correctivos a todos los niños zamoranos.

“Yo le decía a mi hijo: ‘Si te portas mal, te vamos a llevar con Mamá Rosa’”, cuenta Juan Carlos, el verdulero que le donaba legumbres.

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